5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Crónica urbana

La Micro-cefalia del Transporte

Crónica Urbana

Sin duda alguna los dirigentes de los micros, esos armatostes que no son micros ni transportes, son humoristas involuntarios.

Porque según declaraciones de uno de sus líderes Ramón Hernández Manríquez, a un matutino, amenaza con dejar de operar el 40 por ciento del micro-infeliciaje, porque según cuenta el humorista dirigente no sacan ni para el petróleo ni el aserrín con que se asean sus chatarras.

Por lo que haciendo acopio de aire y empuje, dice que es mejor dejar de operar el cuarenta por ciento del tonelaje de fierro viejo con ruedas porque no alcanza ni para aventarse un six extra ni un buen kilo de Carnitas Mata.

Y según parla, no es una medida de presión para que el gobierno autorice nuevas tarifas, pues claro, si aumentan la presión revientan las llantas lisas que soportan a los micros.

Ya elevamos nuestras peticiones a la Subsecretaría del Transporte y agrega que a lo mejor nos lo van a pelar por aquello de las próximas elecciones donde vendrán candidaturas del Cáucaso y la Siberia Tamaulipeca.

Y agrega el sediciente líder, “esto no quiere decir que vayamos a parar todas las rutas, simplemente habrá menos carros en las rutas…”

Muy inteligente para las matemáticas ambulatorias, puesto que a menos micros más gente a pata. Y al final los que pagan el pato a pata son los usuarios que dejan de respirar aceite puro y de escuchar la misma canción en las rutas semanales.

Hay que reconocer el buen humor de estos líderes que son muy buenos para los logaritmos y para los ritmos guapachosos de las rutas matinales.

Sería bueno que el H. Congreso del Estado aprobara la Medalla a la Micro-cefálea, como forma de premiar a los ruteros que con esfuerzo inaudito le dan ‘cran cran’ como el alacrán a los microbuses de la ciudad bonita que sigue siendo Victoria tierra querida donde vi la primer luz.

Como cantaba el bien recordado y amoroso cantante Tomás Guillén. Así, Micros vemos, frenos no sabemos. Y para nosotros los de la Tercera Convención de la Edad, pues las nalgas ya no aprietan y duelen en el jurgoneo de un aventurado viaje en micro.

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