Las distintas tribus buscarán dar un primer paso hacia un eventual reencuentro con sus orígenes y prácticas que, en otro momento, posibilitaron su unidad y eficacia político-electoral.
Inmerso en la más profunda crisis de identidad de su historia, confrontados sus más representativos e influyentes liderazgos tribales y, económicamente hablando en franca bancarrota, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se apresta a librar la última, penúltima batalla, en aras de su cada vez más incierta sobrevivencia.
Este fin de semana, efectivamente, el otrora partido-emblema de las izquierdas deberá confrontarse a sí mismo y definir líneas de acción con miras a intentar remontar su profundísima crisis o, en opinión de no pocos, avanzar hacia su refundación-rediseño que bien podría reducirse a “cambiar todo… para que nada cambie” o, como estiman los más serios, ir a fondo en el análisis de su actual situación, con miras a adoptar medidas “duras y dolorosas…” que igual incluyan un cambio de estatutos, nombre-siglas, colores y logotipo.
Y esto, porque si bien a imagen y semejanza de otras de las fuerzas políticas tradicionales el perredismo enfrenta ahora las consecuencias del escandaloso —“por su dimensión, no por inesperado…”— triunfo de la izquierda emergente y/o rebelde representada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de Andrés Manuel López Obrador, lo cierto es que de no pocos años a la fecha, el abandono de sus principios más respetables por parte de no pocos de sus dirigentes, en aras de privilegiar la acumulación de poder y, valga, de riqueza no siempre justificada, arrojó al sol azteca por la interminable pendiente del desprestigio y la pérdida de la confianza ciudadana por la cual ahora se desliza.
En el marco de su XV Congreso Nacional Extraordinario convocado, valga decir, por una dirigencia “parchada” entonces, es que las distintas tribus buscarán dar un primer paso hacia un eventual reencuentro con sus orígenes y prácticas que, en otro momento, posibilitaron su unidad y eficacia político-electoral, un primer paso que bien podría estar definido por la elección de una dirigencia “provisional” que, de manera emergente, cuente con poderes, prácticamente, absolutos para renovar dirigentes a nivel estatal y/o regional, enfrentar los aspectos más álgidos de la crisis y, finalmente, consiga sentar en la mesa a todos los interesados en apostarse por la reorganización-refundación en aras de la sobrevivencia. Prescindiendo o dejando de lado, al menos, liderazgos “viejos” que, hoy, poco o nada garantizan de cara al futuro.
ASTERISCOS
* ¡Vaya positiva señal!… el anuncio sobre la integración de un Consejo Asesor Empresarial al que, en principio, aceptaron unirse ya Ricardo Salinas de TV Azteca, Bernardo Gómez de Televisa, Olegario Vázquez Aldir de Grupo Imagen,
Carlos Hank de Banorte, Daniel Chávez y Sergio Gutiérrez, entre otros. Alfonso Romo Garza los coordinará.
* Paradójico que la reafirmación de la intervención de las Fuerzas Armadas a favor de la paz y seguridad anunciada por el presidente electo se de a la par que la Corte anula la Ley de Seguridad Interior por lo que, como dice bien Gustavo de Hoyos Walther de Coparmex, urge “reformar la Carta Magna para normalizar (y reconocer) legalmente” la misma.
* Importante y digna de atención, sin duda, la iniciativa de la priista Ximena Puente de la Mora para incluir en programas de estudio a nivel básico, temas relativos a la transparencia, acceso a la información pública, rendición de cuentas y protección de datos personales, con miras a revitalizar la cultura cívica de los niños y jóvenes y su rechazo a la corrupción e impunidad…
* Hoy por cierto, bajo los auspicios de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos que preside Abel Flores y dirige Guillermo Torres Quiroz, y la Fundación Konrad Adenauer, se impartirá el foro sobre ¿cómo afecta la corrupción a los derechos humanos en México?, en que el exombudsman nacional, Raúl Plascencia, impartirá una conferencia magistral.