CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Uno de los grandes vestigios que resguarda una parte importante de Ciudad Victoria es el antiguo Camino Real a Tula, el cual fue la principal vía de comunicación y transporte de la capital al centro del país, lo que permitió un gran desarrollo comercial durante el siglo XIX y la primera mitad del XX.
“Eran las vías de comunicación con la capital, eran caminos que ya tenían una tradición desde la época colonial, sin embargo su acceso era muy complicado, difícil, y muchas veces eran asolados por grupos indígenas que atacaban a los burgueses, a los viajeros, y de alguna manera esto motivaba que se buscarán otras alternativas para trasladarse al centro del país”, explicó el historiador Francisco Ramos Aguirre, cronista de la ciudad.
Entre 1800 y 1880 se le llamó viejo camino a Tula, mismo que no era funcional para los viajeros, fue hasta 1890 cuando el ingeniero José Duvallón trae la infraestructura que lo convierte en Camino Real a Tula.
“Hubo muchos proyectos, pero no se concretaron precisamente por la sierra, el paso era muy difícil, ya para principios de 1890 se organizan los gobiernos y empiezan a trabajar en un proyecto para construir lo que verdaderamente era un camino real, un camino bien hecho, bien trazado, con una infraestructura conforme a la época, con puentes, con accesos bien aplanados”, detalló el historiador.
Y es que el paso por la sierra no era fácil, sobre todo para vehículos de ruedas, por lo que durante mucho tiempo la única manera de hacerlo era a lomo de mula. Incluso éste camino fue tan importante para Tamaulipas, que se considera la principal vía de comunicación utilizada para dar a conocer a los tamaulipecos que había iniciado la Guerra de Independencia.
Autoridades estatales se empeñaron en construir un camino a través de la sierra. El esfuerzo lo inició el gobernador Alejandro Prieto Quintero y continuó con José Guadalupe Mainero Juárez.
“Mainero contrató a los presos de las cárceles de Victoria y Tula, se les daba un pago simbólico, era un trabajo muy pesado, conforme fueron terminando los tramos se colocaron placas con el nombre del ingeniero Duvallón, luego fue inaugurado a principios del siglo XX, eso fue todo un acontecimiento porque ya podían transitar con mayor agilidad los medios de transporte que en ese momento existían. Les hicieron banquete, baile y toda la cosa, fue un
escandalazo”, relató Ramos Aguirre.
Luego su inauguración, uno de los primeros automóviles de aquella época, que transitó por el Camino Real a Tula fue el del ingeniero Montesinos, originario de Jaumave.
Importantes personajes de la historia llegaron a transitar por Camino Real a Tula, por ejemplo la señora Concepción Lombardo de Miramón, esposa de Miguel Miramón, quien fuera presidente de la República. También personalidades de las artes como el famoso poeta potosino Manuel José Othón, que visitó está ciudad capital por una semana aproximadamente, y el destacado escritor y periodista Manuel Payno, quien en alguno de sus libros menciona pasajes de sus recorridos entre Tula y Victoria.
“También transitó un personaje muy importante para la iglesia, Eduardo Sánchez Camargo, él era un obispo rebelde que negó las apariciones guadalupanas y que por eso lo retiraron como obispo de Tamaulipas, le quitaron su autoridad en el estado a finales del siglo XIX y luego él se fue a un ranchito a su ranchito situado cerca del Camino Real a Tula, eran lugares muy bonitos, templados, en la montaña, con climas más benéficos para alguien de su edad”, platicó el cronista.
El Camino Real a Tula tuvo su mayor auge desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, cuando se construyó la Carretera Adolfo López Mateos.
Es precisamente en la primera mitad del siglo pasado cuando los comerciantes de Ciudad Victoria apostaron por esta importante arteria, uno de los establecimiento más conocidos fue la abarrotera “El Vergel”, su dueño era un destacado comerciante, el señor José García López, quien con el tiempo llegó a convertirse en presidente de la Canaco.
Éste prolífero negocio estaba construido con piedra de río, sillar y aluminio, su mayor auge fue entre 1940 y 1970.
“Esto antes estaba lleno de negocios, bien transitado, había una cordelería donde hacían hilos, más para allá un depósito grande, ahí se ven todavía los cimientos de la abarrotera, una muy grande, también estaba la bodega (actualmente en venta) donde descargaban grano y ésta casa, la más grande de por aquí, donde vivió el señor Fermín González, estaba bien bonita la casa, ellos eran la familia más rica de por aquí”, platicó Aniceto Puga Ramírez, quien tiene su domicilio en esta calle desde que nació, hace 73 años.
Actualmente al recorrer esta antigua arteria aún se puede observar algunas construcciones con piedra de río, una iglesia bautista, otra evangélica, la gran comisión cristiana, unas oficinas de gobierno, un local utilizado por un grupo de Alcohólicos Anónimos, la quinta “Los Nogales”, que rentan para eventos sociales, y más adelante el magnífico estado de conservación de los monumentales muros de contención que le dan soporte al camino.
“En la década de los setentas aproximadamente los negocios fueron cayendo, ya con la iwnauguración de la vieja carretera esa vía se fue quedando sola.
Hay familias que aún siguen habitando ahí, como la familia de los Berrones, muy conocidos, ellos han vivido ahí de generación en generación”, destacó Ramos Aguirre.
Los vecinos cuentan que de aquella importante vía de comunicación ya no queda mucho, aquellos prolíferos negocios terminaron por cerrar, las envidiables fincas fueron abandonadas y las fastuosas casas ya están deshabitadas, de aquella estampa de la época de bonanza sólo quedan los recuerdos.