Hoy entra en vigor para todo el territorio mexicano el número de emergencias 911, ya conocido por los tamaulipecos desde 2016.
Su uso más común atiende llamadas de auxilio solicitando la asistencia de ambulancias, bomberos y cuerpos policiacos.
En Estados Unidos data de 1963, cuando la marcación se hacía por discado (dial). En los aparatos actuales, móviles y caseros, la numeración distribuida en filas de tres dígitos involucra a dos números ubicados en esquinas opuestas.
Abajo a la derecha, arriba a la izquierda dos veces. La razón para emplear el nueve en lugar del cero se debe a que este último ya está asociado a servicios de larga distancia.
El 911 viene a reemplazar a diversas opciones que en los últimos años habían venido operando en todo el país como 060, 061, 065, 066, 068 y 080.
Los mexicanos le llaman, con todas sus letras, “novecientos once”, mientras que en Estados Unidos es el “nine, one, one”.
Las autoridades deberán estar pendientes de su buen uso y contemplar sanciones contra el abuso. En Victoria aún se recuerda el caso de un jefe de bomberos fallecido en un accidente cuando la motobomba donde viajaba atendía una llamada que a la postre resultó falsa.
Al respecto, es buena noticia que hoy sea posible georeferenciar al usuario cuando emplea un teléfono doméstico.
Más tardado (pero no imposible) identificar un aparato portátil, aunque se sigue dependiendo de la buena voluntad de las compañías celulares.
Educar al usuario
Para el anecdotario se cuenta el caso de un norteamericano que, hundido en una crisis depresiva (y tras haber consumido cierto número de cervezas) llamó al 911 varias veces, ante la necesidad imperiosa de conversar.
Alguien debió haberle informado que en dicho país (y últimamente en la capital mexicana) existen números para gente aquejada por la melancolía y, en razón de ello, tentada por la idea del suicidio.
En Argentina, donde el fútbol llega a extremos de religión, hubo quién llamó al 911 para reportar el robo de dos puntos al equipo Boca Juniors, luego de una mala decisión arbitral.
Algo parecido a la extensa polémica que desató la eliminación del seleccionado mexicano en Brasil, por una falta marcada en favor del equipo holandés.
Episodio que dejó por herencia una frase (“no era penal”) inspiradora de memes y melodías jocosas.
Lo inverso que hoy cantaría la afición del equipo Tigres (“si era penal”) por la reciente derrota ante Chivas, tras un marcaje que definió (eso si duele) el campeonato nacional.
Esperemos que, en los próximos días, si alguien se siente robado en las urnas, dirija sus pasos hacia la dirección correcta que es la FEPADE, Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales.
Organismo habilitado con dos servicios, FEPADETEL para llamada directa y FEPADE-móvil, aplicación diseñada para la denuncia vía celular.
En fin, la instauración del 911 va a requerir de una intensa campaña educativa sobre su correcto empleo. Y las necesarias advertencias contra el abuso.
Prevenir, además, su acceso bien intencionado pero incorrecto. Gente que llama para preguntar sobre el impuesto predial o quejarse por fallas en los servicios de electricidad y agua potable.
Se atraviesa también aquí el tema de la ética institucional en quienes manejan el servicio. Se han dado casos de gente que reporta la presencia de algún grupo delictivo y los mismos malandros son informados sobre la ubicación del denunciante.
O la persona cuyo familiar había fallecido minutos antes en un accidente y recibió la llamada de una empresa funeraria ofreciendo sus servicios.
Cabe aquí la multicitada frase que el poeta romano JUVENAL elaboró 20 siglos atrás, a manera de pregunta: “¿Y quién vigila al vigilante?” (Quis custodiet ipsos custodes?).
BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com
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