Ninguno de los dos quería perderlo, ninguno de los dos debía perderlo. Pero sólo uno iba a hacer lo suficiente para ganarlo y para merecerlo.
Fue ahí donde radicó la clave para el indiscutible triunfo de la Jaiba Brava del Tampico-Madero, por marcador de 3-0 sobre Correcaminos en la edición 29 del Clásico Tamaulipeco, nuestro clásico.
Un duelo que se ha forjado no sólo durante los 30 años que cumple justamente en este 2017, sino que viene precedido por enfrentamientos deportivos a toda ley, donde participaron otros clubes y franquicias que nos heredaron la pasión por la confrontación que la noche del sábado volvimos a disfrutar.
Cuerudos del Club Deportivo Victoria, Orinegros de Ciudad Madero, Jaibos del Tampico, son algunos de los antecesores de lo que hoy es el duelo más pasional de nuestro estado.
El escenario no pudo ser mejor, o tal vez si, si culturalmente estuviéramos preparados para convivir en las tribunas aficiones de ambos bandos comprendiendo que la rivalidad no sale de las líneas blancas de cal y que desde las gradas el enfrentamiento es diferente, a gritos, con colorido, alentando a sus huestes.
Pero el mítico Estadio Tamaulipas no tiene la culpa de eso, él no. Con sus más de 50 años encima, el coloso de la Unidad Nacional extendió sus brazos para recibir a casi 20 mil almas para una fiesta sin igual, la fiesta del Clásico, nuestro clásico.
Ahí estuvo Expreso, como nunca antes otro medio de comunicación lo había hecho, coronando una semana de extensa información a través de las páginas de la edición impresa y la plataforma web, ahora trasladando a un grupo de técnicos, reporteros y periodistas para llevarle una transmisión sin precedentes, de casi dos horas con todos los detalles de este duelo; emisión que llegó a más de 50 mil tamaulipecos a través de una impecable señal en las redes sociales.
Puedo confirmar, con mucho honor, pero sobre todo humildad, que somos parte de la historia de este clásico. Por supuesto gracias a las facilidades de la directiva del Tampico Madero encabezada por Javier San Román.
Del resultado ¿qué decir?, allá en el sur fue fiesta total, el envión anímico que representa este triunfo y el futbol que exhibieron ante un rival que les permitió jugar y lucirse, hoy los pone a tope para alcanzar las metas que tienen enfrente: salvar la categoría y apuntar al ascenso. Y qué bueno, la gente de la zona sur de Tamaulipas lo merece.
Acá en Victoria es la otra cara de la moneda, Correcaminos desde ya, puede irse despidiendo del boleto a la liguilla, los últimos equipos que están en zona de clasificación le sacan el doble de puntos y para los naranjas, en cuanto a probabilidades, es prácticamente imposible darles alcance.
Jugadores que no dimensionaron lo que es jugar un clásico, como Atilano y Olguín, otros que la inexperiencia les pesó y otros que pese a su experiencia, como Ibarra, el entorno se los comió. Ni qué decir de Ordiales, fue el más nervioso por el bando de la UAT a grado tal que se desquitó con el árbitro y exhibió presión ante un planteamiento táctico que le cuestionó Daniel Ríos. Sí, al DT le pesó este clásico.
Como le pesa y le pesará haber incluido en su plantel elementos como Hinestroza, carente de técnica y ritmo, o como el mismo “Pachu” Avalos y “El Gato” Rea que ni para viajar con el plantel les alcanza. Desde esos “refuerzos” estaba perdido el Clásico.
A la afición de Victoria eso le duele, pero ya pasó, todo queda en la estadística y la liga continúa, con pocas esperanzas, pero sigue.
Pero esa es la esencia del Clásico, van a la memoria, enriquecen la historia y el tiempo magnifica lo bueno y también lo malo, para encarnizar más esta batalla deportiva, que nos divide pero que a la vez nos une en torno al futbol.
Por esto y muchos motivos más, debemos ser agradecidos que somos partícipes de un Clásico de prestigio, bendecidos por el deporte, por la vida y por Dios. ¡Larga vida al Clásico Tamaulipeco!.
@luisdariovera