15 diciembre, 2025

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‘Es un premio para los que trabajan por los migrantes’

El padre Óscar Lozano se mantiene sereno y, menciona, la medalla Luis García de Arellano también es para el párroco Francisco Gallardo, las religiosas y los ciudadanos que trabajan actualmente en las casas de asistencia

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Es sábado por la tarde en Matamoros, una turba de niñas y niños aprende lecciones católicas en los salones que rodean la oficina de monseñor Óscar Lozano Molina. El hombre de 72 años interrumpe la entrevista para responder llamadas telefónicas, mensajes por WhatsApp y Facebook y está pendiente para atender a un grupo de oración.

“Somos una sola humanidad y en eso hay que insistir”, afirma el párroco nuevolarendese.

Hace 32 años, él fundó las casas para migrantes en Matamoros y Reynosa. Por ello, hoy el Congreso de Tamaulipas le entregará la medalla al mérito ciudadano “Luis García de Arellano” número 14, la primera que recibe un integrante de la Iglesia Católica.

De acuerdo con el dictamen del Poder Legislativo, monseñor Lozano Molina fue visionario al comenzar la defensa de los derechos de los emigrantes. Una de las anécdotas que marcaron a monseñor Lozano fue cuando policías de Matamoros ‘levantaron’ a migrantes.

Él salió en su vehículo a buscarlos hasta que los halló en medio del monte. “Preguntamos por qué los tenían ahí; evidentemente trataban de extorsionarlos. Logramos dialogar con los policías, que nos entregaran a los migrantes y regresarlos a la casa”, cuenta sin aspavientos.

Monseñor Óscar se mantiene sereno y, menciona, la medalla también es para el padre Francisco Gallardo, las religiosas y los ciudadanos que trabajan actualmente en las casas de asistencia, siguiendo la labor que empezó mucho antes de que se hablara de los derechos de los migrantes.

¿Cómo empezó la atención a migrantes en Matamoros?
-Fue por iniciativa de la organización Trabajadores Católicos de América, personas de Houston, Texas que atendían la casa para migrantes “Juan Diego”. Ellos recibían gentes que se quejaban de los problemas en la frontera tamaulipeca.

¿Cuál fue la primera acción para protegerlos?
-Ellos vinieron a hablar con el entonces obispo de Matamoros, Sabás Magaña. Así fue como comenzamos la casa “Juan Diego” en la capilla de San Felipe de Jesús en Matamoros. Después el obispo Francisco Chavolla Ramos me encomendó que fuera a Reynosa y me hiciera cargo del albergue “Guadalupe”.

¿Hace 33 años qué problemas padecían los migrantes al llegar a Matamoros?
-No tener donde quedarse y andar deambulando por las calles sin comer. Hubo algunos problemas con policías que se aprovechaban de su situación, se los encontraban en la calle y trataban de extorsionarlos.
Al paso de los años ¿cómo se transformó esta atención?
-Cuando empezó la casa el flujo mayor era de gente de Nicaragua, Honduras, Guatemala. Ahora el problema es que son muchos deportados o expatriados. En aquél tiempo llegaban hasta 100 personas de Centroamérica al día. En 2016, entre las dos casas, hubo un flujo de 24 mil personas.

Al dictaminar la medalla, uno de los atributos que los diputados mencionaron es que hizo esta labor discretamente, sin llamar la atención.
-No hicimos otra cosa que lo que teníamos que hacer, siguiendo lo que Jesucristo nos enseña: que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; no se trataba de lucir y de aparecer. Entregado al sacerdocio
¿Por qué decidió ser sacerdote?
-Yo digo que soy sacerdote gracias a las oraciones y las lágrimas de mi madre. Cuando murió fue una experiencia muy fuerte. Mi madre murió en junio de 1967 y en septiembre de ese año yo estaba en el seminario. Entonces tenía 22 años.

¿Cuándo fue el primer contacto con migrantes?
-Fue por 1978 en la parroquia del Santo Niño queda a dos cuadras del puente internacional en Nuevo Laredo. Era encontrarnos constantemente con personas que nos pedían ayuda para comer, para hospedarse, para su viaje. Desde entonces yo veía esta problemática.
De la década de los 80 al presente, la Iglesia católica ha pasado por un trance provocado por los sacerdotes pederastas y los malos manejos de dinero.
Es cierto que ha habido este tipo de situaciones, no las podemos negar. Sin embargo, todos somos llamados a convertirnos, a renovarnos, a vivir con autenticidad nuestra fe.

¿Considera que su labor ha cubierto la obligación del gobierno de proteger a los migrantes?
-No creo que se trate de suplir. El gobierno tiene sus responsabilidades pero también nosotros como cristianos tenemos un deber que cumplir.

¿Qué opina del padre Alejandro Solalinde, quien es considerado defensor de los migrantes?
-Fíjese que no conozco más que lo que los medios de comunicación nos presentan. A veces yo, perdóneme que se lo diga a alguien que trabaja en los medios de comunicación, desconfío de la manera en que manejan las noticias los medios. Entonces no sea ni tanto, ni tan poquito, de las notas tendenciosas sobre el padre. El padre es un sacerdote que está velando por servir al prójimo en el aspecto de la dignidad de la persona humana.
¿Coincide con el Papa Francisco en las temáticas de homosexualidad, la mujer en la Iglesia?
-Yo pienso que el Papa Francisco no se ha apartado de la Iglesia. Ha habido a veces informaciones que se tergiversan en los medios, pero si alguien le es fiel a la Iglesia es el Papa.

El Papa Francisco ha dicho que la Iglesia necesita cambiar. ¿Cuáles cambios son necesarios?
-La Iglesia siempre necesita reformarse. La Iglesia, como decía el Papa Juan XXIII, necesita el famoso aggiornamento, que es adaptarse a las circunstancias de cada tiempo.

¿Cuáles son las tareas que faltan aplicar en Tamaulipas, en Matamoros?
-No se va a poder corregir nada de la situación de violencia, de las cuestiones problemáticas que vivimos si no es a partir de que las personas tengamos ese vivo encuentro con Jesús y nos dediquemos a hacer el bien.

¿Qué le han parecido los primeros meses del obispo Eugenio Lira Rugarcía?
-Estamos trabajando, caminando juntos. En días pasados el señor obispo Eugenio Lira nos animaba, porque estamos en el proceso de la elaboración del Plan Diocesano Pastoral, que se está fraguando. El Obispo ha llegado con mucho entusiasmo.

En la alternancia política que vive Tamaulipas, ¿qué les dice a los políticos que han llegado al gobierno?
-Que abran su corazón a una experiencia de honestidad y rectitud y de verdadero servicio; la verdadera política es servir al pueblo, especialmente a los más necesitados.

Son tiempo difíciles para la frontera con el presidente Donald Trump.
-Hay que insistir en lo que el Papa Francisco ha dicho: no se necesitan muros más bien tender puentes de comunicación, de diálogo. Somos una sola humanidad y en eso hay que insistir.

¿Se ha transformado la fe debido a la violencia?
-Lo que yo he notado es algo que en cierto sentido es preocupante, en un principio, cuando se desató todo esto había mucho temor, cierta angustia y actualmente como que ya nos hemos hecho a la costumbre de que esto pase. Dicen: que bueno que no me tocó a mí; como que es algo tan común que ya no llama tanto la atención. Ciertamente hay preocupación, hay miedo, de que estas cosas estén sucediendo, pero hay un como acostumbrarse que si es preocupante que sucedan estas cosas.

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