Andrés Manuel López Obrador debería ser un caso para un estudio social y en un extremo, hasta religioso. Hay razones para pensar así.
Para tratar de explicar esa percepción, me permitiré antes repasar una serie de acciones a las cuales nadie dudaría de calificar en una administración pública o labor política, como corruptelas, abusos de poder, complicidades o traiciones, entre otros deslices similares. Veamos:
Manejos oscuros y sobreprecios en la construcción de una obra multimillonaria como los segundos pisos viales de la Ciudad de México, colusión con “cobra cuotas” como René Bejarano y su famosa anécdota de las ligas; protección a mete manos presupuestales como el ex Tesorero del entonces Distrito Federal, Gustavo Ponce y sus incursiones en Las Vegas; lujos inexplicables en posesiones y estilo de vida de los hijos; recibir apoyos financieros de delincuentes como el ex gobernador veracruzano Javier Duarte; no trabajar en maldita la cosa y aún así sostener un opulento tren de vida viajando por todo el país sin dar un golpe y sin que el fisco lo haga en el mundo. Y por si fuera poco, nexos incuestionables con Eva Cadena, una recolectora partidista de destino incierto pero de extrema confianza del tabasqueño. Uff. Una larga lista de ilícitos. Y vaya usted a saber los que aún no salen a la luz pública.
¿A qué viene lo anterior?
Bueno, si usted, su vecino, su compañero de trabajo o quien esto escribe, hubiéramos incurrido en alguno de esos delitos, en estos momentos seríamos literalmente quemados en leña verde en calidad de traidores, saqueadores, ladrones, timadores y otras lindezas por el estilo. No tocaríamos baranda, como se dice en el argot policíaco, en el camino a una celda. Algo peor le pasaría a funcionarios priístas o panistas.
Pero eso no sucede con López Obrador.
En todos los casos ya mencionados su nombre y apellidos han quedado en calidad de lazo de cochino. O en lenguaje común; repletos de excremento, por no citar otra frase más cruda.
Y lo insólito: Nada le pasa al Peje. Todo el lodo se escurre por los lados. Ni quiera el mal olor se le queda.
¿Qué hace Andrés Manuel para lograr esa impunidad?
Nada. Así de sencillo. Nada.
El hombre sonríe con desfachatez, asegura que todas son acciones orquestadas por la mafia del poder para dañarlo y como si la verdad absoluta sólo existiera en su boca, niega toda conexión con los indiciados. ¡Y se lo creen!
Pruebe usted a hacer eso si le imputan un delito. Y verá la paliza que se lleva.
Así que mejor ya no pierdan el tiempo lanzándole lluvias de fango. Hoy queda comprobado que todo lo que hagan para deslegitimarlo lo fortalece. López Obrador es un claro ejemplo de una vieja frase política que en Tamaulipas ha sido sabia y ladinamente aprovechada por Gustavo Cárdenas Gutiérrez: En México, sabiendo moverse, se gana perdiendo.
Insisto, Andrés Manuel debería ser tema para un libro de texto…
Coordinación productiva
La permanente coordinación entre el Ayuntamiento de Victoria y la Comisión de Agua Potable capitalina sigue rindiendo frutos positivos.
Por instrucciones del Alcalde Óscar Almaraz Smer, el Gerente General de la COMAPA, Gustavo Rivera Rodríguez se reunió con autoridades federales y estatales para acordar el refrendo de las medidas normativas en el control del agua potable que se distribuye gratuitamente y/o con costo por parte de particulares, a través de pipas y de manera sistemática en colonias del poniente de la ciudad, con el objetivo básico de brindar estrictas medidas de salubridad en la dotación del vital líquido a los victorenses.
Para fortalecer ese beneficio a la población, Gustavo Rivera, en seguimiento de la política humanista del alcalde Óscar Almaraz, giró instrucciones para desarrollar en los próximos días un curso de capacitación a los operadores de estas unidades para eficientar la entrega gratuita del líquido en las colonias durante la próxima temporada de estiaje y que su manejo se dé con medidas estrictas de salubridad.