La fuente no goza precisamente de confiabilidad, pero sin duda sí aborda un tema que cala hasta a los huesos en la sociedad tamaulipeca.
Ayer, el señor Guillermo Gutiérrez Riestra, líder de un movimiento denominado Colectivo de Personas Desaparecidas, encabezó una protesta para exigir a las autoridades algo inesperado: la apertura de las fosas comunes que existen en el Estado para verificar el ADN de quienes ocupan esos espacios.
Sea quien sea el demandante y sea cual sea el organismo participante, es lo menos importante. Lo que sacude hasta las fibras más íntimas, es que su petición exhibe de manera dramática la desesperación que agobia a miles y miles de familias tamaulipecas, al no saber lo que sucedió con sus seres queridos perdidos en esa cruel guerra contra la delincuencia desatada desde el infausto sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Y no les falta razón en esa propuesta.
No se entiende cómo es posible que las pruebas de ADN aplicadas a los cuerpos coincidan solamente en algunos de los casos registrados en la base de datos manejada por la Procuraduría General de Justicia del Estado desde el sexenio de Egidio Torre. Pareciera que la anterior administración sólo atendió un
protocolo para cubrir las apariencias, como se hizo en Veracruz donde se falseó información para llenar un expediente.
Así, dos dudas afloran.
¿Quiénes son entonces las personas inhumadas en esas fosas comunes?…¿En dónde están entonces los desaparecidos cuya ubicación demandan sus familiares?
Habrá quienes cuestionen los números manejados por el Colectivo mencionado, los cuales oscilan según ese organismo en las 100 mil víctimas del 2010 a la fecha actual, porque una cifra de esa dimensión nada más en Tamaulipas podría significar que en el país hay más de un millón de desaparecidos –Dios sabe si eso es real– pero si sólo fuera la mitad de esa centena de miles o si sólo fueran 20 mil, bastaría para entender la enorme tragedia que atenaza a nuestro Estado.
Lo cierto y lamentable es que hasta ahora quienes reclaman en Tamaulipas saber de sus padres, hijos, hermanos, esposas y esposos o seres queridos, viven un
doble drama:
Por un lado no tienen la menor idea de si esas personas viven o por lo menos de su paradero y por otro sufren un burocratismo que en la mayor parte de los casos atiborra las gavetas de pendientes y avanza a paso no de la tradicional tortuga, sino de caracol.
Y para cerrar estas líneas, hay que reconocer que tal vez Gutiérrez Riestra no sea considerado el mejor representante para esas personas, pero el evidente
desinterés de las autoridades a estas circunstancias patéticas es una verdad absoluta, lo que le otorga legitimidad absoluta a los planteamientos de quienes, al igual que los desaparecidos, también son víctimas…
Prevención, divino tesoro
Una frase coloquial se hizo presente durante las intensas lluvias que se registraron en Victoria en esta semana: La capital “pasó la prueba del agua”.
Ciertamente se sufrieron múltiples problemas por las precipitaciones, pero los anegamientos que hacían de la ciudad una laguna esta vez no aparecieron, gracias a dos factores: la limpieza previa de drenes que llevó a cabo la COMAPA y la colaboración de la población.
Lo positivo es que durante las tormentas los drenes pluviales funcionaron y operaron al cien por ciento, como lo confirmó el reporte emitido por Protección Civil Municipal, gracias a que en los últimos seis meses han sido retiradas mil 600 toneladas de desazolve de drenes pluviales, por el mantenimiento preventivo que coordinan el Presidente Municipal Óscar Almaraz Smer y el Gerente General de la COMAPA, Gustavo Rivera.
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