A partir de la llegada de Enrique Ochoa Reza a la presidencia nacional del PRI, se detuvo la marcha ortodoxa del partido. A simple vista, cambiaron las formas y el fondo para dirigirlo.
Para empezar, se dejó de hacer política territorial y de cuerpo a cuerpo, para privilegiar designar candidatos que tuvieran la cercanía con algún prohombre del régimen.
Luego, el recién nombrado cometió un pecado capital: se rodeó de amigos personales ajenos al PRI. La idea es que su séquito le ayudaran a utilizar la estadística y la metodología, que aprendió en la carrera de Ciencias Políticas en Universidad de Columbia en los Estados Unidos de Norteamérica, para medir la eficacia de las tareas del PRI. Todo indicaba que deseaba tecnificar al PRI, tal y como se lo ordenaron.
No se omite reconocer que la nomenclatura no lo recibió con los honores esperados, o lo que es lo mismo, su llegada al PRI, no cayó bien. Se habla incluso que le hicieron “el vacío”, vaya pues, lo dejaron solo.
Poco después de su arribo, los medios descubrieron que se había liquidado con un bono de más de 6 cifras al renunciar a la Dirección General de la Comisión Federal de Electricidad. Liquidación dentro de una dudosa legalidad, pero fuera de toda moral.
Ya dentro de la dinámica partidista, también se descubrió que el alto dirigente tiene una vasta cuadrilla de taxis. La cosa es que cuando sus opositores lo cuestionaron sobre el cómo las consiguió y porqué son tantas, se quedó callado.
Ya dentro de la dinámica partidista, también se descubrió que el alto dirigente no ha podido nombrar delegados en muchas entidades del país, sobre todo en aquellas donde el PRI es oposición. Eso tiene irritada a la militancia.
Otra realidad es que Ochoa ha sido un presidente de escritorio, porque a pesar de que él lo asegura, no ha visitado todas las entidades federativas. Eso lo ha alejado de la legitimidad que el líder del PRI debe lograr en los primeros meses de asumir la dirigencia.
El reciente desliz de llamar “prietos” a los priistas que se han ido a MORENA, ha propiciado que la militancia vea como una oportunidad, el pedir su salida, más allá de la ofensa hacia quienes tenemos la piel oscura.
Los cercanos y lejanos a él, también piensan que dicho desliz, es más que suficiente para que le propinaran un cese inmediato. Pero no ocurrió.
Los resultados de la encuesta que apareció en varios periódicos y en especial en el Reforma, y que muchas casas que se dedican a estudios demoscópicos ubiquen a Meade en un lejano tercer lugar, proyectan una triste realidad: el partido de Ochoa Reza, no ha dado los resultados requeridos para que el PRI conserve el poder presidencial.
Vaya que la diáspora que se ha dado de militantes del PRI hacia MORENA, no ha podido detenerse en parte por la apatía del mismo Ochoa y por no tener en su cuadro principal, a gente con las habilidades necesarias para detener el éxodo.
Según se sabe, la cualidad primordial que le vieron el grupo que toma las decisiones en las oficinas pegadas al Bosque de Chapultepec, fue precisamente su capacidad para debatir, pero ante los señalamientos de corrupción en los medios televisivos, Ochoa poco dice y lo que dice, cae al vacío.
“Hace algún tiempo, el peruano y Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa destacó que: “La política ya no atrae a los mejores, la política atrae ahora a los mediocres. Los mejores se apartan de la política porque consideran que la política es sucia, la política es corrupta, y es verdad, creo que el cáncer de la política es la corrupción. Pero eso tiene que ser enmendado, tiene que ser corregido. En primer lugar porque no es verdad que la política sea sólo eso; la política puede ser un instrumento extraordinario de renovación, de reforma social, de lucha por la justicia, de lucha por las oportunidades para todos, así como por un sistema de verdadera igualdad en una sociedad, y eso es lo que hay que inculcarle a los jóvenes, a las nuevas generaciones. Porque si los mejores no van a hacer política, y van sólo los peores, pues efectivamente la política va a seguir siendo sucia, va a seguir siendo corrompida”.
Un amplio sector de la militancia ya quiere que Ochoa Reza deje el partido, en parte porque nunca lo sintieron como uno de ellos y por sus ineficiencias operativas.
La militancia piensa que también va siendo hora que los que pusieron en la Presidencia del PRI nacional, ya piensen en que debe salir.
Y por hoy, lo piden por favor…




