La plaza era una rotonda circular con techo de lámina y base de cemento, en la cima con una veleta que marcaba la dirección del viento y su velocidad. Contaba con bancas de granito y de madera que habían sido donadas por gente importante del pueblo y que al parecer tuvieron un costo de veinte pesos, una de las cuales se encuentra en el patio principal de la presidencia municipal. Todas estas al reconstruirse la plaza fueron donadas a dos que tres ejidos y algunas fueron a parar a casas particulares. Había siete puestos de refresquería donde vendían refrescos de frutas, dulces, galletas, licuados y raspas. La presidencia era un edificio rectangular construido con bloks de sillar, de una sola planta construido allá por 1926 y derrumbado en 1955 al construirse el nuevo kiosco que hoy conocemos. La planta de luz la compraba el pueblo con el producto de los reinados, se prendía a las seis de la tarde y se apagaba a las doce de la noche previo apagón. Las calles pavimentadas era la entrada y alrededor de la plaza.
En un principio contaba con una escuela para niñas y otra para niños… en 1946 se unieron para formar una sola siendo su primer director el profesor Andrés Pérez Esquivel conocido mejor como El Diablito por su vieja costumbre de castigar a sus alumnos jalándolos de las patillas y es la que se encuentra en la esquina Hidalgo con Pedro José Méndez llamada en aquellos años Centro Escolar “Lauro Aguirre”. Tiendas las de Enrique de la Garza, Jesús Castro, Gregorio Ruiz, Delfino Ruiz, Guadalupe Villarreal, Héctor García, José Salas, Valentín González, Bonifacio Gutiérrez y la de don Juvencio Meza, un correo, un telégrafo, una oficina federal de hacienda, una cárcel municipal, una planta de luz, dos cines, cuatro restaurantes, una iglesia, un negocio de renta de bicicletas, una sastrería, un estudio fotográfico, una carnicería, una panadería, tres
cervecerías y tres cantinas.
El parque estaba circulado con alambres de púas a fin de evitar que los burros, marranos, perros, reses y demás animales caseros se metieran a la plaza y cuando así lo hacían las autoridades ordenaban encerrarlos en los patios y entregados a sus dueños previo pago de una multa. El Grito de Independencia se daba desde el kiosco de la plaza y sólo había bailes en los días festivos siendo además el clásico lugar para que los alcaldes rindieran sus informes gubernamentales. La orquesta más popular era la de don Esteban Meza y otra más que contrataban en la ciudad capital.
Por esos años se quemaba un castillo de pólvora pero se suspendieron cuando una familia completa que se dedicaba a este negocio un mal día explotó muriendo todos sus integrantes, razón por la cual los cuerpos se velaron en el kiosco de la plaza y de ahí fueron conducidos al panteón. Hoy esas sepulturas con el tiempo desaparecieron como ha ocurrido con otras. Para concluir con estos comentarios debo decirles que la población mayoritariamente era de alrededor de sesenta familias por lo que si mal no recuerdo la formaban algo así como quinientas personas entre grandes y chicos. En fin así era el Llera donde me tocó nacer y vivir hasta hoy, días que por cierto llovía bastante o más que hoy y las aguas del río llegaban hasta las orillas del pueblo.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.




