Allá por los años cincuenta del siglo pasado escuchar el canto de ese misterioso
animalito conocido como tecolote, decían los viejos era de muy mala suerte pues
anunciaba la presencia de la muerte, razón por la cual la gente adulta se persignaba
en tanto la chiquillada corría a esconderse debajo de la cama.
Nunca pasaba nada.
También era motivo de miedo escuchar ladrar a los perros cuando un misterioso
hombre montando un caballo negro bajaba desde la Loma de la Cruz por toda la
Calle Hidalgo hasta perderse cerca del viejo panteón del pueblo.
Jamás nadie supo quién era.
Por el Callejón de la Servando Canales entre las Calles Morelos y Álvaro Obregón
la gente aseguraba se aparecía una hermosa mujer que tenía por costumbre
“chistarle a los hombres ” y cuando estos la seguían al acercársele se transformaba
en un horrible esqueleto, razón por la cual corrían para meterse en la tienda de mi
padre donde se “aventaban un vaso de tequila” y ya más calmado platicaban lo que
les había pasado.
Frente a la casa donde hoy vivo, por la Calle Hidalgo, se veía flotar en los aires a una
mujer de blanco que atravesaba las paredes y se sentaba en la cabecera de mi cama
sin quitarme la vista y ahí se estaba hasta diez minutos para después alejarse por
donde había llegado.
Allá por La Loma del pueblo de mis mayores algunos campesinos tenían por costumbre
amarrar sus caballos para acercarse a la zona de tolerancia que había por aquellos
años y una vez algo “calibrados” se retiraban y montando a caballo se iban al rancho
donde vivían, siendo entonces cuando sentían la presencia de alguien a sus espaldas
pero al volver la cara no veían nada.
También por La Bajada, poco antes de llegar al Lienzo de Charro se aparecían tres
mujeres y quienes las miraban la seguían pensando en tener una grata compañía pero
cuando se acercaban a ellas estas se esfumaban en el aire.
Por la hoy Avenida Pedro José Méndez, a la mitad del camino y casi frente a la Logia
“José de Escandón No. 31” también se aparecía la muerte en forma de mujer y cuando
un hombre se le acercaba desaprecia de repente.
En fin son muchos los relatos de aparecidos que se cuentan en mi pueblo pero nadie
quiere hablar de estos pues temen que un buen día se les aparezcan.
Por supuesto que cuando lean este relato algunos van a pensar que Villarreal nada
tenía de que escribir y por eso nos habla de muertos y apariciones pero ni modo de
obligarlos a creer, mejor se los dejamos a su libre forma de pensar.
Pero que conste “sobre aviso no hay engaño”.
Ahora y por aquellas de que no se entuman déjenme decirles que en todos los
pueblos del mundo se habla de muertos con vida razón por la cual les recomendamos
a nuestros lectores colocar una hoja de Albaca sobre la cabeza y rezar Tres Padres
Nuestros y Tres Aves Marías, digo si es que no quieren dormir con El Diablo.
Después de todo nadie lo va a saber más que usted y el Señor de las Tinieblas que
por cierto esta noche estará con usted durmiendo a su lado izquierdo.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE