Se busca afanosamente en los anaqueles entre objetos botados y cosas que apenas se sostienen.
En sofisticados estuches, las cosas de mayor valor
Son casi intocables. En cajas destartaladas, las cosas se botan solas.las manos, las decenas de manos buscan, se aprietan las cosas, se soban, otras se deslizan con delicadeza con objetos, cosas, instalaciones, formas
que se van haciendo con la manos que acarician y gozan a los objetos, vientos de objetos y que toman una y mil firmas.
Los objetos de alto costo san fortificadas. Poco se paga en efectivo, se extienden cheques y tarjetas de crédito . Son coas de alto costo. También en otros
espacios desfila la chucherías, objetos de bajo costo, cosas llegadas al país de contrabando, cosas de mala calidad de origen chino.
Cosas que se descomponen fácilmente y se quiebran. Pero también delicados objetos eléctricos que nos trasmiten un mundo de ensueño.
La búsqueda impera en la necesidad de hacer el mejor regalo, en acertar con el regalo en la aceptación y el disfrute del obsequio. Regalar es un punto de quiebre de lo necesario y la vanidad y el costo del mismo. «Lo útil y lo bello » de Kant.. Lo útil necesario y lo inútil y la vanidad.
Las cosas, los objetos, tienen direcciones distintas, las cosas para los ricos y las cosas para los pobres.
Y las otras cosas, las invisibles, las intangibles, para los desposeídos, para quienes no tienen nada ni en sueños. Son los millones de pobres y los millones de desposeídos contra los que medio tienen. Unos pocos, millares, que lo tienen todo. Las cosas son buscadas afanosamente en estos días de presunto calor humano.
Pocos, muy pocos, buscan encontrar el amor, los afectos, la generosidad y el amor sincero en las cosas. Se busca sin encontrar. Tal vez para dar, se requiere una entrega espiritual. El regalo que Dios nos ha dado para nuestros semejantes.
El amor al prójimo, el olvidado amor al prójimo. El regalo de nuestros sentimientos, el verdadero regalo que nos acerca a Dios.
