Desde julio de 2016, una cascada de sucesos inéditos se han registrado en varios entornos de Tamaulipas.
Y la política desde luego, no es una excepción. Uno de los casos que salta a la vista en ese sentido es el del Partido Revolucionario Institucional.
¿Recuerda usted alguna ocasión en que se hayan postulado formalmente ante el Comité Ejecutivo Nacional de ese organismo siete aspirantes a la Presidencia estatal?… Su servidor por lo menos, no.
Sería ocioso citar nombres y apellidos de los aspirantes porque además de que prácticamente ya todos los conocen, lo importante no es el número sino lo que esperan alcanzar quienes alientan la esperanza –y otros tienen la seguridad– de tomar el mando del tricolor tamaulipeco.
Queda claro: Hay mucha más carne en el asador que la simple dirigencia de ese instituto. Y la más visible es la posibilidad de convertirse en el eje rector de las decisiones electorales del Revolucionario en el 2018 y 2019.
En otras palabras, si ya no existe temporalmente en Tamaulipas la figura del “Primer Priísta” del Estado, como se le llamaba eufemísticamente a los gobernadores, quien ocupe su lugar será sin lugar a dudas el líder del partido arropado por los comités municipales, si el dirigente es capaz no de controlarlos, sino de llegar a un acuerdo con ellos.
Lo anterior no es un castillo en el aire ni una ocurrencia. La aparente derrota anunciada del PRI el año entrante en el reemplazo del Presidente de la República, volvería a convertir a los mandatarios priístas, como sucedió en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, en auténticos reyes de sus comarcas. Y si por añadidura no hay gobernador priísta como sucede en nuestra patria chica, en automático el mandamás será el Presidente del Comité Directivo Estatal. Bastan dos dedos de frente para prever ese panorama.
En este escenario virtual es en lo que deben pensar los consejeros que se alistan para votar por quién será su pastor en la etapa más complicada que en nuestra Entidad ha sufrido el tricolor en toda su historia.
Si los votantes no se definen por un guía con la credibilidad, solvencia política y capacidad de convocatoria sobre grupos, grupitos y grupotes, estarán cavando una nueva tumba para su partido mucho más honda.
Y no se trata de que en Tamaulipas sea indispensable que el PRI resurja como fuerza política, pero aunque no lo crea sí es necesario, como lo es también la presencia sólida de otros partidos, llámense MORENA, PRD o el Club de Tobi.
¿Por qué?
Porque ya se han dado pruebas amargas de que es insano que una sola facción aglutine todo el poder de decisión. La mejor prueba de eso es precisamente lo que sucedió en esta geografía con el Revolucionario Institucional, que por no tener contrapesos reales durante décadas cometió abusos, creyó que la luna era de queso y sólo para ellos, se pervirtió y terminó por naufragar.
Y lo que sigue es sólo un buen deseo.
Ojalá que en Tamaulipas resurja el PRI, ojalá crezca MORENA, ojalá rescaten al PRD y ojalá que Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza, el Verde Ecologista y las comparsas restantes se decidan a ser realmente auténticos partidos competitivos y hagan del entorno político y especialmente del electoral una muestra de participación democrática, no de habilidades para armar cochupos en oficinas oscuras.
Disculpe mis devaneos mentales. Ayer amanecí romántico y por eso me acordé de una vieja frase:
Se vale soñar…
Oído al pasar
“Estas redes sociales no tienen palabra; un día te suben al cielo y al siguiente te hunden en el infierno; si confías en ellas estás jodido…”
Anónimo
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