Las calles de Ciudad Victoria puedes ser un laberinto de concreto, las venas de un pueblo que no se acostumbra a estár quieto. Pequeños precipicios llamados baches y una neblina cargada de octanos conocida como smog no termina por desvanecerse en todo el dia.
Las banquetas pueden ser todo lo que desees: ríos de gente, refugio contra el sol y hasta el nuevo hogar para aquellos que extraviaron la razón o que simplemente ya no se molestan en buscarla.
Alla afuera, en las calles se libran una y mil batallas: por el derecho a transitar, el afán de sobrevivir y la imperiosa necesidad de conseguir el sustento diario.
Como Jose Luis “Chepín” que monta su espectáculo cientos de veces al dia en el cruce del 9 Bulevar, donde en un circo de una sola pista y dos carriles el malabarismo en su expresión mas urbana se recrea en la breve espera del rojo al verde del semáforo.
Para “Chepín” esos veinte o treinta segundos no son sino la oportunidad de sorprender a los automovilistas con su acto y recibir a cambio el premio a sus horas de practica.
Sin embargo la pasada feria y el festejo del dia de muertos dejaron a los victorenses sin morralla. ’Ta muy jodido el asunto’, dice el payasito.
Además no tardan en llegar las conocidas “Marías” que se agandallan las moneditas que podrían ser entregadas al artista del crucero o a los limpiavidrios que arduamente chambean en las esquinas. Pero serán estas folclóricas pedigüeñas quienes les comerán el mandado.
El Caminante continúa su excursión y sobre el bulevar Praxedis se topa a la altura del puente de la calle ocho, a Don Antonio Rendón Guevara y Zapata, mejor conocido como “Don Toño” quien amarra a su triciclo un tambache de carton de reciclaje para llevarlo a vender a la colonia Mainero a una fabrica de piñatas y a una escuela.
Cada día y desde las 4 y media de la mañana, Don Toño ya esta despierto y se prepara para hacer la travesía desde la Colonia Libertad hasta el primer cuadro de la ciudad para ganarse unos cuantos pesos. En este crucero la gran cantidad de negocios de venta de productos por catálogo desechan continuamente cajas y cajas que se convierten en basura, pero a los ojos de Don Toño son su fuente de ingresos. Y aunque un maldito callo le ha causado molestias en un pie toda esta semana, no se raja y no falta a su trabajo. “Quisiera estar bueno para jalar mas duro” asegura. La necesidad es grande y el asunto ‘esta muy fregado’ pero a sus 66 años se mantiene activo. El viejo termina de asegurar sus treinta cajas de cartón y se despide.
Así como Don Toño, en este paisaje urbano dia a dia miles de personas se plantan frente al destino con la idea de ganarse la vida.
Es bien sabido que el fuerte de Victoria no es precisamente el comercio, sino los servicios y el aparato burocrático.
Y aunque dia a dia abren (y cierran) sus puertas novedosas y modernas tiendas, el corazón de su comercio siguen siendo los pequeños negocitos.
Como los instalados en plaza Guadalupe, donde mujeres trabajadoras y luchonas como Doña Tere, Mary y la sonriente Adela no pierden oportunidad para comentarle al Caminante que cada día ‘la cosa esta más dificil’ para subsistir y permanecer en el negocio.
Mary Ruiz es estilista y desde hace mas de diez años atiende una estética del mismo nombre, y aboga por sus compañeros de batalla: “Aquí en este mercadito encuentra usted de todo, cortes de pelo perfectos, yerberias, cerrajeros, comedores, costureras ¡de todo y muy barato!”
Doña Tere va a renovar el menú de su fonda esta semana para atraer mas clientela, y para rotular la lista de platillos en su negocio contrató a Don Jose Luis Gallardo, quien en sus mejores tiempos fue el encargado de la Galeria Ramón Cano Manilla de Ciudad Mante. El artista fue discípulo de los maestros Lucio Tenorio y Abraham Ramírez (Belo) en los años setenta.
Sin embargo, como todos los demás, coincide en afirmarle al Caminante que ‘ta muy fregado el asunto’ y con el tiempo terminó por alejarse del arte y actualmente se dedica a darle vuelo al pincel como rotulista, en un oficio que al igual que muchos otros la tecnología ha desplazado casi al punto de borrarlo del mapa
Adela tiene apenas unos meses que abrió su yerbería y con mucho optimismo la atiende: desde Rompe hechizos, pa’l amor y el desamor, pa’ desamarrar el alma y hasta pa’ limpiar la panza.
Todos estos pequeños changarritos tienen precios accesibles (por no decir que muy bajos) y ofrecen sus servicios y productos de manera atenta, con la esperanza de sacar lo del día. Pero desafortunadamente los victorenses les han dado la espalda. El grueso de la población prefiere acudir a los grandes centros comerciales y supermercados aunque encuentren todo muy caro.
Cruzando ambos carriles del Bulevar Praxedis Balboa, entre el 6 y el 4 se hallan los señores dedicados a las mudanzas. Mas como ellos dicen ‘La cosa se ha puesto muy difícil’ pues algunos de ellos se llevaron toda la semana pasada ‘en blanco’ es decir, no hubo nada de chamba. Los choferes se ponen la aburrida de su vida y los cargadores solo se la pasan mirándose unos a otros. Incluso hay algunos que ya mejor dejan sus camionetas estacionadas a un lado del San Marcos, pues ante la falta de clientes no les conviene mover sus vehículos pues es pura ‘perdedera’ de dinero al gastar gasolina ‘de oquis’ al ir y venir de sus domicilios hasta acá.
La ruta del Caminante continúa cuesta arriba por la calle siete en el que cada metro cuadrado es oro para los mercaderes que han poblado las aceras.
En Victoria, como en casi todo México, la gran mayoría de los comerciantes que existen, trabajan en la informalidad.
Sin embargo para algunos el comercio informal es considerado una plaga pero muchos otros es un mal necesario
Este es el comercio real. Al que se acude por necesidad, por conveniencia. Es el que termina por aportar casi la totalidad de las mercancías que llegan a los hogares de la capital cueruda. Desde baterías, verduras, cintos, ropa, arreglos florales, quesos, pan y calzado hasta pomadas para los callos, juguetes y electrónica.
Gerardo “El flaco” tiene mas de quince años dedicándose a esto, ha vendido desde música hasta videojuegos y ‘fantasía electrónica’. Él como muchos otros no comprende porque las autoridades prefieren cerrar los ojos y hacer como que no existen, e incluso elijen darles mas apoyo a los comerciantes foráneos que al menor motivo van y se plantan en las plazas de la ciudad. “De por si la situación económica esta ‘muy fregada’” asegura
Es verdad que los tiempos actuales son muy difíciles y es casi obligado aprender a hacer compras inteligentes en lugar de despilfarrar el dinero. Es necesario apoyar a los pequeños negocios: mas compras en changarros y menos en grandes almacenes o vistosas franquicias cuyo dinero ni siquiera se queda circulando en la ciudad. Porque en palabras de ellos mismos, “solo el pueblo puede salvar al pueblo” y definitivamente consumiendo local es una de las mejores maneras de apoyar a nuestros conciudadanos.
El Caminante aprovecha para echarse unos tamales con Doña Tere en el Comedor “El Guerrero” y compra dos que tres triques que le hacen falta en casa. Demasiada Pata de perro por esta semana.