En el regulado mundo de los medicamentos, la inversión de tiempo y dinero necesario para sacar un nuevo fármaco al mercado se ha multiplicado y ronda los 14 años y los mil millones de euros. Esta limitación ha llevado a los investigadores a pensar en métodos alternativos para encontrar nuevos usos a viejos fármacos. Uno de esos caminos es revisar los efectos adversos o secundarios.
Así, recientemente se ha encontrado que los inhaladores Ventolín, un tratamiento contra el asma, podrían prevenir los partos prematuros, y que el arsénico, el famoso veneno, podría reutilizarse como tratamiento contra la leucemia. Aunque estos todavía se están investigando, hacemos un repaso a los casos en los que el efecto encontrado por casualidad ha dado más repercusión al medicamento que el propósito original.
Sildenafil (Viagra):
El reciclaje de viejos fármacos para nuevos usos llega incluso a uno de los fármacos más vendidos de todos los tiempos. La viagra no fue concebida como el tratamiento para la disfunción eréctil que logró facturar mil millones de dólares anuales en sus dos primeros años de comercialización, sino como un medicamento para tratar la hipertensión. A mediados de los noventa, en Reino Unido, la farmacéutica Pfizer comenzó los ensayos clínicos para probar la eficacia del sildenafilo frente a la angina de pecho y la hipertensión pulmonar. Buscaban un fármaco que pudiera relajar los vasos sanguíneos, ya que la angina de pecho estrechaba los vasos que debían llevar la sangre al corazón.
Los resultados fueron decepcionantes. El laboratorio estaba a punto de abandonar los ensayos, cuando algunos voluntarios volvieron para informar de un inusual efecto secundario: habían ‘sufrido’ un gran número de erecciones. En 1996, Pfizer decidió patentar el fármaco. Antes de su lanzamiento comercial en 1998 no había ningún tratamiento oral para la disfunción eréctil, que debía ser tratada mediante una inyección o con un implante protésico. Así, gracias a un tratamiento fallido para la angina de pecho, se descubrió una de los medicamentos más prescritos del mundo.
Talidomida
Si la viagra es un ejemplo del potencial comercial del reposicionamiento, el de la talidomida muestra un caso todavía más radical: el primer y brutal efecto secundario encontrado a este fármaco lo llevó al desastre y, sin embargo, una nueva investigación ha situado sus otros efectos como un posible tratamiento para el cáncer o la lepra. La talidomida fue comercializada por el laboratorio alemán Chemie Grünenthal entre 1957 y 1963 como sedante para calmar la ansiedad, el insomnio, las náuseas y los vómitos en mujeres embarazadas. Se vendió en casi 50 países y solo en Estados Unidos se impidió su distribución. La Agencia del Medicamento (FDA) se negó a darle el visto bueno a la espera de tener más datos sobre su seguridad.
En 1962, los médicos pediatras Claus Knapp y Widukind Lenz publicaron un artículo en el que alertaban de la relación entre la ingesta de talidomida durante los primeros meses de embarazo y graves malformaciones en los fetos. Los bebés nacían sin piernas ni brazos y, en ocasiones, también con problemas en órganos internos. Se estima que alrededor de 10.000 niños fueron afectados por este fármaco. Este caso endureció los controles de seguridad necesarios para sacar una molécula al mercado y es posible que, en parte, el desarrollo de un nuevo medicamento sea hoy tan difícil por lo que sucedió entonces.
Sin embargo, medio siglo después, la talidomida se emplea para combatir varias enfermedades, desde el cáncer a la lepra. En 1979, se empezó a usar para el tratamiento del síndrome de Behçet (una enfermedad reumática crónica). También se han descrito sus propiedades antiangiogénicas y se han comprobado resultados favorables en el mieloma múltiple. Eso sí, con nuevas precauciones para evitar que ninguna embarazada vuelva a tomar el medicamento.
Loción sorpresa para la calvicie
Minoxidil (Rogaine)
La búsqueda de tratamientos contra la caída del cabello se remonta hasta 400 años antes de Cristo. Hipócrates, uno de los padres de la medicina, encontró una receta para prevenir la calvicie: había que aplicarse una mezcla de opio, rábano picante, excrementos de paloma, remolacha y varias especias sobre el cuero cabelludo. El consejo no funcionó, ni siquiera en el propio Hipócrates. Pero desde entonces no ha cesado la aparición de remedios tanto caseros como científicos. Alguno de ellos incluso ha aparecido por casualidad. Es el caso del minoxidil, comercializado como Rogaine para tratar la calvicie.
El minoxidil es un vasodilatador que, en principio, se usaba como un tratamiento para la hipertensión bajo el nombre de Loniten. Durante los ensayos clínicos, se descubrió que algunos pacientes que estaban tomando el fármaco presentaban un aumento del vello corporal, tanto en el cuero cabelludo como en otras zonas del cuerpo. Los doctores etiquetaron esta condición como hipertricosis. Los investigadores de la compañía farmacéutica Upjohn Corporation tomaron este efecto secundario y desarrollaron una loción para aplicar directamente sobre el cuero cabelludo para luchar contra la alopecia. En 1988 el Rogaine empezaba a comercializarse por separado.
Un mismo fármaco para la próstata y la alopecia
Finasterida (Propecia, Proscar)
La finasterida ha vuelto a cobrar protagonismo desde que se conoció que el recién nombrado presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, la utilizaba. Su médico aseguró al New York Times que Trump tomaba este fármaco para un tratamiento de próstata. Sin embargo, esta revelación fue vendida como que el nuevo presidente estaba tomando medicamentos contra la caída del pelo. Esta aparente contradicción se debe al origen y posterior reciclaje del medicamento.
Aunque la finasterida suele estar asociada a los tratamientos contra la calvicie, originalmente fue comercializado como un tratamiento para la hiperplasia benigna de próstata, bajo el nombre de Proscar. En 1992 la agencia estadounidense de medicamentos aprobó su utilización para este propósito y no fue hasta 6 años más tarde que el fármaco se reposicionó, con el nombre Propecia, como un tratamiento para la alopecia. Los investigadores descubrieron que una menor dosis de finasterida (de 5 habitual en el Proscar a 1 miligramo) podía pasar de un uso médico a otro cosmético.
En ese momento no había muchos tratamientos orales, ya que la mayoría —como el minoxidil— eran lociones y champús. Pronto se convirtió en el nuevo fármaco estrella y permitió a Merck, la compañía farmacéutica que fabricaba ambos medicamentos, rentabilizar su inversión con el Proscar, que nunca consiguió el éxito esperado.
El antiviral que cura cuatro tipos de cáncer
Gemcitabine (Gemzar):
La gemcitabina que comenzó siendo un posible antiviral, un antibiótico relativamente común, se reorientó como tratamiento contra el cáncer. Este medicamento fue sintetizado en el laboratorio de la gran farmacéutica Eli Lilly a principios de 1980. No fue hasta una década más tarde que los ensayos clínicos mostraron que podía acabar con las células de leucemia in vitro. Gran Bretaña fue el primer país donde se empezó a comercializar, en 1995.
En la actualidad la gemcitabina se utiliza como agente quimioterápico para el tratamiento de distintos tipos de cáncer, incluyendo cáncer de pulmón, de páncreas, de vejiga y cáncer de mama. También se está investigando su utilidad para otros tumores como el cáncer de esófago y los linfomas.
Con información de OpenMind.