CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La noche de por sí era fría, el agua del Río Bravo con mayor razón y sus fuertes corrientes profundas, como siempre traicioneras; aún y con todo eso, Martín Rocha se quitó las botas, calcetines y después se desnudó para cruzar nadando en busca del sueño americano.
Era 1992 y en Victoria había que oraba porque Martín llegara con bien a su destino.
Alcanzó a salir del “Río Grande”, como le dicen los gringos, caminó toda la noche entre brechas y rancherías, inclusive libró el ataque de los “minute man”, que con todo y perros de caza los siguieron por kilómetros.
“Iba un chavo y otra chava, de allá por la Moderna junto conmigo, alcanzamos a salir a una carretera, ya bien cansados de caminar toda la noche, pero
que nos cae la ‘Migra’, ya no pudimos llegar a donde íbamos… van pa’ tras nos dijeron, eso sí, nos dieron de comer y todo, ni pa’ cuando a los policías de aquí, pero pues ya me mandaron para acá y me regresé a Victoria”, dice.
Pero Martín no sabía que la vida le tenía otra prueba más grande todavía por superar.
Tres años después, Lulú, su esposa, estaba embarazada y regresó a casa después de un chequeo de rutina y mientras el jefe de la casa ayudaba en trabajos de carpintería, notó que su pareja venía triste y llorando.
La noticia le cayó como balde de agua fría: su hijo venía con problemas de salud grave y los médicos le sugerían a Lulú que abortara.
“Le dije a Lulú que no, ‘¿cómo crees que vamos a hacer eso?, vamos a echarle ganas y que sea lo que Dios quiera”, recuerda Martín sentado en una mecedora, mientras hace una pausa en su recorrido habitual de la venta y cobranza de quesos, que es con lo que se sostiene.
“Los médicos me dijeron a mi que niños como Orlando, con hidrocefalia y un problema en la columna que también traía, a lo mucho viven tres años, yo no desistí y mi mujer tampoco, soy un hombre de fe y por eso es que cuando nació, le pusimos a nuestro hijo Jesús Orlando, porque Dios lo va a cuidar” relata.
Hoy Orlando tiene ya 21 años de edad, Lulú hace ocho años que murió y aunque Martín ha pasado por muchas dificultades, días enteros sin descanso pues su hijo requiere de curaciones cada cuatro horas, sólo le pide a Dios tres cosas: fuerzas, no enfermarse y sobre todo, que le preste mucho más tiempo a su hijo.
“Recuerdo que a la semana de nacido debían de hacerle una operación en Tampico, mi esposa estaba en recuperación y me fui con el niño en el autobús, llegué a Tampico y resultó que no lo pudieron operar porque tuvieron contratiempos y ahí vengo de regreso, a Orlando necesitaban intervenirlo de la columna “por un líquido que se estaba yendo a su cabecita y provocaba que le creciera mucho”, dice Martín.
Cuando regresó a Victoria, con la impotencia de no poder hacer nada por su hijo, acudió a los medios de comunicación y fue una semana después de lo programado, cuando por fin fue operado.
Iniciaba una larga travesía que a la fecha suma 29 intervenciones quirúrgicas, todas ellas delicadas y de todas ha podido recuperarse.
Pese a las complicaciones de salud, Orlando fue creciendo y su familia habituándose a la nueva forma de vida, multiplicando esfuerzos ante todo lo que implica la condición de un nuevo integrante, con un estado de salud que requería muchos cuidados.
Martín debía buscar el sustento diario, además de Orlando tiene otro hijo mayor, Abraham y en su momento a su esposa Lulú.
“Empecé a trabajar con Ricardo -un familiar- pintaba yo carreteras y ponía anuncios viales, pero después él tuvo un accidente y ya no hubo trabajo” precisa, “después trabajé como velador en la casa de don Nazario Assad, ahí le ayudaba a un tío que era el velador de planta”, dice.
Pero también esta situación, le ha permitido a Martín conocer gente bondadosa que nunca lo ha abandonado, “Principalmente mi familia, mis tías Tola y Chabe” confiesa, “mi tía Tola me dio trabajo de velador en unos locales que tiene, pero económicamente siempre me ha apoyado, me da despensas, me compra quesos, mis primos también me ayudan sobre todo Zayda, ella tiene un negocio y siempre le surto y sus trabajadores también me compran… nombre’ en la López Mateos tengo bastantes clientes, surto como 30 pedidos a la semana”.
En la necesidad es donde se conocen a los verdaderos amigos, se dice por costumbre, pero en Martín aplica diferente, pues ha hecho grandes amigos, debido a la necesidad de salir adelante.
