Hacía tiempo, mucho tiempo que el Estadio Marte R. Gómez no lucía lleno hasta el tope como sucedió ayer en el evento que el panismo local le organizó a Ricardo Anaya. Y es que no se trató de un simple acto protocolario ni de trámite, lo que presenciamos fue el escenario perfecto para mandarle un mensaje al electorado mexicano y a los protagonistas del proceso.
Lo que el panismo quiso decir -Movimiento Ciudadano y PRD apenas vegetan-, es que no hay que confiarse en los pronósticos de los encuestólogos y que el secreto del triunfo electoral está en la capacidad de movilización y en el despliegue de una estructura que no se arma de la noche a la mañana.
Es una probadita de la fuerza descomunal que opera en los estados de la República, por lo menos en una buena parte de ellos.
Los gobernadores y sus capacidades y alcances no han sido analizados ni dimensionados en este proceso. En el caso de Acción Nacional actualmente gobierna en 11 estados y por lo menos en esta coyuntura política tiene a su favor a 4 de los 5 mandatarios perredistas en funciones. Casi todos son gobiernos fuertes, enraizados y con una larga experiencia en quehaceres electorales.
Probablemente representan una palanca más eficiente que lo que puedan encarnar el clero y algunos empresarios propanistas, y casi todos estos gobernantes son personajes con autonomía de vuelo y que no le dudan cuando tienen que enfrentar a la misma fuerza presidencial.
El secreto de las posibilidades de Anaya está en los gobernadores que ya están en el poder y en por lo menos cuatro de los nueve candidatos a gobernadores que casi tienen asegurado el triunfo más lo que aporten otros tres que están en empate técnico con sus rivales más cercanos, en algunos casos de Morena y del PRI.
Habría que revisar el pasado, averiguar como se resolvieron dos elecciones presidenciales del presente siglo: la que ganó Felipe Calderón y la del mismo Enrique Peña Nieto, y en ambas seguramente que la conclusión será que la fuerza de los gobernadores fue determinante en el desenlace final.
Por eso es importante calibrar los alcances de eventos como el que anoche se celebró en el Marte R. Gómez y lo que antes se vivió en Veracruz y en otros estados de la República.
La diferencia entre la capacidad de movilización de los gobernadores y las encuestas es que estas últimas son presunciones o fotografías del momento, como se les suele llamar, y los primeros forman parte de la realidad política nacional y participan e influyen en ella poderosamente.
En nuestra democracia operan todavía mecanismos abiertos u ocultos que sirven para determinar el futuro de una elección.
Y estos instrumentos se manifiestan precisamente el día de la votación. Sospechamos que en Morena sólo un segmento reducido de esta agrupación heterogénea y disímbola tienen claridad de los resortes que mueven la guerra en que participan.
La clave de las elecciones está en el mismo día de las votaciones y todo lo que ocurra a su alrededor… a menos que la decisión ciudadana se manifieste de una manera tan abrumadora y contundente que cualquier otro esfuerzo o maniobra resulten inútiles.
Por eso queda claro que partir de este día, con el último cierre que campaña que se lleve a cabo, termina la política-ficción y entramos en los terrenos de una praxis política que es ruda, todo-terreno, muy distante de los planteamientos teóricos rebuscados o simplistas.
Por lo pronto la moneda está en el aire y tal vez sea precipitado anticipar porque lado caerá.




