Durante su primera conferencia de prensa como Presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump se mostró ayer desafiante, amenazante, intolerante y mesiánico, como una primera muestra de los ejes sobre los cuales va a dirigir los destinos de esa poderosa nación, donde por enésima ocasión demostró que a México no lo ve como un buen vecino y menos como aliado, sino como un enemigo potencial al que hay que arrinconar y humillar, porque somos responsables de muchos de los males que padece dicho país.
Los tres países que más mencionó durante su presencia ante la prensa internacional fueron: Rusia, por su supuesta intervención en las elecciones presidenciales para favorecerlo; a China a quien también acusó de ataques cibernéticos y a México, su vecino incomodo, que según su miope visión, le quita los empleados a los norteamericanos.
Por su miopía, para Trump la frontera de Mexico es el paso natural natural de indocumentados, criminales y narcotraficantes y por eso reiteró que construirá un muro y que Mexico tendrá que pagarlo.
Como un escarmiento a las empresas norteamericanas que tienen sus plantas en México, Trump advirtió que tendrán ahora que pagar un fuerte impuesto fronterizo en las importaciones que provengan de nuestro país, porque advirtió que no va a permitir que México se siga aprovechando de esa debilidad norteamericana y quitarles los empleos.
Que las advertencias de Donald Trump a unos días de tomar posesión como Presidente de los Estados Unidos, sirva para que el gobierno de Enrique Peña Nieto, reconozca que las relaciones con el vecino país del norte a partir del 20 de enero serán muy complicadas y difíciles, porque poco se puede negociar con un hombre que va a gobernar a dicho país a base de caprichos y ocurrencias temperamentales, que no tiene el menor respeto por los que no son de su raza y que considera muy superior sobres las demás.
El Presidente, Enrique Peña Nieto le respondió de inmediato a Trump: México no pagará por ningún muro y reiteró la disposición de su gobierno de construir una relación de cooperación con el vecino país del norte, pero con pleno respeto a la dignidad de los mexicanos y de la soberanía nacional.
Tales principios deben ser irrenunciables para el Gobierno de México y teniéndolos presentes tendrán que darse las primeras negociaciones con el nuevo Gobierno
de Donald Trump cuando decida revisar el Tratado de Libre Comercio, la seguridad en la frontera, la lucha binacional en contra del narcotráfico y el ordenamiento de los flujos migratorios.
Y si el Presidente de México quiere la unidad de los mexicanos en esta nueva etapa en las relaciones con Estados Unidos, tiene que transparentar cualquier acuerdo y demostrar que es en beneficio de nuestro país.
Solamente con un acuerdo entre iguales, México podrá seguir siendo un buen vecino y al mismo tiempo un aliado de los Estados Unidos.
Si Trump no cambia y decida arrinconar a México, humillarlo y estrangular su crecimiento económico y social, estará incubando odios y resentimientos ya olvidados a lo largo de la historia y un pueblo con hambre y ahogándose en la pobreza no es un buen vecino.
México quiere ser un buen vecino y un buen aliado de los Estados Unidos.
PICADILLO…….MERECIDO REGAÑO. El martes pasado, durante al banderazo de las obras de modernización del Sendero Nacional, el presidente municipal, Jesus de la Garza Díaz del Guante, le dio un fuerte jalón de orejas a sus colaboradores responsables de giras, a quienes pidió no más acarreos de colonos, al considerar una falta de respeto que los lleven desde lugares muy distantes y los tengan horas esperando para la ceremonia.
Que bueno que así se haga, porque además el acarreo tiene un alto costo y además las familias pierden mucho tiempo, que pueden dedicar otras cosas. Eso se llama tener sensibilidad social y ojalá lo entiendan sus colaboradores.
