En las tres últimas contiendas presidenciales aquí ha perdido el tricolor
Los escaños senatoriales, desde 2006, están en manos del albiceleste
García Cabeza de Vaca, con razón, ha protegido a su tierra y su gente
La importancia del papel que juegan los medios en el proceso electoral
Los candidatos deben hacer campaña en terreno. Y no sólo en internet
‘No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza ni deuda que no se pague’, cita un refrán popular.
Y son los políticos precisamente, quienes deben entender y atender esa sentencia, pues ya iniciaron las campañas para elegir Presidente de la República, 128 senadores y 500 diputados federales.
Mientras tanto hacen proselitismo velado los aspirantes a las nueve gubernaturas en juego, 972 curules locales y más de 2 mil 400 cargos edilicios, entre los que se cuentan alcaldes, síndicos y regidores.
Obviamente ninguna justa tendrá el mismo comportamiento, ya que no es igual votar por jefe del Ejecutivo y legisladores federales, que por mandatarios estatales, diputados locales y ayuntamientos, ya que estos conservan una relación más cercana con sus comunidades.
De cualquier forma no deja de atrapar la atención el arranque de las contiendas.
Y menos, cuando se ha suscitado tanto escándalo por los intereses propios de cada grupo, en aras de conservar o arribar al poder.
Aquí en Tamaulipas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha mordido polvo en las tres últimas contiendas para elegir Presidente de la República –en el 2000, su candidato fue Francisco Labastida Ochoa; en 2006 Roberto Madrazo Pintado; y en 2012 Enrique Peña Nieto–, lo que lleva a suponer que este año se reproduciría el rechazo ciudadano hacia la oferta tricolor.
Su contraparte –léase, los victoriosos de esas tres justas–, tampoco le cumplieron al pueblo una vez instalada en el poder, generando encono y decepciones, desconfianza y apatía, por lo que el escenario es incierto, hasta el momento, aun cuando Andrés Manuel López Obrador puntea en cuanta encuesta se levanta para medir su posicionamiento y la tendencia del voto que, por cierto, igual favorece el tabasqueño por amplio margen.
Recuerdo y bien que Tomás Yarrington Ruvalcaba, en un desplante de autosuficiencia, le sugirió a Labastida Ochoa que hiciera campaña en otras entidades (gobernadas por Acción Nacional), pues en Tamaulipas, ‘sobradamente la tenía ganada’, según él.
Pero Vicente Fox Quesada resultó electo.
Seis años más tarde, Eugenio Hernández Flores, como gobernador, le ofreció más de 600 mil votos a Roberto Madrazo Pintado, pero al finalizar el escrutinio, se dio cuenta que Ricardo (‘El Negro’) Gamundi Rosas falló en su comisión, pues Felipe Calderón Hinojosa se alzó triunfante en ésta tierra.
En 2012, el entonces mandatario estatal, Egidio Torre Cantú, ratificó su animadversión al tricolor (jugándole las contras a Enrique Peña Nieto) y ordenó a la directiva estatal priista hacerle ‘al tío Lolo’, para que el voto asistiera a Josefina Eugenia Vázquez Mota, empinando de nueva cuenta al partido que lo llevó al poder.
Incluso aún le juega a las contras.
Acudo a esta referencia porque en el actual proceso, el electorado doméstico muestra animadversión hacia José Antonio Meade Kuribreña, aunque tampoco simpatiza mucho con los otros candidatos: Margarita Ester Zavala Gómez del Campo, Ricardo Anaya Cortés y Andrés Manuel López Obrador, pero de que entre ellos saldrá un ganador, claro que sí, aunque con baja votación.
¿Alternancia senatorial?
La fórmula senatorial del tricolor, compuesta por Yahleel Abdala Carmona y Alejandro Guevara Cobos, debe realizar una campaña intensa para impactar entre quienes votan razonadamente, pues hasta hoy la jerarquía estatal de su partido los ha dejado solos prácticamente.
