1.- La era de los celulares ha creado una ola de accidentes de tránsito de toda índole. Desde esculturas en chatarra a mitad de carretera, trompones contra árboles y guarniciones, pavorosos choques entre pipas, tráileres y camiones de pasajeros.
Los choques son el instante final, la corona funeraria, el último suspiro y el llanto familiar. Los que chocan quedan sin pies ni cabeza y se convierten en zombis en cascajo de la carrocería envueltos al volante con la lengua de fuera y los ojos desorbitados. Las escenas en los periódicos matinales son de pánico, se comparan con las acciones de guerra en los países árabes.
Algunos quedan pasmados con la mira ida como el espía ruso Sergei Skripal y su hija, que los fumigaron con gas nervioso, dejándolos “milando” como chinos.
Escenas terribles en la ciudad. La muerte por auto y pipa se lleva melgas y no deja a pocos y a pocas con las trompas de marrano cuino, incluyendo las trompas de Falopio y la cola de gallina ciega.
El celular es un bello instrumento de la vida diaria pero ocasiona accidentes. A mí, dos personas me han dado por la cola del mi camioneta por ir hablando al celular, digo, los que me dieron por la coliflor.
Y tengo amigos que “lee” como Nuño, nuestro ex ministro de educación, mensajes, culean, maman, con celular en mano. Es increíble la tormenta de crueles accidentes y miles de pesos en pérdidas. Pero no escarmentamos y le damos vuelo a la hilacha. Cada quien que escoja su final como su chingada gana.
2.- La era de los agentes de tránsito. Ayer por la mañana observe una manada de agentes de tránsito. Y digo manada porque mientras surcaba yo la carretera al aeropuerto la nube de agentes detenían de soslayo y/o con disimulo a los automovilistas. Con mis ojos de águila pelona, pude ver cómo los humildes choferes eran pasados con discreción a la báscula. Esto es, que les dejaban caer los dientes incisivos para macarronearlos con las muelas del juicio.
3.- Los agentes son muy importantes. Me han tocado algunos serviciales como si transitara en alguna avenida londinense. Interrogan y según nos ven la cara insinúan el moche. Lo cierto es que son supernecesarios para aliviar la vida loca de una ciudad que por pequeña ocupa el lugar número 10 en violencia extrema mundial. Lo cual es un gran honor. Pero sin deber existir algún lugar donde hagan pedicure a estos agentes de uñas muy largas.




