Si una de las facultades metaconstitucionales decisivas del presidente de la república salido del PRI (Jorge Carpizo) es la designación del candidato-sucesor inmediato, hay una articulada: dejar armado un grupo de poder para incidir en la siguiente seis años después, dos sucesiones en una. Es el modelo del presidencialismo de Álvaro Obregón que el presidente Peña Nieto tomó como eje de su tesis de licenciatura.
Hasta ahora ningún presidente saliente de la república en la era priísta ha podido conseguirlo, pero no por menos han dejado de intentarlo. Luis Echeverría y Carlos Salinas de Gortari fueron los que hicieron más intentos por alcanzar esa meta de dos sucesiones sucesivas, pero las reglas del sistema –el poder es absoluto pero sexenal– terminaron por imponerse. Obregón estuvo a un tris de lograrlo: puso a Plutarco Elías Calles, modificó la Constitución, se presentó a la elección y ganó otra vez la presidencia, pero fue asesinado.
La designación del candidato presidencial del PRI para el periodo 2018-2024 puede verse a través de dos enfoques metodológicos importantes, sobre todo si Peña Nieto reinserta la liturgia en las prácticas políticas priístas.
En 1993 el politólogo Alfonso Zárate, en su Carta de Política Mexicana quincenal, desarrolló un modelo para intentar identificar al candidato sucesor de Salinas de Gortari. Definió once variables políticas que tenían que ver con el candidato finalista: perfil de los aspirantes, congruencia con el proyecto presidencial, relación con el presidente, red de alianzas y antagonismos con el sistema político, red de alianzas y antagonismos fuera del sistema político, desempeño de sus tareas, red alianzas y antagonismos con los hombres del presidente en turno, desempeño anterior, equipo de trabajo, ramo a su cargo, perfil de la familia. A cada variable la dotó de puntuación.
Tres días antes de la nominación, el resultado conjunto del estudio llegó a una conclusión. Indicador Político del domingo 28 de noviembre de 1993, justo el día del destape oficial del candidato, publicó el resultado: “El candidato (de acuerdo al modelo Zárate) debe ser Camacho, pero será Colosio”. El estudio del profesor Zárate confirmó que la decisión presidencial del candidato es facultad personal del presidente saliente.
En 1979 (1981 en español) el politólogo estadunidense Peter H. Smith publicó su estudio Los laberintos del poder. El reclutamiento de las élites políticas en México, 1900-1971, un análisis de currículos de miles de funcionarios. Su conclusión fue la definición de 22 reglas para hacer política en México. Esas reglas han variado pero el regreso a la liturgia política priísta con Peña Nieto las ha revalidado. Y ahí hubo una que es clave: la 2 señala “ingrese al PRI”.
Un presidente de la república que no milite real y formalmente en el PRI y que no acepte las reglas no escritas del sistema priísta sería el fin histórico del PRI. Zedillo se había afiliado al PRI desde joven pero nunca respetó al partido, la víspera de las elecciones prometió una “sana distancia” del PRI y no vaciló en dejar ganar al PAN la presidencia en el 2000.
Y como en la candidatura priísta del 2018 se perfila la candidatura priísta del 2024, entonces hay que atender a la regla de oro del sistema político priísta: el candidato debe ser del PRI, así como Peña Nieto ha sido priísta. Un no-priísta o colaboracionista-panista sería el fin del PRI. “Lo priísta casi no se cuenta, pero cuenta mucho”.
Política para dummies: La política eficaz es la que dicta y se ajusta a sus propias reglas.
Sólo para sus ojos:
Si se recuerda, el acto de destitución de un funcionario por no acatar un amparo –hoy con el delegado perredista en Venustiano Carranza– fue el que quisieron aplicarle a López Obrador en 2004 por no acatar un amparo. Sólo que entonces el tabasqueño se la ingenió para politizar el acto y convertirse en víctima, pero el fondo fue el abuso de poder de no atender un mandato judicial.
Los damnificados por los terremotos se han convertido en carne de cañón de famosos para hacerse propaganda. La socialité París Hilton acudió a Xochimilco a entregar regalos, pero lo hizo para sacarse la foto y aumentar popularidad personal. Y otros cantantes extranjeros han hecho lo mismo: no donan efectivo sino regalos y sacan más tajada publicitaria con fotos que los hace ver compungidos… o sonrientes con la tragedia de los pobres.
Un error político del subcomandante Marcos al empujar a una lideresa indígena a la candidatura presidencial independiente, sin contar con infraestructura ni recursos.
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