CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La guardería de los “niños Dios” se ha instalado ahora en la calle Morelos, esquina con José de Escandón justo una cuadra antes de llegar al Panteón.
Muchos “niños Dios” de Victoria y la región pasan ahí sus días antes de Navidad.
Están hospitalizados. Han llegado con fracturas, raspones y hasta por la edad.
Hilda Heredia Barbosa, la hija de doña Rita, continúa con el deber que su madre veía como una tarea sagrada.
“Yo quise seguir la tradición de mi mamá, porque aparte me gusta mucho. Yo le ayudaba desde que estaba en la Secundaria. Mi madre siempre dijo que este era un trabajo sagrado, que no teníamos patrón, pero que la presión para sacar el trabajo es propia, sobre todo si ya está muy cerca la Navidad”.
A Hilda le gustaba la pintura desde pequeña, pintaba en todas partes mientras ella misma decía que tal vez en otra vida había sido “graffitera”.
Esa habilidad para mezclar colores, por hacer líneas con su buen pulso que devolvía el brillo en la mirada de los niños, fue el mejor apoyo para su madre y ahora para ella misma.
“Mi madre se le complicaba la pintura y me pedía siempre que le apoyará, comencé con cosas sencillas y grandes como los calzoncitos de los niños, hasta que comencé con otros detalles. Ahí comencé a pintar y la tarea que me dio era “mi mero mole”. Con el tiempo me fui metiendo con el yeso y ahora realizo el trabajo por mi madre. Ella siempre estaba preocupada porque no sabía quién iba a heredar esta tradición. Siempre pensó cual de sus hijos o nietos continuaría el trabajo”.
El trabajo de Hilda depende mucho del clima, y los días soleados de este otoño le han servido para sacar adelante el trabajo de los niños.
“Hoy domingo me vine a trabajar, el día está soleado muy bonito, que yo aprovecho. Mire, aquí para que el trabajo quede bien seco se necesita al menos un mes, porque la húmedad va de adentro hacia afuera. Siempre estoy quemada por el sol, pero es un trabajo relajante que a veces te deja sin hablar, pero no es porque estés enojada, es por la concentración”.
Hasta el taller de Hilda, la hija de doña Rita Barbosa, llegan niños de mucha historia. Está Navidad después de muchos años de olvido volverá a un pesebre un “niño Dios” encontrado en la iglesia de Jaumave. Se desconoce la edad, pero había quedado en el olvido y al rescatarlo decidieron dejarlo en manos de la entusiasta Hilda.
Ha llegado también una virgen de más de cien años de edad, es de madera, su cuerpo es una figura humana tallada en otate, comentaban los propietarios. Es además una herencia de la bisabuela que a su vez la tenía desde que los primeros hijos tienen memoria y está podría ser una herencia de otra generación.
“Me cuentan los propietarios que tenían también al señor San José, pero se deshizo por los años. Ahora hemos restaurado a María para otros cien años. Cada uno de los “niños Dios” tienen su historia, a veces llegan puros pequeños y luego los grandes, parece que se ponen de acuerdo, otras veces tengo puras
Marías y José, es cómo coincidencia”.
En la labor que Hilda realiza a diario está también el trabajo de su madre, doña Rita.
“Ahora tengo como cien niños, que deben estar listos para los primeros días de diciembre. También le doy prioridad a las Vírgenes de Guadalupe para el día doce de diciembre. A veces cuando estoy trabajando le digo a mi mamá: ¡Ay, mamacita échame una manita!”, y puedo sacar los trabajos complicados. Ella decía, hazle la lucha siempre, hasta donde se pueda que por nosotros no quede”.
Una herencia invaluable…
Con un nudo en la garganta Hilda sigue agradeciendo el oficio que le heredó su madre, para ella nada tiene más importancia que este arte heredado, una herencia invaluable que le permite estar cerca de su madre en el recuerdo y restaurando la fe de todos los que aún creen que existe un ser superior, representado cada Navidad en el nacimiento de Jesús.
“Siempre he dicho que está es la herencia que me dejó mi mamá. creo que cada vez que trabajo con un niño, ahí está mi mamá. Todo el año la tengo presente y todos los días me está dando la fortaleza para que yo no me detenga por una cosa u otra.
Mi madre fue mi ídolo y yo siento que está conmigo, mucha gente que viene, llega por mi mamá, por la hija de doña Rita, y esa soy yo. Hago lo mejor que puedo hacer, no para superar a mi madre, sino para que su trabajo pueda prevalecer”.