En esta sección se continuarán publicando las colaboraciones que son un legado póstumo de nuestro amigo Ramón Durón Ruiz, El Filósofo de Güémez
Mi amigo Juan Ávila, me envió este correo que me parece por demás interesante: “Lo sencillo es mejor que lo complejo −aunque los humanos admiran y se rinden ante la complejidad−, también la naturaleza ama lo sencillo, la ley del cielo vacía lo lleno y llena lo modesto.
Cuando el Sol se halla en su punto más alto, debe declinar, de acuerdo con la ley del Cielo y cuando se encuentra en lo más hondo bajo la Tierra, se encamina hacia un nuevo ascenso.
Conforme a la misma ley, la Luna una vez llena, comienza a decrecer y estando vacía vuelve a aumentar; esta ley celeste actúa también y tiene sus efectos en el sino de los hombres. La ley de la Tierra es modificar lo lleno y fluir hacia lo modesto.
La Biblia dice: ‘El que se eleva a sí mismo habrá de ser rebajado, el que se rebaja a sí mismo habrá de ser elevado: DIOS se resiste a los altaneros, más a los humildes concede gracia’.”
El viejo Filósofo aprende que su ya parsimonioso caminar está por el trayecto de lo sencillo, porque sabe que su pensamiento no se limita, porque llega la paz al cuerpo y con una quietud intelectual-espiritual sus escritos se potencializan si simplifica su lenguaje, es la forma más efectiva de llegar a ti, apreciable lector.
Trabaja para que cada día tengas el gozo pleno de la vida con la intensidad del Sol y la simplicidad y humildad de la Luna, porque interpretando a la naturaleza aprenderás que entre más simple seas, más creativo te vuelves; entre más simple eres, más fuerte te transformas; entre más simple eres, tu vida adquiere la dirección correcta y te conecta con la creatividad de la creación; sólo que en tu vida busca simplificar… sin restar esencia.
Coincido con Ben Orki cuando afirma: “Lo auténtico que tenemos es nuestra capacidad de crear, de superarnos, de resistir, de transformar, de amar y de ser más grandes que nuestro sufrimiento” y eso se potencializa si, sólo si, eres lo suficientemente humilde y simplificas el decir y el hacer.
Si un día te detienes a observar amorosamente a las abuelas y a nuestros viejos, verás que −al fin sabios por derecho propio− ellos son simples en su
andar, en su actuar, en su beber, en su expresar, en su comer y en su vivir.
“Sé cómo los sabios que tienen la inteligencia y la habilidad de aprender de todo y de todos”. Si tienes la humildad de aprender de abuelas y viejos, te ejercitarás para simplificar a efecto de que la felicidad se anide en tu trabajo, en tu familia, en tus pensamientos, en tu vida, haciendo que por añadidura la armonía con el universo y la abundancia de bienes, sean más y las adversidades menos.
Simplificar no evita que los problemas lleguen a tu vida, porque eso sería una utopía y “estarías en la dimensión de los ángeles”, simplificar, te lleva, sí, a dimensionarlos de una manera más serena viviendo sencillo, sin alarde ni pretensiones, recordándote que “eres parte de lo divino que ha bajado hasta lo humano”.
Este viejo Filósofo coincide con la voz popular cuando dice: El hombre después de los 70, ya ha tenido la extraordinaria habilidad y la suave inteligencia de aprender a simplificar y por lo tanto, tiene su vida RESUELTA:
“Re…suelta la panza;
Re…suelta la papada;
Re…sueltas las bolsas de los ojos;
Re…sueltos los brazos;
Re…sueltas las piernas;
Re…suelto el cuerpo, y
Re…sueltas las nalgas.”