Por eso no hay que perder de vista a los candidatos de Movimiento Regeneración Nacional (Morena) –Américo Villarreal Anaya y María Guadalupe Covarrubias Cervantes–, ni a los del PAN (Ismael García Cabeza de Vaca y María Elena Figueroa Smith), quienes sin aún hacer tanto ruido ya acalambran a la fórmula priista, con la certeza (de ellos) de repetirle la dosis al tricolor, cuando en las urnas fueron vapuleados Amira Griselda Gómez Tueme y José Manuel Assad Montelongo en 2006; y Manuel Cavazos Lerma y Guadalupe Anastasia Flores Valdés en 2012, respetivamente, aunque la reynosense y el matamorense arribaron al Senado por el principio de primera minoría.
Y, hasta eso, con más pena que gloria.
Ofensa
El agravio a Tamaulipas perpetrado por el gobernador interino de Nuevo León, Manuel Florentino González Flores, al recomendar no transitar las carreteras (de nuestra entidad) rumbo a la Unión Americana, sólo exhibe su malquerencia hacia todo lo que huela al membrete albiceleste, ya que él, antes de convertirse en ‘independiente’, militó y fue dirigente priista, a lo largo de más/menos tres décadas.
Incluso fue diputado local representando al tricolor.
Así que, en un plan analítico, su agresión contra Tamaulipas carece de sustento. Y más, si consideramos las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (NSP), que ubican, en cuanto a denuncias por delitos del fuero común, a Nuevo León con al menos 83 mil 974, mientras Tamaulipas asoma 47 mil 163.
En cuanto a la comisión de ilícitos federales, cierto es que el estado cuerudo rebasa al neoleonés.
Pero allá han sido ‘atrapados’ los ‘peces más gordos’ que operaban o manejan la delincuencia organizada.
En su momento, el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca corrigió públicamente a su homólogo neoleonés, sugiriéndole que se ocupara de atender el asunto de inseguridad inherente a su estado, antes de opinar sobre Tamaulipas.
Este desplante fue secundado no sólo por los habitantes de esta tierra, sino por miles de neoleoneses que abarrotaron los centros turísticos de nuestra entidad y transitaron seguros por las carreteras en su recorrido hacia la Unión Americana.
Campañas mediáticas
Hasta hoy ninguno de los candidatos presidenciales y al Congreso de la Unión ha expuesto públicamente su estrategia de penetración masiva, aun cuando, se supone, la diseñaron en tiempo y forma, para auto promocionarse en los núcleos sociales con actos masivos.
También a través de los medios impresos de comunicación masiva. E indirectamente en la radio y la televisión, puesto que, las cápsulas y los spots, en ambos casos, toca administrarlos a la autoridad electoral.
De cualquier forma, creo oportuno aclarar que toda campaña política entraña la difusión de las propuestas y/o acciones, el perfil y proyecto del candidato en turno, al través de cuanta vía legal tenga a su alcance.
Por ello ningún abanderado debe soslayar la importancia que tienen los periódicos y las revistas, porque estos son valiosos instrumentos para que el receptor de sus proyectos conserve latentes sus propuestas, pues probado está que un medio impreso se conserva durante un buen tiempo en la casa u oficina, y prevalece en la hemeroteca, mientras los impactos audiovisuales se diluyen inmediatamente después de haber sido transmitidos.
Como fuere, en este proceso electoral los estrategas de cada equipo obligados están a que su candidato penetre entre la sociedad con mensajes persuasivos para ganar su anuencia.
En caso contrario toda acción proselitista que no se vea reflejada en los espacios mediáticos perdería la oportunidad de propagarse con tino y convencer al electorado, que, al final de cuentas, es el objetivo central en cualquier contienda.
De ahí que ningún candidato con visión integral, debiera prestarse al juego de marginar a la prensa impresa, al menos que el propósito de sus operadores sea atentar contra el proyecto que dicen representar, en esta justa donde el adversario sí busca ganar esos espacios (mediáticos) que los fortalezcan.
Hago el comentario por saber que en más de un comité de campaña –de los domésticos, por supuesto–, subyace una tentación por minimizar la importancia de los comunicadores y las empresas que representan, en el caso de quienes hacen periodismo con tinta y papel, pues de plano no le querrían invertir a una aventura que de antemano, saben que les sería desfavorable.
Difusión restringida
La apreciación (harto limitada) de algunos encargados de la imagen y del manejo informativo de las campañas, podría incidir negativamente contra el Partido Revolucionario Institucional (PRI), toda vez que los candidatos antagónicos al tricolor empezaron a darse cuenta de que acercándose a la prensa podrían lograr un mejor posicionamiento.
