El caso Tula y un posible caso de corrupción en el ayuntamiento anterior, podría abrir la puerta a un hecho mucho más trascendente que el probable manoteo del ex alcalde en el dinero público.
Ayer, el actual alcalde, Antonio de Leija, dio a conocer que interpondrá una denuncia penal contra su antecesor, Juan Andrés Díaz Cruz, por el reclamo de la SEDATU sobre el manejo de alrededor de 7 millones de pesos que debieron aplicarse en vivienda durante esa administración y que presuntamente esa autoridad no utilizó para esas obras.
¿Por qué puede tener más miga este anuncio?
Por las posibles implicaciones del anterior gobierno estatal en ese municipio y otros más, en lo relativo a la obra pública, que podrían aflorar en una investigación apegada a la ley que aleje la sospecha de un revanchismo político.
El ahora indiciado, si recapitulamos al pasado casi inmediato, se quejaba en forma amarga y frecuente ante propios y extraños que prácticamente toda la obra municipal era atraída por el gobierno estatal. “No nos dejan nada”, lamentaba el ex edil, quien en el inicio de su gestión hacía cuentas alegres por ser dueño de una tienda de materiales. Les dejaban migajas, pero en el papel el ayuntamiento firmaba como depositario de los recursos y
por lo tanto como responsable del manejo de los mismos.
Sólo en un proyecto, por el cual se levantaría en Tula con fondos federales un parque turístico derivado de su calidad de “Pueblo Mágico”, platicaba en una ocasión en círculo cerrado el en ese entonces alcalde Juan Andrés Díaz a los representantes de una empresa que concursó para construir esas obras, el gobierno estatal, “por órdenes del jefe”, atrajo una inversión superior a los 80 millones de pesos. Los hicieron a un lado y lo mismo pasó con otros municipios de esa región. La desgracia para esos cabildos es que legalmente ellos fueron los que recibieron el dinero. Ahí están sus rúbricas.
Si eso fue en Tula, una población con alto grado de marginalidad y de escaso presupuesto, ya puede calcularse lo que tal vez manejó la administración de Egidio Torre Cantú en otras ciudades de mayor rango.
Por eso la importancia de una investigación a fondo, real, que escudriñe hasta el último rincón de esas asignaciones federales para descubrir a quienes aplicaron el viejo principio del azadón y hoy ni siquiera tienen pesadillas como castigo.
Podrían llevarse una sorpresa…
La dama y el partido
Al parecer, la dirigente no sabe qué hacer.
Por un lado sufre un abandono total de la jefatura nacional y por el otro, en el Estado, un acoso despiadado de sus compañeros de partido. La CNOP acaba de asestarle otra andanada para que deje el puesto.
Me refiero a la presidente interina del PRI en Tamaulipas, Aída Zulema Flores Peña, quien se ha convertido en el pararrayos favorito de todas las tormentas en ese instituto político. Nadie la quiere y nadie la apoya.
La pregunta es: ¿Por qué se aferra la bella dama a ese puesto?
No hay dinero para operar y los sueldos son para soltar el llanto. Los priístas siguen trabajando en esa estructura porque no les queda otra, ante la persecución que sufren en el gobierno estatal. Y lo que es peor: Aída Zulema ni siquiera tiene la esperanza de ser ratificada como la dueña de esas riendas.
Caray, no es usual esto. Y la explicación que encuentro es precisamente una que no estoy acostumbrado a encontrar en el tricolor: Que lo haga por amor a sus colores.
Si es así, no sólo merece apoyo. También merece un aplauso…
La frase de hoy
“Algunas cosas lo que necesitan es tiempo. Nueve mamás no hacen un bebé en un mes…”
Warren Buffet/Multimillonario estadounidense
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