Hace algunos días me enteré por voz de una amiga que la Sra. María Teresa Cruz de Oliva, había fallecido hace un par de meses en la ciudad de San Luis Potosí, de donde era originaria.
La señora Tere fue un personaje peculiar que distinguía dos aspectos humanos: su calidad de artista y su calidad de amorosa madre de familia.
Como artista concilió el arte con una voluntad de ser. Inclinada por el arte desde sus tiempos de juventud hasta sus últimos días en que maduró una obra pictórica de grandes ambiciones estéticas, su habilidad para la confección de vestidos la fusionó con su obra plástica.
Curiosamente Tere, a sus
60 años ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, graduándose como Licenciada en Derecho.
Cuando me mencionó que ingresaría a la Facultad de Derecho le pregunté el por qué no ingresar a la carrera de artes visuales.
Siendo una artista por vocación con importantes exposiciones en su estado y en el país siempre se mantuvo ajena a los reflectores, cuidando los lazos familiares y renunciando a los elogios de quienes veían, como yo, a una talentosa artista.
En su casa potosina habilitó un taller donde impartía clases de arte, animando a un grupo de jóvenes artistas.
Le conocí muy de cerca, me brindó el calor de su hogar.
Gocé de su afecto y amistad.
La traté con respeto y admiración porque María Teresa Cruz de Oliva fue una artista valiosa y una generosa e inteligente mujer
que unió a familias potosinas con
familias de Tamaulipas.
Hace algunos meses visitó mi taller, muchos años sin verla, que abrigaron mis emociones y mi inmenso cariño por mi joven amiga llena de amor por su hijos y sus nietos. Esto, es una página de mi vida. El conocer a esta gran mujer.