Por eso algunos abanderados (priistas) estiman sacudirse la nefasta influencia de supuestos comunicólogos. Y/o hacerlos cumplir cabalmente su trabajo.
Es que hoy, como nunca, nada está dado.
Menos cuando las preferencias ciudadanas cambian a diario.
De tal modo que un titubeo o una mala decisión podrían abonar el camino hacia la pérdida de imagen y credibilidad; o, en el menor de los casos, restarle votos tanto al partido, coalición y los mismos candidatos, como ha quedado demostrados en lides anteriores.
En lo particular, convencido estoy de que ningún medio de comunicación masiva es absoluto, sino más bien complementario del extenso núcleo de la transmisión propagandística e informativa, pues cada cual tiene sus nichos bien definidos.
Cada uno juega un papel determinado y llega a públicos diversos y heterogéneos– de acuerdo a su propia naturaleza y su arraigo–, según el contenido que maneje, la objetividad que lo distinga y la confianza que le dispensen los receptores.
Los medios
Es la televisión, merced a sus ventajas audiovisuales, el medio de comunicación masiva que impacta contundentemente y posesiona de manera efectiva, aunque fugaz, al personaje que utiliza sus servicios.
Los mensajes emitidos por este conducto tienen que ver con la cultura del spot; frases cortas en las cuales poco se puede informar y comunicar, pero su impacto entre los receptores es generoso cuando la imagen va acompañada de un buen mensaje.
A efecto de arraigar la imagen de un candidato, el spot se maneja con frecuencia múltiple y variados impactos, pero siempre procurando que éstos aparezcan en horarios preferenciales, donde los potenciales segmentos poblacionales, se supone, ven televisión.
La radio también tiene sus bondades.
Sobre todo una amplia penetración en zonas rurales y los núcleos urbanos populares, simultaneidad e instantaneidad del mensaje y bajo costo, comparada con la televisión.
El formato que maneja para una campaña también es el mensaje corto, directo y concreto, buscando convencer al auditorio sin mayor explicación o análisis.
Con frecuencia en los medios electrónicos se desatan verdaderas bataholas entre los aspirantes a cargos de elección popular, quienes aprovechan los espacios para también golpear a sus adversarios, más que por un sano interés de penetrar en la conciencia ciudadana con propuestas sólidas.
La Internet es otro importante vehículo.
Tanto de comunicación como de información masiva, utilizado en las campañas políticas –a través de páginas web, los materiales de divulgación interactiva y el correo electrónico–, mediante el cual se envían boletines, crónicas y material gráfico.
Claro, desde una perspectiva centralista e institucional.
Es decir, en forma parcial, aunque las redes sociales han rebasado todo control de la autoridad cuya costumbre es amordazar la libertad de expresión.
La prensa impresa, si bien adolece de todo el ‘punch’ que la radio y la televisión juntas mantienen ante el conglomerado social, goza de presencia fundamental para el análisis y la crítica, ya que la consultan los líderes de opinión y gran parte de los sectores sociales.
Entre sus grandes méritos destacan la amplitud y profundidad con que aborda los temas, y, por supuesto, el registro de los hechos.
Los medios impresos penetran en todo el tejido social de forma directa o a través de las redes formales e informales, con las que cotidianamente mantienen contacto los líderes y/o grupos de interés, hasta el grado de formar opinión más que los medios audiovisuales, según han reconocido estudiosos del fenómeno, tanto a nivel nacional como allende el río Bravo, donde algunas universidades le invierten en serio a la investigación en la materia.
La verdad fortalece
Los candidatos con vocación democrática obligados están a fortalecer su imagen acercándose al electorado que al final de cuentas es quien habrá de decidir su suerte; buscar el voto de toda la estructura partidista, de los indecisos e incluso hasta de los políticos antagónicos a sus membretes y no esperar que el día de los comicios una fuerza divina induzca sufragios en favor suyo.
Pero éste su propósito, nada más se lograría con voluntad y plena disposición para ir al encuentro de la sociedad.
No con poses demagogas ni haciendo como que están en campaña, aunque muchos de los aspirantes a legisladores federales por petulancia propia, crean y presuman que su simple presencia basta y sobra para alzarse con la victoria.
