7 diciembre, 2025

7 diciembre, 2025

Alerta desestimada

Golpe a golpe

Panegiristas del señor de Los Pinos endosan problema de inseguridad

Persecución de delitos federales, es responsabilidad de la PGR y SSP

Enrique Peña Nieto trata de disfrazar el colapso económico en puerta

Comunión entre sociedad y ayuntamiento recupera imagen de Victoria
 
Los aduladores del señor de Los Pinos que trabajan en los consorcios de la televisión privada allá en la Ciudad de México, son tan torpes que, otra vez, recurren a la descalificación de servidores públicos estatales, ya que así pretenden atenuar los tropiezos del Gobierno Federal en su combate a delincuencia organizada.

Para esos lisonjeros, cuanto suceso violento registran los municipios vecinos de la Unión Americana, no debe alarmar a la población; y menos las autoridades estatales y municipales, según ellos, deben dar la voz de alerta, sino manejar la situación discretamente, aun cuando resulta claro que el clima de terror se da, precisamente, por la presencia de distintos grupos de hampones que se disputan el control de las zonas ante la incapacidad de las corporaciones federales para perseguirlos y diezmarlos, siendo que es de suyo responsabilidad atender lo relacionado con el narcotráfico, contrabando, tráfico de indocumentados, secuestros y todo lo que sean delitos federales.

Basta analizar las estadísticas para confirmar los tropiezos que tiene la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Seguridad Pública Federal en su cometido que de manera irresponsable, los panegiristas del señor de Los Pinos tratan de disfrazar, culpando del terror a los alcaldes y mandatarios quienes constitucionalmente sólo tienen atribuciones para prevenir y perseguir ilícitos del orden común y nunca los federales, porque entonces sí estarían quebrantando la ley.

De ahí que las declaraciones vertidas por algunos conductores de noticieros televisivos sean consideradas parte del juego sucio que se les ha ordenado poner en práctica en contra de todo detractor presidencial, pues golpeando a quienes son oposición creen que acrecentarían su clientela.

En consecuencia lo que ahora escupen hacia arriba esos zalameros podría caerles en pleno rostro, en años posteriores.

Y más cuando hablan de atribuciones sin saber a ciencia cierta qué dice la legislación al respecto.

¿Acaso nunca han consultado la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?
Ahí claramente se establece la responsabilidad de cada nivel de Gobierno.
 
Situación lastimosa
Junto al desempleo y la pobreza, es la inseguridad pública uno de los problemas que más lastiman a la sociedad.

El cáncer penetra hasta los rincones más apartados de la geografía estatal, evidenciando tropiezos en la materia. Paso a paso, el hampa ha sentado sus reales y defiende a sangre y fuego el territorio ‘conquistado’ mientras la autoridad federal hasta la fecha, no logra encontrar la fórmula para atenuar, al menos, ese lastre que atenta contra individuos y familias tanto en su patrimonio como en su integridad física y moral.

Ciudades y comunidades otrora pacíficas, han pasado a constituirse en espacios de alto riesgo donde sólo impera la ‘ley de la selva’, sin que exista poder humano capaz de restablecer el orden.

Por el contrario, es harto palpable el tropiezo de las estrategias para frenar los índices delictivos, como lo demuestran los acontecimientos que en Reynosa han tenido lugar en los días más recientes; y eso permite suponer que se cometen en un marco de impunidad constituyendo, además, uno de los principales ingredientes que permiten su propagación.

En reiteradas ocasiones se ha comprobado que el hampa teje relaciones y logra penetrar las esferas encargadas de combatirla, lo que ha sido demostrado cuando se logra detener a facinerosos de alto rango, quienes muchas veces son servidores públicos en activo, lo fueron o sostienen relaciones de complicidad con los mandos encargados de la seguridad pública.

Es más, en el pasado reciente resultaba común enterarse de cómo delincuentes disfrazados de policías, mediante estipendio, lograban colarse a las mejores plazas –este mal quizá aún se practica–, a fin de estar cerca de los ‘señores’ y poder servirles adecuadamente.