“Ahorita vivo en una casa que me presta Enrique Ramírez, a él lo conocí porque todas las noches que iba a trabajar de velador en los locales de mi tía pues me iba caminando desde el dos Guerrero, donde me prestaba otro buen amigo, Diego Nájera, y pasábamos por un negocio de Enrique todas las noches” rememora, “un día estaba lloviendo y me preguntó que para dónde íbamos, ya le dije que allá por Soriana verde, ese día nos dieron ‘ride’, y después todas las noches nos llevaban y nos traían, así durante dos años” dice con lágrimas en los ojos.
“Un día me dijo que tenía una casa en la Enrique Cárdenas, que si no me quería ir para allá porque se habían metido a hacerle males, le dije que si… ya tengo cinco años ahí, no me cobra renta, digamos que le cuido su casa, pero a mi me hace un gran favor, es de mucha ayuda, es donde vivimos Orlando y yo”.
Un grupo de ayuda, le apoyó financiando su inversión para que volviera a comercializar quesos, carne y chorizo, además un amigo le ayuda con material de curación.
Hace poco más de dos años, el 31 de diciembre de 2014, Orlando se empezó a sentir mal, empezó a devolver el estómago “haz de cuenta que era como café molido lo que aventaba, fui al Hospital de Especialidades pero me dijeron que los especialistas estaban de vacaciones y ahí venimos de regreso, nos agarró el año nuevo ahí mero arriba de la joroba… yo no sabía que hacer, estaba desesperado”.
Gracias a las gestiones de sus tías, Tola y Chabe, la delegación del Seguro Social les facilitó fuera internado en la clínica, pues tras unos días en el Hospital Civil la situación no mejoraba, “ya sentía yo que se me moría mijo”… “¡Yo también ya sentía que me moría”, lo interrumpe Orlando.
“Nuestro único pleito es que él le va al América y yo al Guadalajara”, confiesa Martín y suelta una carcajada.
¿Y por qué le vas al América si tu papá le va a Chivas?, le pregunta el reportero, Orlando se queda pensando y se le vuelve a cuestionar, ¿Por Cuauhtémoc?… “Nombre, por Vuoso, desde que él jugaba ahí le voy… quisiera conocerlo porque ya está aquí en Correcaminos, pero no creo que se pueda… ¡es mi ídolo¡, quiero gritar sus goles aquí”.
Orlando no contiene la emoción al saber que su mensaje le llegara al delantero de Correcaminos y rompe en llanto, su papá también.
“El otro día me dijo, ‘Pa ¿cuándo voy a caminar?, quiero jugar futbol” y Orlando interrumpe, “ahorita se me movió la pierna y el otro día en la casa también sentí que se movió”, dice emocionado.
Orlando requiere curaciones cada cuatro horas, lo que representa un gasto diario de 400 pesos aproximadamente, “en el seguro social me dan cinco pares de guantes, gasas y otras cosas, además unas personas me ayudan con pañales, otras con sondas, pero ahorita viene usando 3 sondas por semana, cuando las que necesita son 42”.
Su fe es inquebrantable, acostumbran ir a una iglesia Cristiana donde hacen oración los viernes y los pastores le dijeron que se mantuvieran cerca de Dios y nunca fallan “Orlando hasta habla con Dios y dice que le dijo que va a estar bien”.
Mientras el sueño de Jesús Orlando es conocer a Vicente Matías, Martín insiste, “mi hijo para mi es mi todo, yo le pido a Dios no enfermarme por qué ¿quién lo va a ver como yo?… nadie”, por su mejilla corre una lágrima mientras contempla a su hijo.
Cae la tarde, regresan a su moto con remolque con el rostro rotulado de “Blackie”, una perra pitbull que era la mascota de Orlando y que murió el pasado 24 de diciembre porque comió carne con vidrios en la calle y continúan su trayecto, “ya nos vamos porque le toca curación a Orlando y todavía hay que entregar pedidos”.
¿QUÉ NECESITA?
-Jalea Lubricante Aséptica
-12 pares de guantes diarios
-42 sondas foley #16
-Gasas
-Pañales de adulto
*Su domicilio es Calle Tampico #185 Col. Enrique Cárdenas
Y OFRECE QUESOS
“A mi me gusta trabajar, aparte nos entretenemos mucho andando en la calle entregando pedidos, vendemos queso molido, panela, oaxaca, crema, chorizo, carne de res, puerco y enchilada de mero Veracruz”. Para pedidos, el número de Martín Rocha Velázquez es: 8342110397.