El anuncio público del Nuevo Modelo Educativo (NME), por parte del Ejecutivo Federal, abre la oportunidad para que muchos analistas, académicos, investigadores y educadores manifestemos opiniones y críticas desde las más diversas perspectivas.
Esta aportación se suma a la conversación colectiva. Es relevante que nos expresemos. Es bueno “escuchar” voces distintas porque lo que una persona mira, otra no lo advierte y viceversa. Entre muchos se irá construyendo una visión compartida fundada en las coincidencias y distinguiendo y valorando las divergencias.
Frente al NME hay que partir de una reflexión sobre la relación entre fines, medios, procesos y resultados. Los fines representan el faro que ilumina el camino y se encuentran en el artículo tercero de nuestra Carta Magna y en la Ley General de Educación. Los medios y procesos son parte constitutiva del NME.
¿Dónde está lo novedoso en este NME? Hay una enunciación explícita de los Fines de la Educación en el Siglo XXI expresados de manera sencilla y a la vista de todos; se organiza en cinco componentes, entre los que destaca la autonomía de la escuela en decisiones curriculares a partir de un menú de opciones, que es valioso, pero requiere un amplio trabajo para que cada centro escolar tenga información suficiente, a fin de tomar la mejor decisión para el bien de su comunidad de docentes, alumnos y padres de familia. La formación de docentes y directivos escolares es esencial para que la autonomía curricular de las escuelas no se convierta en un nuevo factor de desigualdad que profundice las brechas entre los distintos grupos poblacionales de México.
El NME también hace explícita la vinculación entre la Educación Básica y la Educación Media Superior por ser constitutivas de la educación obligatoria. En mi experiencia, es
la primera vez desde la reforma de 1973 que se hace pública una ruta de implementación, la cual considero es perfectible y es importante que las autoridades educativas locales y las autoridades escolares asuman el compromiso para que esta ruta, con los ajustes necesarios, vaya aconteciendo.
Aunque no es del todo explícito en los documentos que ahora conocemos, el NME recupera y reordena elementos que proceden del pasado, tal vez por ello hay quienes dicen “esto es más de lo mismo” y no encuentran ninguna novedad, además se critica que se entrega a la sociedad en el último tramo de la administración federal. Tal vez olvidamos que lo mismo ocurrió con la reforma curricular de 1992 y la Reforma Integral de la Educación Media Superior. Hay que aprovechar las fortalezas de lo que hemos realizado e identificar las debilidades y errores cometidos para no volver a incurrir en ellos.
No obstante que la búsqueda de articulación y consistencia entre los fines de la educación con los medios y procesos para lograrlos es un bien en sí mismo, es una exigencia para todos los que formamos la comunidad educativa de México, reflexionar y discutir a fondo la significación y alcance de los fines de la educación, el contenido de la enseñanza, las demandas de aprendizajes diversos, el fomento de la autonomía curricular en las comunidades escolares, el funcionamiento real del Servicio de Apoyo Técnico a la Escuela (SATE), las formas de dar vida a la gobernanza, la renovación de los libros y materiales educativos, una evaluación al servicio de la mejora y para mí lo más importante, conseguir en los hechos el más elevado desarrollo profesional del magisterio de la educación obligatoria, mediante estrategias innovadoras
y diversificadas de la formación inicial y en servicio.
La tarea que tenemos enfrente los educadores no es menor. Tengo la certeza de que escuchar y escuchar a decenas de miles de docentes, cuya experiencia y consejo resultan vitales, es esencial para que ocurra la transformación enunciada en el NME.