Es obvio que Javier Duarte, echado del poder de Veracruz, es un depredador del erario público descarado, pero tras semanas de escándalo que terminaron con su relevo el miércoles casi a la media noche, he llegado a la conclusión de que al priista no lo tumbó la corrupción, esa
generalmente en el sistema político mexicano es desgraciadamente una cualidad.
Así es mis queridos boes, en México ser corrupto y presumirlo, no es motivo para que un político, del tamaño que sea, del partido que sea, caiga, sea depuesto o encarcelado.
En este país hay decenas de ‘duartes’ a lo largo y ancho del territorio, en cada estado hay un puñado y gozan de cabal salud política, porque al funcionario público que sale del cargo multimillonario sus correligionarios le veneran, le convierten en mecenas.
Para que no se ofendan (todavía) los ‘duartes’ de Tamaulipas, comencemos por los de Nuevo León, el caso más reciente es el del priista Rodrigo Medina, quien dejó el poder hace un año y que desde la mitad de su sexenio ELNORTE, Proceso y demás medios, ya le habían documentado decenas de propiedades millonarias a él y a su familia.
Ahí mismo su antecesor, Natividad González Parás pasó de vivir en una modesta casa y un departamento a ser dueño de extensas propiedades de terrenos en playas de Guerrero y otros paraísos, en Nuevo León la frase favorita de don Alfonso Martínez Domínguez dicen que era: el que no transa no avanza.
En Coahuila a Humberto Moreira le documentaron deuda contratada en decenas de miles de millones de pesos falseando firmas de los diputados, sus funcionarios salieron millonarios como el matamorense Javier Villarreal a quien le incautaron en Texas propiedades valuadas en 10 millones de dólares, bajo el argumento de que era dinero desviado del gobierno coahuilense.
Por Tamaulipas al menos los dos últimos sexenios han estado bajo el dedo inquisidor de los Estados Unidos y quienes los encabezaron señalados y perseguidos.
Ya les decomisaron propiedades, agarraron a algunos de los suyos y los convirtieron en informantes.
Allá mismo en Veracruz antes de Javier Duarte, Fidel Herrera parecía que no iba a tener quien lo superará en el saqueo.
Bueno, pues en todos esos casos y muchos más que hay en todos los estados similares al de Javier Duarte, el PRI no dijo ni pío, sus gobernadores y ex gobernadores siempre fueron tratados como lo más selecto de lo que en el tricolor llaman la clase política a pesar de que tras sus mandatos se mueven como jeques, como capos, sin tantita pena.
Por eso me convencí de que Duarte el de Veracruz no lo tumbó la corrupción, porque si ese fuera el caso, cada año caerían 10 o 20 gobernadores, si la corrupción fuera un pecado en los partidos políticos no habría las luchas encarnizadas por convertirse en candidatos a las gubernaturas, no habría muertos entre ellos, porque la premisa de la mayoría de los políticos mexicanos cuando buscan el poder es llegar y arrasar con todo lo que puedan.
A Duarte el de Veracruz lo tumbó su torpeza, el exceso de cinismo, el no pactar con la dirigencia de su partido, el no arreglarse con el presidente, como seguramente sí lo hicieron en este sexenio Medina de Nuevo León, Moreira de Coahuila y el ojiverde de Tamaulipas.
Aprovechando su lejanía de la cúpula tricolor, Duarte el de Veracruz, le sirve al PRI como su última oportunidad de convencernos de que están en guerra contra la corrupción, porque por más que lo repetían en los spots, los hechos los desmentían con la Casa Blanca de los Peña Nieto, la protección a Medina, la ayuda a Moreira y su rescate de España y muchos otros botones de muestra.
Lo mismo pasa en los otros partidos, en el PAN uno de sus ‘duartes’ es Guillermo Padrés que hoy sigue libre gracias a que ha tramitado más de 50 amparos para protegerse del brazo de la ley, ley selectiva pero ley.
No fue hasta que en el PRI decidieron sacrificar a Javier Duarte, que el blanquiazul le retiró sus derechos partidarios.
Por el PRD y Morena, que son la misma gata sólo que revolcada entre ellos, están Marcelo Ebrard, que de acuerdo a las investigaciones de su sucesor se enriqueció con la obra del metro mal construida y cara y por eso se fue a vivir a Francia.
Antes habíamos visto en cadena nacional a René Bejarano, el operador del que se vende como inmaculado Andrés Manuel López Obrador, batallar para embolsarse los fajos de billetes con los que extorsionaban a Carlos Ahumada.
Bueno, pues de arriba a abajo, a todos los corruptos que les mencioné y decenas que no cupieron en esta colaboración, están libres, gozando de los millones que se llevaron, ostentando mansiones, ranchos, presas, aviones, yates, todo fruto de nuestros impuestos.
Por eso les digo, a Javier Duarte no lo tumbó ser corrupto y descarado, al veracruzano lo echó del poder la necesidad presidencial de reivindicarse, pero desde ahora les digo, es un sacrificio que al PRI y a Peña Nieto no les va a servir de nada, la sociedad ya los juzgó y
condenó.
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