Secuestros, violaciones, robos, tráfico y venta de estupefacientes, así como viles y cobardes asesinatos, forman parte de una larga lista de modalidades criminales que llenan a diario los espacios y tiempos de los medios de comunicación masiva y siguen al alza. Todo ello daña la credibilidad hacia las instituciones federales encargadas de la seguridad, hasta el grado de que la población agraviada ya exhibe hartazgo y miedo justificado.

Sólo cifras alegres y pretextos escuchamos por doquier por parte de los encargados de combatir el crimen, que, desafortunadamente, avanza a pasos firmes en nuestro país sin que logren detenerlo las autoridades responsables en la materia.
 

Tendencia a minimizar
Las declaraciones de altos funcionarios gubernamentales que tratan de minimizar el caso, podrían formar parte del guion al que hay que acudir frente a los acontecimientos de esta índole –lo entiendo perfectamente–, pero de ninguna manera se puede convenir que en ello vaya implícita la tentación de negar una realidad que se palpa a diario, como es la inseguridad pública.

Bajo esta óptica tendríamos que aceptar que los crímenes que se cometen diariamente en todo el país, en clara disputa entre mafiosos, son algo normal; “cosas naturales que no trastocan la vida de la gente y ocurren de  manera circunstancial”, como lo han sugerido funcionarios federales, aunque los sicarios tomen como escenario para dirimir sus desacuerdos las principales arterias de los municipios, carreteras y las poblaciones más recónditas.

Igual tendríamos que convencernos de que las armas y balas de grueso calibre –con que los hampones quitan la vida a personas, estén o no en el tejemaneje de la ‘maña’–, son artefactos que llegaron a sus manos  de pura casualidad.

Sugerir esto, es como una aceptación tácita para que los encargados de la seguridad ciudadana se crucen de brazos y no vean ni oigan absolutamente nada que ponga en riesgo el trabajo que desempeñan.

Es, también, como una invitación abierta a vivir en la resignación e indolencia.

Entonces, ¿qué están esperando los funcionarios encargados de combatir en verdad a la delincuencia organizada?
Economía en picada
Aunque Enrique Peña Nieto se niega a reconocer que la economía nacional vive la peor crisis de su historia y que la reparación del daño no habrá de darse
durante lo que resta a su régimen presidencial, hay analistas que sí saben del tema y a través de estudios objetivos, sin ningún tinte partidista ni ideológico, se han encargarlo de advertirle al señor de Los Pinos que hable con la verdad.

Que no trate de tapar el sol con un dedo. Sobre todo cuando aduce que los cerca de 130 millones de mexicanos estamos en recuperación y vendrán tiempos mejores.

Incluso, hay quienes adelantan que si este año no se revierte la tendencia negativa, México caería en un colapso económico, por lo que tendrían que tomarse otras medidas para tratar de mantener el barco a flote, como serían una drástica devaluación de nuestra moneda, la venta de más empresas (todavía) propiedad del Estado y/o un nuevo y mayor endeudamiento externo.

De otra forma, advierten expertos que trabajan como investigadores en algunas de las instituciones más destacadas del país, la economía nacional continuará en picada y el actual régimen presidencial, como los últimos siete que lo antecedieron –encabezados por Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa–, estaría destinado al fracaso.

Más ahora, cuando el régimen actual está a poquito más de un año de concluir.
 
Excesos de gasto
La situación económica que padece México es, ciertamente, en buena parte consecuencia de la crisis mundial, pero igual contribuyen al quebranto el excesivo poder burocrático, la inversión especulativa, el gasto desorbitado de nuestros gobernantes y el pillaje de algunos funcionarios públicos que las últimas cuatro décadas han devaluado el peso en múltiples ocasiones –directamente o disfrazando el hecho con el deslizamiento de nuestra moneda frente a otras más
fuertes, como el dólar y el euro–, convirtiendo el circulante en una divisa poco atractiva para el mercado mundial.

Y en efecto, aquí en México los programas económicos del Gobierno Federal han fracasado a pesar de tantos planes y estrategias sexenales; y han fracasado porque los servidores públicos han hecho con la riqueza nacional los que se les ha dado su regalada gana; porque han gastado ofensivas cantidades de dinero en los procesos electorales, en los viajes presidenciales, en su promoción mediática y hasta en el sostenimiento de empresas fantasmas o, en el mejor de los casos, improductivas.

