1.- Desde que se inventó el teléfono surgieron los primeros espías telefónicos. La comunicación por los hilos registra una larga historia de intervenciones en la vida privada de las personas. Las llamadas “calandrias” fueron las primeras que se colgaron de los postes para curiosear en los secretos de la intimidad ajena.
2.- El material captado por los espías es de muy densa índole, pero escándalo es el que se relaciona con los enredos amorosos de los de los individuos vigilados. Muchos conflictos de poder, dinero, negocios o prestigio, se han resuelto o traficado con base en extorsiones, chantajes y presiones, derivadas de la posesión ilegal de información explosiva para algún personaje, su familia o sus intereses.
3.- John F. Kennedy fue espiado permanentemente, y por eso se supo que compartía los encantos de una morena deslumbrante con el mafioso Sam Giancana; que su “Cupido” favorito con las damas de Hollywood era su propio cuñado Peter Lawford, y que a Marylin Monroe le decía por teléfono “mi muñeca” y “mi gatita”, en tanto que ella le nombraba “papi” y “papito”.
4.- Durante la década de los sesentas, la explosiva rubia Lara Turner vivió un tórrido romance con el gigoló italiano Johnny Stompanato, al que la hija de la propia actriz asesinó por los malos tratos que le daba a su madre. Las investigaciones posteriores al crimen, y las cintas grabadas a los implicados, revelaron que Lana Turner le llamaba a Stompanato “mi jarrito de miel”, “mi cuchicuchi” y “chocolatas mías”.
5.- En México, de la intervención realizada al teléfono de Marcela Bodenstedt, se pudo derivar no sólo sus vínculos con los cárteles colombianos de la droga, sino además su romance con Pepe Córdoba Montoya, ex jefe de la oficina de la Presidencia de la República, quien le llamaba cariñosamente “chiquita” y “chiquitita”, en tanto que ella le llamaba “ojitos”.
6.- A Enrique Peña nieto, los espías telefónicos divulgaron la información sobre la “Casa Blanca”, los departamentos de Miami, los aviones de lujo y los derroches de su mujer y sus hijas.
7.- La reciente epidemia de espías telefónicos en ciudad Victoria, ha reducido el lenguaje del amor a claves más rígidas, secas y sin sentimientos; razón por la que las cleopatras locales han comenzado ya a protestar, porque estaban muy acostumbradas a las palabritas dulces y a los arrumacos azucarados de sus apasionados galanes. Esas llamadas feas, de lenguaje áspero: “hablo yo, vieja; ¿no hay novedad?”, o “habla el charro negro, ¿qué me cuentas?”; las han puesto coléricas y al borde de la histeria.
8.- Antes de la actual era del espionaje telefónico, los maridos oprimidos en ciudad Victoria tenían la obligación de reportarse telefónicamente, cuando menos, dos veces al día y, por delante, estaban obligados a dirigirle a su “domadora” una “flor” como muestra de cariño. Por eso acostumbraban decirles: “mi vida”, “cariñito”, “muñeca”, “mi reina”, “gorda querida”, “mi peor es nada”, “mi terrón de azúcar”, y “mi bruja linda”. Es una pena que los espías telefónicos hayan acabado con este ritual amoroso que, aunque siempre ha sido exagerado, cursi y un tanto ficticio, le encanta a las mujeres y pone un toque de romance a sus vidas.




