Damián abrió los ojos antes que sonara el despertador e inmediatamente sintió una pesadez en el cuerpo. Batalló para incorporarse de la cama, pero como sabía que le hacía bien hacer ejercicio, se levantó a regañadientes para dirigirse al toilette. En su caminar al sanitario, reconoció que el vocablo toilette correspondía a un extranjerismo utilizado por la clase pudiente de este país. <<Ni modo>>, pensó, <<yo qué culpa tengo de haber nacido en un hogar sin carencias>>.
Al salir, dudó en subirse a la bicicleta estacionaria por el compromiso que ya tenía de asistir al programa matutino más visto de la televisión.
<<No me puedo dar el lujo de llegar tarde. Es un duelo entre titanes y muy delicado por el tema que está en la agenda pública>> reflexionó preocupado.
En eso pensaba cuando se dio cuenta que se había metido bajo el chorro de la regadera sin darse cuenta. Mientras se enjabonaba, repasó los argumentos que le habían preparado los integrantes del “cuarto de guerra” en el seno de su partido.
— Usted ataque al candidato del partido que lo está acusando. Esa es la estrategia para desviar la atención”, recordó que le sugirieron también los consultores de la empresa que tenían contratado para la contención y ataques en los medios.
También se acordó que les había respondido con firmeza: “No estoy seguro que sea la táctica más adecuada para lastimar al candidato tricolor. Si no logramos conectar con el colectivo, va ser un bumerán y nos va a joder más de lo que nos puede ayudar. Creo que es mejor transparentar la compraventa de la nave industrial lo más que se pueda y ahí dejar el tema, hasta que pase el efecto”.
Vestido con saco pero sin corbata para aparentar mayor naturalidad en la pantalla chica, se dirigió a la cocina a servirse un café bien cargado. <<Sirve que despierto y me pongo a tono>>, se dijo antes de salir por la puerta lateral para abordar la camioneta último modelo.
Al subir al vehículo, se inclinó en el respaldo y cerró los ojos. Se molestó al acordarse de la pasada reunión de estrategia, cuando más tardó en verter lo que pensaba que en recibir la llamada del candidato presidencial de su partido quien con voz firme le dijo:
— Sigue al pie de la letra lo que te dicen, tanto los del cuarto de guerra como los consultores, Damián, para eso les pagamos el dineral que nos cobran. Ellos tienen sus métricas y valoraciones para saber lo que hacen. Nos vamos a ir por lo que ellos dicen. ¿Te queda claro?
— Pero déjame decirte una cosa…
— No hay pero que valga —lo interrumpió con dureza. — Tú haz lo que se te dice y asunto arreglado. Ve al programa y pártele la madre a ese pendejo que se dice coordinador de la campaña de “Mit”, como le dice “ya sabes quién” —le dijo emitiendo una sonora carcajada. — ¿Lo harás tal y como se te indica?
— Sí, Riqui. Sabes que siempre te he obedecido en todo lo que me ordenas. Haré lo que se me está indicando al pie de la letra.
Llegó a la empresa televisora con un mal presagio. En el fondo reconocía que su rival en el debate no era una “perita en dulce” y que su amigo Riqui, como le decía de cariño, en verdad lo tenía subvaluado.
<<Creo que hoy no es mi día. Dormí mal, no estoy convencido de la estrategia y aparte, estaré frente a frente con el coordinador de la campaña porque el representante del partido que lleva la ventaja, no asistirá. Creo que ellos sí midieron que el tema de los candidatos señalados que traen en sus listas, les a van a ocasionar un desgaste innecesario. Creo pudimos hacer los mismo hasta que el tema ya no estuviera en la agenda nacional>>, pensó cuando se levantó del sillón donde lo maquillaron en exceso.
Las luces le lastimaron por la mala noche que había pasado cuando entró al set televisivo. En el primer intercambio de ideas, notó que el conductor principal los dejó solos, sin fungir como árbitro como generalmente lo hacía.
Al terminar la primera ronda, se dio cuenta que el coordinador del tricolor lo había conectado y que los argumentos que le había sugerido, se perdían ante el señalamiento de lavado de dinero de su candidato.
Damián se puso nervioso y empezó a sudar de las manos. El rictus de su cara demostraba que estaba perdiendo la batalla y reconoció que el tema de la corrupción de su amigo Riqui, ya estaba muy arraigado en la percepción de la ciudadanía.
<<Lo bueno es que se los dije>>, pensó cuando se percató que el conductor daba por terminado el debate.
—Hasta luego, Damián —, escuchó de su rival de debate antes de salir del set.
<< ¡Qué chinga me puso! >> reconoció. << Hubiera deseado que esto que acabo de vivir hubiera sido un sueño. Bueno, hasta una pesadilla>>.