Un claro ejemplo de esto es que nos dicen que el petróleo es nuestro, cuando el llamado oro negro solamente ha enriquecido a determinados funcionarios. Y todo ese saqueo, obvio, lo han cubierto elevando impuestos, contratando deudas (interna y externa), fabricando dinero o de plano provocando inflación y devaluaciones.

Por eso la economía del país ha fracasado sexenio tras sexenio.
 
La pobreza
Según cifras oficiales, en México existen 54 millones de personas que sufren pobreza moderada y 21 millones sobreviven de milagro en los asentamientos urbanos y rurales.

Sin embargo hasta la fecha no existe ningún programa institucional que brinde resultados efectivos contra la miseria, que es uno de los males sociales que al
paso del tiempo se ha vuelto crónico.

La desigualdad entre los segmentos poblacionales es notable.

Por una parte se encuentra la minoría que vive las mieles del primer mundo y la civilización; y en la base piramidal se localizan ejércitos de pobres que no alcanzan a satisfacer sus necesidades elementales de vestido, vivienda, empleo y alimentación.

En el mejor de los casos –y de acuerdo a informes del Banco Mundial (BM)–, las personas pobres en forma moderada viven con menos de dos dólares al día; algo así como 36 pesos.

El organismo también establece que las diferencias por país son generalizadas y se reflejan en aspectos como las desigualdades en ingresos, étnicas, regionales y la diferencia de acceso a los servicios básicos.

Por décadas –y pese a las ‘buenas intenciones’ de los hombres y mujeres que han arribado al poder y se han comprometido a combatir este flagelo–, el fenómeno continúa y eventualmente se agudiza.

No hay discursos de políticos o autoridades del partido que se trate –izquierda, derecha, centro–, que no aluda al compromiso histórico de combatir la pobreza, sin que ello pase de ser una estrategia de imagen pública o parte de la retahíla de argucias para disfrazar el ignominioso enriquecimiento de algunos cuantos privilegiados.

La visión asistencial del actual Gobierno federal, de ver en cada familia un potencial núcleo de microempresarios –sin considerar las condiciones culturales de la gente–, se ha convertido en un esquema obsoleto e insuficiente para atacar el problema de raíz.
 
Victoria avanza
La administración municipal de Victoria ha logrado avanzar por el camino correcto, pues el Ayuntamiento ejerce una política cercana a la gente.
Y en esto mucho tiene qué ver la sensibilidad política del alcalde, Óscar Almaraz Smer, quien ha sabido escuchar a los ciudadanos y en la medida que ha podido, cumple puntualmente algunas de sus demandas.

En los nueve meses de su gestión, Óscar ha atendido uno a uno los compromisos que contrajo (al inicio de su período constitucional) con la sociedad de esta localidad; y a cambio pueblo y gobierno municipal hoy se muestran como una sola familia y comparten un mismo objetivo: elevar la calidad de vida de quienes aquí pueblan.

Claro es que para lograr esa comunión ayuntamiento-sociedad, ha sido importante el respaldo del gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
El buen entendimiento entre ambos, su firme voluntad para coordinarse y trabajar juntos en beneficio de quienes menos tienen y la sensibilidad que los dos muestran en el ejercicio del poder, son otras coincidencias que en el futuro se traducirá en obras y acciones, seguramente, por lo que ambos personajes gozan de liderazgo.
 
Conflicto albiceleste
Margarita Esther Zavala Gómez del Campo no quita el dedo del renglón, en su cometido de ‘aniquilar políticamente’ a su dirigente Ricardo Anaya Cortés y Rafael Moreno Valle Rosas, quienes le sacan ventaja en el hándicap interpartidista.

Ahora pide que el PAN no se subestime ante una probable alianza, pues primero coquetea con el PRI para impedir que Andrés Manuel López Obrador siga posicionándose de la aceptación ciudadana; y luego con el PRD y Morena, para evitar que el tricolor retenga la Presidencia.

Esta definición que exige la mujer de Felipe Calderón Hinojosa, por supuesto, lleva dedicatoria.
 
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