La aprehensión del ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yárrington Ruvalcaba, es una buena noticia, sin embargo, si se mide la detención del matamorense dentro de la escala del combate a la corrupción que se lleva a cabo desde los Pinos, el gobierno federal sigue quedando a deber.
Además de los ex gobernadores Javier Duarte de Ochoa, de Veracruz, y Cesar Duarte Jaquez, de Chihuahua, que se encuentran prófugos de la justicia acusados de diversos delitos, hay áreas del sector público y el sindical que continúan siendo intocables, como la del STPRM y no pocas instancias de los tres niveles de gobierno que sufren el saqueo de las arcas públicas sin que nadie castigue a los responsables.
El caso que causa extrañeza, a propósito, es que, después de que se daba como un hecho que el mandatario de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, correría la misma suerte que la de los homólogos veracruzano y chihuahuense, una vez que el quinatanorrense concluyó la gestión no ha vuelto a hablarse de él.
El primer gobernador no priista de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, denunció el mes pasado al ex alcalde de Madero, Mario Neri Castilla, como presunto responsable del delito de peculado por 250 millones de pesos, y algunos ediles del Ayuntamiento de Tampico hicieron lo mismo contra el ex munícipe Gustavo Torres Salinas, y varios de los integrantes del cuerpo edilicio de la pasada administración municipal porteña.
Aunque la administración cabecista tiene apenas medio año, las presuntas denuncias penales que se harían contra algunos de los colaboradores del
gobierno de Egidio Torre Cantú no han pasado aún de advertencias.
No obstante que desde la percepción popular, la corrupción que priva en las diferentes esferas gubernamentales es generalizada, realmente son contados los casos de los servidores públicos que son objeto de alguna investigación judicial y mucho más escasos todavía los que son privados de la libertad.
La ex dirigente nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo Morales, por ejemplo, fue encarcelada pero no únicamente por corrupta sino porque se le puso a las patadas a Sansón.
Si el cacareado estado de derecho del que tanto presumen las autoridades fuese real, los responsables de las millonadas de pesos que se destinan a las campañas electorales del Estado de México ya estarían en la cárcel, igual que cientos de ex alcaldes y decenas de ex gobernadores y ex integrantes de gabinetes federales, estatales y municipales que se han enriquecido descaradamente a costa del erario.
Los topes a los gastos de campaña, igual que las leyes de transparencia y más recientemente del llamado sistema nacional anticorrupción causan risa a los ciudadanos que comprueban todos los días como los servidores públicos transas se enriquecen impunemente con el dinero de los contribuyentes.
Hablando de otras cosas, pese a que, según las encuestas previas al arranque de las contiendas por el gobierno del Estado de México, los
candidatos de los principales partidos políticos, Alfredo del Mazo, del PRI, Josefina Vázquez Mota, del PAN, y Delfina Gómez Álvarez, de MORENA, empezaron empatados las tareas proselitistas, a una semana de iniciadas las campañas una medición del periódico el Universal asegura que el tricolor está a la cabeza con 21 puntos, Morena en segundo con 17.4 y Acción Nacional en tercero con apenas 14.
En el sur de Tamaulipas, sondeos realizados por la empresa Heras Notitécnia indican que en la carrera presidencial del 2018 AMLO es el puntero con 30 puntos, Margarita Zavala segunda con 15 y Miguel Ángel Osorio Chong, tercero con 13.
Los que parece que están empatados, por lo menos en las fotografías de las concentraciones que ambas agrupaciones realizaron en la capital del país, son el Movimiento Regeneración Nacional y el PRD. El Partido de la Revolución Democrática llenó el zócalo el jueves pasado y el del Peje la explanada del Monumento a la Revolución.
Sin embargo, el detalle que llamó la atención en la reunión del Partido del Sol Azteca encabezada la dirigente nacional, Alejandra Barrales Magdaleno no fue la concurrencia, sino la ausencia del Jefe de Gobierno de la ciudad de México, Miguel Mancera, quien parece que no quiere que le pongan todavía el sello perredista.
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