CHINA.- Situado en el popular distrito artístico 798 de Pekín, Smash (“destroza”, en inglés) es, desde septiembre pasado, el único establecimiento en toda China que ofrece esta poco ortodoxa terapia antiestrés, y ya cuenta con una media de unos 600 clientes al mes.
“Pekín es una ciudad muy ajetreada, tenemos mucho estrés. Es un lugar perfecto para un sitio como éste”, explica Jin Meng, cofundadora de Smash.
Parece un negocio rentable: cada mes gastan hasta 15.000 yuanes (2.230 dólares, 1.950 euros) en objetos para romper, y en diciembre la facturación fue de 130.000 yuanes (19.290 dólares o 16.900 euros).
En su visita a las instalaciones -tres salas en total- un grupo de cinco personas que pagó 600 yuanes (89 dólares, 78 euros) por media hora de destrozos.
Estéreos, máquinas de cocer arroz o maniquíes, los clientes pueden elegir el objeto que más rabia les dé y pagar para destrozarlo; el más caro es un televisor de pantalla plana que cuesta 500 yuanes (74 dólares, 65 euros).
Eso sí, un cartel aclara que se trata de reciclar todo lo posible de entre la chatarra resultante.
De todas formas, lo que más pide la gente son monitores, teléfonos y teclados, algo que confirma cuál es la principal razón por la que la gente viene: “Últimamente, su mayor preocupación es el trabajo”, dice Jin.
¿Sirve de verdad romper cosas para deshacerse del estrés? Jin asegura que sí, que “cuando terminan, la gente se ríe y se le nota más feliz. Todos dicen que se sienten muy bien. Les ayuda mucho”.
Sus clientes le dan la razón. Con una sonrisa en la cara, Zhao y Zhang aseguran que van a volver y que van a recomendárselo a sus amistades, mientras que Lu sentencia: “Antes me quedaba con los problemas dentro del corazón. Ahora tengo una forma de solucionarlos y me siento genial”.
Con información de Prensa Libre