CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- “Chuecos o derechos pero aquí vamos, echándole ganas, saliendo adelante, trabajando”, dice Arturo Cedillo mientras despacha un manojo de betabel que está a 15 pesos en su local de frutas y verduras, a unos cuantos pasos del altar a la Virgen de Guadalupe en el Mercado Argüelles.
De 56 años de edad, forma parte de la tercera generación en su familia como locatario del emblemático centro comercial de la capital cueruda; “prácticamente aquí nací, los que aquí trabajamos pasamos más tiempo en el mercado que en nuestra casa, somos una familia… y somos buenos”, remarca en su respuesta.
Y es que “hace un mes, más o menos, salió en los periódicos que nosotros habíamos golpeado a un güerco que se metió a robar al mercado y eso no es cierto, la policía vino a ver y ya habían revisado y lo encontraron adentro del local de Badillo, porque ahí se fue a meter cuando de seguro entró a robar”, señala. “Pero esa fue la última vez que pasó algo malo en el mercado”, asegura.
Bastó ese hecho para que la armonía y buena relación con las autoridades municipales se restableciera después de más de 30 años que, según Cedillo, voltearon de nuevo a verlos.
“A partir de ese día empezamos a trabajar con la Policía de Aproximación, inclusive tenemos una caseta aquí en el Mercado que ya pusimos a su disposición y tenemos más proyectos, que sabemos no será de la noche a la mañana, pero estamos muy conformes porque hoy hay personal del municipio asignado aquí que cumple con su trabajo, desde en la mañana llegamos y asean, barren y trapean unas dos o tres veces… antes había personal pero ni pa’ cuando, hoy sí están trabajando”, relata.
Arturo Cedillo es el Presidente de la Unión de Locatarios del Mercado Argüelles y en realidad habla como todo un líder, al paso de la charla confirma que es un político nato, pero desmenuza un auténtico amor por el inmueble.
“Imagínate, mi abuelo era dueño de este local, después lo trabajó mi papá y ahora lo trabajo yo, cómo no he de querer al Mercado”, dice mientras voltea a la pared donde está un retrato de su señor padre, quien le heredó no sólo el puesto, sino el respeto por el oficio; “de aquí salió para estudiar, uno aquí no viene nada más a sacar para vivir, uno aquí aprende valores, de buenas costumbres, de trabajo, del valor de las cosas, la atención y el respeto por el cliente”. Y remata, “Ya si no quisiera al Mercado, es como si no quisiera a mis antepasados”.
“Yo le digo a los compañeros, aquí nada más nos falta tener la cama, llegamos a las siete de la mañana y nos vamos a las ocho de la noche”, una jornada que, dice Arturo, es de 13 horas y que inicia tomando café con algunos amigos y compañeros que se juntan en su local. Y aunque su gestión al frente de los locatarios está a punto de terminar, dice estar dispuesto a seguir trabajando desde donde le toque, para que el Mercado vuelva a tener el brillo de antaño, “ya cumplo mis dos años al frente de la Unión, así lo marcan los estatutos y no considera reelección, a menos que los compañeros la propongan, sólo espero que sigamos en la sintonía de trabajar, con quien llegue que lo haga con la misma visión y si me dan la confianza de seguir, yo estoy dispuesto a jalar, es por el bien de todos”.
Cedillo relata que, “con la cooperación de todos los compañeros hemos rehabilitado el salón de usos múltiples que ya era bodega, reparamos el techo con lámina y también impermeabilizante, traemos para amenizar grupos musicales los sábados y domingos y también grupos de danza, hasta hicimos un concurso de baile”, dice mientras que su vecina, la marchanta de los Pollos Quinsal confirma los hechos.
“Pero tenemos muchas esperanzas de que esto mejore todavía más, como te decía, yo sé que no es de la noche a la mañana, pero ahorita estamos unidos, trabajando, esto que se ha hecho no te digo que sea yo, somos todos juntos y ya se acercó el Alcalde y tiene un proyecto de remodelación, el Mercado lo merece… es un lugar lleno de historia, este siempre ha sido el mercado desde que don Adalberto y don Pedro Argüelles donaron el terreno para que el gobierno lo construyera formalmente, después se quemó y lo reconstruyeron, se volvió a quemar y lo volvieron a hacer, esto es el alma de Victoria” cuenta con una emoción que no puede esconder.
El comerciante confirma que conoce al dedillo la historia del Mercado, pero invita al reportero a tomar un café por la mañana “un día de estos”, para contársela y recorrer uno por uno los 156 locales activos, de los 216 que tiene el viejo parián de Victoria; todo porque se le juntó la clientela, ya que hoy están ‘volando’ las bolsitas de verduras surtidas para un buen caldo de res.