México entra a una nueva era, la izquierda con Andrés Manuel López Obrador, ganó por abrumadora mayoría la Presidencia de la República, ganó además, la mayoría de las gubernaturas que estaban en juego y, de paso, por si fuera poco, lo que podría ser una mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, ¿es bueno o malo para el país?, esa es la duda.
Así es, mis queridos boes, la duda, porque en su campaña y ayer en el discurso con el que se declaró ganador, AMLO repitió una a una sus promesas que convencieron a los millones que ayer votaron para que a partir del 1 de diciembre, se siente en la silla presidencial.
La expectativa sobre López Obrador, es altísima, mucho mayor a las que teníamos en el México que en el 2000, llevó por primera vez, a un presidente no priísta, desde que ese partido se fundó, con Vicente Fox al poder.
Fin a los gasolinazos, cero aumento a los impuestos, duplicar o triplicar los apoyos sociales, fin a la corrupción, fin a la violencia y demás; se dicen, se escriben muy fácil, pero de acuerdo a casi todos los analistas serios, a los economistas más responsables, buena parte de sus promesas, son casi imposibles de cumplir, antes de que se acabe la ‘luna de miel’ con el pueblo, que tiene su fe ciega, puesta en él.
Porque los ‘cómos’, hasta anoche seguían siendo genéricos y vagos y, en ello estriba el riesgo de que, como las promesas de Fox, de arreglar el problema de Chiapas en 15 minutos y sacar a las víboras y tepocatas del gobierno (se refería a la corrupción), terminen también siendo eso, promesas, buenas intenciones y nada más.
Ejemplo, Emanuel Macron, el joven presidente de Francia, que llegó como López Obrador con una muy amplia ventaja, con una popularidad que arrasaba por toda Europa, con promesas de cambios radicales en el país galo, a menos de un año ya sufría el desdén del pueblo, que para abril de este año lo reprobaba casi en un 60 por ciento y, más del 70 por ciento, lo considera un autoritario.
Pero tal vez atajando, López Obrador ayer, poco antes de la media noche, aseguró que no llega a la presidencia a instalar una dictadura real ni encubierta, que ha sido uno de los fantasmas que le persiguió en la campaña, porque las izquierdas de América Latina nos han sembrado la duda.
Llega a la presidencia, dijo, en busca de la reconciliación nacional, a construir una verdadera democracia y a anteponer los intereses de la nación, sobre cualquier interés personal “como expresó Vicente Guerrero, «La patria es primero”.
Por el contrario, a lo que se estila en las dictaduras, AMLO señaló que su gobierno sería de libertades empresariales, de libertad de expresión, de libertades religiosas.
Llega pues, reiteró, por la cuarta transformación de México, comparando su gobierno con la independencia, la reforma y la revolución, se pone la vara muy alta, altísima.
La gran pregunta es: ¿cuánto tiempo le va a dar el pueblo que se volcó a su favor, para que medianamente sus promesas, se hagan una realidad?, ¿cuál sería su reacción ante el reclamo airado de ese pueblo que lo defendía en campaña con vehemencia, hasta violenta?
Claro que en mi duda, está el deseo de que López Obrador tenga éxito, que le cumpla a los que le creían ciegamente en campaña y le restriegue en la cara, con resultados, a quienes creemos que lo que propuso y sigue proponiendo, son sólo buenas intenciones.
Claro que el éxito de AMLO será un éxito para todo el país, porque del lado contrario, el fracaso del primer gobierno de izquierda, puede significar la pérdida de todos nosotros, la decepción de todo un país que quedaría a la deriva, tras probar todas las corrientes políticas y, entonces sí, no habría quién nos regresara la fe.
Habría que destacar de lo de anoche, la altura de miras de Ricardo Anaya y José Antonio Meade, quienes se mostraron como perdedores responsables, como mexicanos de primerama, al aceptar los resultados, antes incluso que la autoridad electoral.
Descartar además, que el PRI se consolidó como el gran perdedor, porque los números indicaban que no ganaba una sola de las gubernaturas en juego, porque los mismos números indicaban que su representación en las cámaras de Senadores y Diputados, serán las más bajas de su historia.
Porque en el país se perfilaba como el que perdía más alcaldías, porque en Tamaulipas, anoche no se perfilaba como ganador en ninguno de los municipios grandes, porque en la senaduría cueruda, se confirmaba que caía al tercer sitio.
Obviamente, habrá que esperar a hoy, a que los resultados oficiales se consoliden, que quede claro qué tan alta fue la ola del tsunami tabasqueño y cuántas alcaldías ganó en Tamaulipas. Por lo pronto, anoche casi no hubo festejos en Tamaulipas, apenas Chucho Nader y Alma Laura Amparán, lo hacían en el sur… la mayoría de los contendientes esperaban serenos confirmar sus victorias o reconocer conforme a datos reales, sus derrotas.
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