1.- Enrique Peña Nieto y su partido han actuado con determinación, en la reconstrucción de un presidencialismo centralista y eficaz. La medida de su acción está en la aprobación, por parte del Congreso, de las reformas educativas, fiscal, electoral, de telecomunicaciones y energética.
2.- No obstante, la eficacia gubernamental ha sido tan desigual como la calidad del equipo que acompaña en el gobierno al Presidente; porque, salvo el combate al crimen organizado, donde es evidente la fragmentación de algunos cárteles, los intereses creados legales o ilegales han preservado buena parte de sus privilegios, y han dejado fuera de los beneficios a las mayorías y mantienen intactos los desequilibrios estructurales.
3.- La mayoría de la sociedad sigue instalada en la confusión por tantos cambios, y en la desesperanza causada por su exclusión de los asuntos públicos, además de la escasez de empleos bien remunerados, las desigualdades en los ingresos, y la impunidad y la corrupción.
4.- Para los ciudadanos, el discurso del Presidente de la República se reduce en las promesas políticas de todos conocidas. En buena medida por ello, la imagen de Peña Nieto, de los partidos políticos y de los congresos se ha ido desplomando.
5.- De conformidad con una encuesta del Grupo Reforma, entre abril de 2013 y agosto de 2014, la desaprobación del desempeño de Enrique Peña Nieto aumentó de 20 a 60% entre líderes, y de 30 a 46% entre ciudadanos. Otras encuestas confirman tal insatisfacción, que también se expresa en los múltiples síntomas de la irritación social.
6.- El debate sobre el futuro de la energía no está terminado. El gobierno de Peña Nieto ya hizo su tarea, pero el capital privado no respondió con la rapidez necesaria para que dicha reforma rindiera ya algunos frutos. Además, ¿lograrán las izquierdas partidistas movilizar a la sociedad y vencer los mil y un obstáculos entre los que destaca su división, para lograr que se realice en 2018 una consulta energética que obtenga el porcentaje exigido por la ley para hacerla vinculatoria?.
7.- La violencia sigue siendo un grave mal para los mexicanos. Aunque es indudable que el Estado está logrando fragmentar algunos cárteles, eso no significa que desciendan en el corto plazo, los niveles de violencia que continúan desplazándose por diferentes partes del territorio nacional.
8.- Estos focos de inestabilidad potencial nacen de un desequilibrio creado por la corrupción, la ineficiencia, las desigualdades, la impunidad y la exclusión de la ciudadanía. Como a las élites y los poderes fácticos no se les ve el ánimo reformador, corresponde a la sociedad presionar a favor del cambio. Si tiene éxito en esta tarea, la ahora endeble democracia recibirá un impulso estabilizador.