Desde los días agitados y lodosos de la campaña electoral y hasta ahora que vivimos los mexicanos como lo decía ayer la BBC de Londres, “bajo el inédito «gobierno paralelo» de López Obrador… y el anticipado ocaso de Enrique Peña Nieto”, no encontramos discursos ni narrativas donde estén ausentes la mentira y la simulación.
La sociedad mexicana, estupefacta, no tiene más remedio que digerir cada uno de los cotidianos episodios protagonizados por el poder que se va y por el que va llegando y ya se ha apoderado de la escena pública.
Como ingrediente colateral de esta tragicomedia, la celebración de los que ganaron o creen que ganaron y el lúgubre rostro de los derrotados que asustados o confundidos no saben si reír o llorar.
Pero al grano con el tema de las mentiras y simulaciones.
Ayer y hoy, los políticos en general, sean del partido que sean, coinciden en una práctica que ya tiene hasta la coronilla a los ciudadanos: la facilidad con que mienten y prometen lo que no cumplirán y la desfachatez con que ocultan entre florituras verbales sus retorcidas intenciones.
Se ha anunciado, por ejemplo, la creación de Coordinaciones Federales en los 32 estados de la República, cuyos titulares se entenderán directamente con el presidente López Obrador.
Es un acto de simulación porque se dice que concentrando en sus manos las delegaciones se ahorrarán presupuesto y se evitarán corruptelas pero la neta de las netas es que son todos ellos aspirantes a gobernadores u operadores y las coordinaciones, la plataforma que apuntalará sus proyectos políticos.
Como en el caso del tamaulipeco José Ramón Gómez Leal. No encontramos en su trayectoria evidencias de capacidad administrativa, sus alcances políticos no llegan más allá de Reynosa y nada hay que garantice que sabrá cumplir o medio cumplir con la chamba encomendada. En cambio ya dispone de una plataforma de lanzamiento para cualquier aventura electoral.
¿Para qué mentir si desde ahora lo podrían haber encumbrado por la vía partidista, sin necesidad de simular o engañar? Al final de cuentas para eso está Morena.
A propósito de mentiras y simulaciones, por cierto que a Tamaulipas el gobierno federal saliente le debe una explicación sobre las razones por las que relajó la acción
punitiva contra la delincuencia organizada, hasta el grado de dejar en manos de la autoridad estatal la lucha para detener la violencia y el terror que se desataron hace más de una década.
Otro ejemplo lastimoso y lastimero: durante mucho tiempo Miguel Osorio Chong cada vez que venía a Tamaulipas montaba un show donde asumía casi casi el papel de un héroe inventado por Marvel, con una equívoca estrategia contra la delincuencia que nunca funcionó, porque los tamaulipecos seguimos padeciendo los asesinatos, asaltos, desapariciones, violencia callejera, extorsiones, etcetera, etcetera.
Tanto rollo en falso trae ahora a los héroes de capa caída, desprestigiados y casi expulsados de las cúpulas del poder, mientras que los ciudadanos engañados y agraviados no han dudado en dejarles sentir en las urnas su rechazo.
Vaciamos aquí tan solo dos casos, pero hay muchos más iguales o peores. La cuestión es que los simuladores no saben que los tamaulipecos les tienen tomada la medida y en su momento les harán sentir el tamaño de su furia.




