El mismo día y sin honores, el PRI perdió a dos de sus ex presidentes, Felipe Garza Narváez y Humberto Moreira, uno ex líder en Tamaulipas y el otro ex líder nacional, uno se fue porque ya no le gustó estar donde antes estaba muy bien y el otro porque lo echaron.
Así es mis queridos boes, ayer por la mañana Garza Narváez, sin bigote, se sentó ante un buen puñado de periodistas en Ciudad Victoria para confirmar lo que él mismo había adelantado al menos un día antes, se había ido del PRI tras décadas de militancia y de ocupar cargos que gracias a ello logró.
“El Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas se encuentra en el abandono y en consecuencia, la militancia de la que formé parte también está abandonada. No existe guía, ni dirección, ni rumbo”, dice la carta de renuncia que entregó en el PRI
“Amigas y amigos: les extiendo una mano cordial y sincera como despedida. Seguiré, desde donde la vida me lo permita, realizando la actividad que más me apasiona: la política”.
Autocalificado como víctima, Garza Narváez, ya en rueda de prensa, respondió tajante que no es un traidor, que no es desleal, aunque los memes políticos de ayer y de antes no coinciden con su versión.
“Yo no traiciono, el partido nos abandonó a nosotros”, dijo “La lealtad (la suya) está en los resultados en donde yo participé, la lealtad está en los ecos de los dos edificios de los Congresos cuando yo subí a la tribuna a hablar sobre mi partido, defender nuestras causas, la lealtad está en que nunca hubo encomienda que se me hiciera que yo no atendiera”.
Pero también dejó bien claro que no se va de la política, no quiso decir a qué partido irá a parar, pero dejó abiertas todas las posibilidades, como si existieran todas las posibilidades.
Hay quienes le ubican en MORENA, partido que ha sido el destino de los priistas que ya no están a gusto en ese instituto, que se dicen no atendidos, que creen que como dicen las encuestas, que AMLO va a ser presidente y por lo tanto en ello fincan su posibilidad de no estar fuera de los presupuestos públicos.
Insisto, Felipe no dijo a dónde va, no dijo que alguien lo haya invitado a algún partido, pero se dijo agente libre, dueño de su carta para ir a donde él quiera. A ver quién lo quiere.
Todo el día traje en la mente el tema de la renuncia de Felipe Garza y los motivos que esgrimió para irse, que en una síntesis arbitraria serían: la desatención y el abandono de ese partido a sus militantes y el desgarriate que es el comité estatal.
Me pregunté si a alguien con el nivel que tuvo Garza Narváez en el PRI de Tamaulipas le quedan esos pretextos para irse.
Porque Felipe no era un simple militante, delegado por todos lados, tres veces diputado local, subsecretario de gobierno, líder del Congreso, dirigente estatal y uno de los coordinadores de la campaña de Baltazar Hinojosa, lo hacen a él uno de los destinatarios del reclamo de los priistas de abajo que se quejan de ese abandono del que él habla.
Es decir; a políticos priistas de la talla de Felipe es a los que la militancia les reclama el abandono tras la derrota, porque a él como uno de los más cercanos al primer priista en perder la gubernatura de Tamaulipas, todos los días mucha gente se le acercaba a pedir, a gestionar, a obtener el compromiso.
Pero perdieron y el candidato de la derrota se replegó a pesar de que vino a Tamaulipas y prometió ser el que levantara al PRI y tampoco cumplió, el resto de su grupo compacto, como Felipe, se fueron a su casa a esperar a que de la CD.MX. les arreglaran el tiradero, les curaran las heridas, los reorganizaran, pero nada de eso ocurrió y ayer el ex dirigente estatal, a quien insisto, junto con otros le tocaba encabezar la reconstrucción, mejor se fue.
En las redes se lo acabaron los priistas esos que sí tienen razón de sentirse abandonados, afuera del restaurante donde dio la conferencia de prensa, le dejaron una corona floral de muertos, que rezaba: “Grasias (así con s) Felipe, atentamente priistas de corazón”.
El tiempo dirá el destino del doctor, pero suena a que pronto se convencerá de que los dos grandes partidos ya no tienen futuro y que la tercera vía, la del Peje, es la buena.
El otro presidente, el del PRI nacional, Moreira, se fue por la puerta trasera, acusado de todo en Estados Unidos, con una fama pública en México de corrupto solamente superada por la de Javier Duarte, pero protegido por el régimen de Enrique Peña Nieto.
Al también ex gobernador de Coahuila todo hace suponer que se le vienen días difíciles, porque los gringos apuntan sus dardos hacia él y quiero suponer que Peña Nieto le retirará el blindaje del que ha gozado estos cinco años.
Eso sí, en el PRI, muy dignos, e indignados, ya lo expulsaron, tal vez creyendo que una eventual detención de Moreira los pueda salpicar, como si al tricolor le quedara un pedacito del cuerpo limpio.
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