20 diciembre, 2025

20 diciembre, 2025

Crónica urbana

Bustamante, la Tierra de los Lugo

Crónica Urbana

Enclavada como un tesoro en el torrente de la Sierra Madre se encuentra Bustamante en la alta y baja montaña de un paisaje onírico en los bombones de nubes y el desfile gris y verde de las cactáceas que se elevan y bajan en los confines áridos y el sonar del viento en sus espadas apuntadas al cielo. El maravilloso cielo de Bustamante, único, vertical que se clava en el pueblo envuelto en la magia y la protección de su Santo Patrono San Miguel Arcángel.

Allí nació mi madre, Paulina Lugo Pérez, en la cadencia de las mañanas y las alforjas de la lluvia, en los coros tempraneros de los pericos y la ácida vibración de los cuervos serranos y las variaciones de calandrias y de chinchos.

Bustamante, de las minas bordadas por el oro molido por el tiempo, de los aljibes que se quiebran desde el azul del cielo. Mi madre, Paulina Lugo, bebió de sus encantos de tierra prometida, en los mantos de sombra, en el grueso sol de mediodía y en las calles empedradas de una tierra edificada en el centro de la tierra.

Bustamante, ha vivido cotejado por el viento y por el olvido, y conserva gracias a sus altibajos en el paisaje de la tierra de montes una gran parte de su magia de pueblo heroico en las alturas.

Y sucede que en las ocurrencias, desastrosas de autoridades de cerebro limitado, adobado en la ignorancia y la falta de mirada ante un paisaje límpido de formas que llaman al corazón y a la memoria han puesto tala a sus calles empedradas en la disecada capa del asfalto, que produce “Vitamina D”, o sea dinero, en las partidas presupuestales que contemplan el arrastre de las calles, las antiguas calles que el mismo tiempo del olvido ha protegido de las talas estúpidas de funcionarios.

Incapaces de sentir, de gozar, de cultivar el privilegio de ser pueblo amigo protegido por la naturaleza que Dios le dio.

Lamentable que en Bustamante destruyan por los sencillos y apretados güevos de funcionarios de obras que no han calzado pie alguno o pata rajada sobre el sabroso empedrado que envuelve a este pueblo mágico.

Ingratitud de quienes deberían defender las mejores causas para este pueblo serrano y altivo.

Porque nos es posible que se aglutinen tantas tonterías para realizar cambios bajo el supuesto progreso. No debemos permitir que el asfalto bañe de calor y destruya el paisaje bucólico de este pueblo hermoso donde nació mi Madre, esa parte de Los Lugo que nos pertenece.

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