7 diciembre, 2025

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Crónica urbana

Polvo del Camino, el entorno de las letras

Crónica Urbana

Las palabras en ocasiones se envuelven en la tierra y hay que despejar a mano el polvo del camino. La polvareda, dicen, enrojecen los ojos y nubla la vista, pero se acerca uno a lo que se quiere, esa ánima que se prende a la espalda para empujarnos al hacer, ese acto creativo que sigue a sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Max Ávila, es uno de mis amigos a mi costado que compartió sueños de juventud en ese gusto por las letras, la lectura feroz y a veces sin programa de autores universales que se grabaron en nuestra memoria temprana. Amigo de café, compañero de cuarto en la colonia Portales en la Ciudad de México, amigo de caminatas diurnas y nocturnas en la gran ciudad y gozador del arte y la cultura.

En el Distrito Federal. Hombre tranquilo, padre enamorado de su linda esposa, nunca perdió de vista a su ciudad natal, que como yo, la hemos recobrado en la dulzura y la tragedia de los años más oscuros.

Maxito, Max, es bajito de estatura, nada de pleitos porque perdería en el primer raund. Inteligente, discreto, conversador nos ha entregado su segunda novela, “Rinconada” La historia Prohibida del Maestro Ricardo”, un personaje que parece anónimo, porque todas las causas de justicia y libertad en México acaban por ser anónimas en la tumba y sólo las voces, testigos discretos pueden contar las historia que parecen muertas.

Ya Max Ávila nos había mostrado sus vivencias en un libro que cala en el trabajo periodístico, con una imagen interior de las personas que viven el periódico y el periodismo como un espejo.

“Rinconada”, su reciente novela, abarca la vida de un personaje invisible, pero en la memoria de quienes atestiguaron su valor y apego al deber social de un magisterio casi perdido en la selva de la burocracia y los falsos liderazgos.

Max, autor, se materializa en los ideales de Ricardo, el personaje real o imaginario que vaga en su novela. No como un fantasma de Juan Rulfo, si como un ser invisible que ofrece el pan de las letras y el deslinde de compromiso y deber en la justicia de los pueblos.

Ser maestro, entregar las semillas de las letras son las palabras más importantes en el camino del niño, del joven, sembrar. Maximino nos brinda una visión cercana a su empeño de mirar el campo, los árboles, la vida de escuela y el amor a la vida como testimonial de la valentía y el coraje de los hombres que llevan bajo el brazo el arma más gratificante, el saber de los libros, al pupitres de los marginados, como una arma blanca que atraviesa a la conciencia nacional.

Max Ávila, en el polvo del camino se ha irritado los ojos, pero no ha perdido de vista su memoria, los recuerdos vivos que vertebran su andar. En 2016, el Club de Periodistas de México, le otorgó un merecido reconocimiento, como escritor y periodista de lo cotidiano. Sigamos al autor, que la generosidad de la vida está en su creación y amistad por las letras y el arte.

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