De ahí que los candidatos a senadores y diputados federales, todos, deban asumir la responsabilidad de hablarle al pueblo con la verdad, sin falsas promesas ni palabras huecas; y se den la oportunidad de escuchar, sin agachar la mirada, las inquietudes de quienes tienen la decisión de que alcancen o no sus objetivos en esta justa.
Es por su bien.
Y es que un pueblo que es tomado en cuenta puede darle real sustento a la política y restarle poder a la anarquía, al desorden, al rumor y a otros instrumentos de la competencia electoral arcaica.
Hasta hoy, incluso, en los nueve distritos electorales federales en que está dividida la geografía tamaulipeca, la gente ya está cansada de que muchos de los políticos pretendan seguir engañándola.
Por eso los ciudadanos –que de una u otra forma aparecen como actores principales del proceso comicial–, quieren estar enterados de los objetivos y el alcance de cada abanderado, para no dar lugar a interpretaciones irresponsables que mermen aún más la dañada credibilidad que existe hacia los políticos.
Es aquí, entonces, cuando cobran mayor importancia los medios de comunicación masiva –como Expreso–, que hacen más oportuna y ágil la información generada en las campañas proselitistas, alentando la verdadera construcción de la democracia.
Por tanto, así como avanza la pluralidad, la prensa y los candidatos deben contribuir a la formación de una conciencia estatal crítica y responsable. Sin suspicacias.
La recompensa, claro está, será muy alta: ver libres a los tamaulipecos en este proceso electoral, donde ya no tienen cabida los demagogos ni oportunistas que buscan publicitar cuanta mentira se les ocurre.
E-m@il
jusam_gg@hotmail.com
Caminante no hay camino
Usted, seguramente, comparte mi apreciación de que al Instituto Nacional Electoral como a las tres coaliciones (con registro oficial), poco les ha interesado animar la participación ciudadana en el proceso para renovar los poderes Ejecutivo y Legislativo federales.
Y eso que estamos a poco menos de tres meses de celebrarse la jornada comicial.
La misma indolencia alimenta el riesgo de que el abstencionismo les gane la partida –como está previsto–, y que los resultados de la justa pudieran ser harto cuestionados.
Pero ni así los candidatos se ponen las pilas.
Por eso dejarían la promoción del voto en manos de sus panegiristas y equipos de campaña, que, aunque pujen y empujen, no atinarían realmente despertar la conciencia cívica.
Sin embargo la promoción del sufragio debieron iniciarla los partidos (con registro oficial) desde el momento mismo de iniciada esta contienda –cosa que tampoco atendió el responsable de la organización comicial–, aun cuando los indicativos emanados de las encuestas, los sondeos de opinión y de algunos análisis, advirtieron en tiempo y forma sobre apatía ciudadana para acudir a las urnas.
Y de ello existe constancia plena.
Se hace camino al andar
Por más que Xicoténcatl González Uresti trate de convencer a la prensa de jugársela con su proyecto –en desayunos y visitas de cortesía–, para el conglomerado de Victoria, Óscar de Jesús Almaraz Smer se mantiene fuerte en su proyecto reeleccionista.
Hay otros candidatos, cierto. Pero estos no pintan, aunque el efecto Morena pudiera restarle votos a los abanderados albiceleste y tricolor.
De ahí que desde ahora advierta una andanada contra el munícipe a desplegarse durante la etapa de campaña (y para ello falta más de un mes), pero al final de cuentas su trabajo edilicio habrá de superar toda malquerencia.
Cicuta
La confección de planillas es un asunto que no han podido resolver los aspirantes a las 43 alcaldías.
Y esto obedece a tres razones:
1) En las localidades con mayor desarrollo, los grupos de interés se disputan las primeras posiciones de los listados priista y albiceleste;
2) Ahí mismo hay candidatos de Morena e independientes, que por más esfuerzo que hacen no logran cumplimentar las listas, ante la desconfianza que muestran quienes han sido invitados; y
3) Porque en el resto de los municipios hay incertidumbre, merced a la inseguridad, ahuyentando así la participación ciudadana.
Sin embargo los candidatos a las alcaldías deben procurar incluir en sus planillas a gente que les garantice votos (merced a su trabajo), y no sólo a recomendados, pues de ahí mucho dependerá su proyecto.