En esta aniversario 89 del PRI, la pregunta que muchos de sus militantes se están haciendo: es,
¿si su partido volverá a ser una opción real para llegar al poder?.
Y es que después de la derrota electoral de julio que lo llevó a perder la presidencia de la República, son muy pocos los que creen que en un corto plazo, el tricolor vuelva a ser protagonista en las urnas. Y los únicos que piensan en positivo, son sus dirigentes que hoy venden, rentan o fían las siglas ante gobiernos del PAN o de Morena.
Allá por el mes septiembre del 2018, cuando los altos mandos tricolores en el país digerían el descalabro electoral, admitieron la complejidad de su futuro, y en voz de Miguel Angel Osorio, tuvo una frase de cinismo que provocó escalofríos a quienes los escucharon:
“No nos queda otra que sacar provecho de las circunstancias. Hacer alianzas para sobrevivir: jugar o apoyar con quien se porte mejor; el asunto es convertirnos en indispensables en donde se necesite”.
El hidalguense, daba a entender que apoyarían al PAN o Morena, dependiendo se las circunstancias políticas, y hasta económicas, “el asunto es sobrevivir y estar vigentes”.
Y así lo están haciendo. En estas elecciones de junio en donde están en juego dos gubernaturas (Baja California y Puebla), Congresos y algunas alcaldías (Tamaulipas, Durango, Aguascalientes y Quintana Roo), el PRI juega a ser fiel de la balanza; en ninguno de los casos, tiene posibilidades reales de ganar.
La respuesta entonces a la pregunta en el marco de aniversario, es que, al menos, en los tres años años que vienen, el tricolor será comparsa y negocio solo para sus dirigentes.
A sus 89 años, que cumple este día, el PRI enfrenta la crisis más aguda desde que su creador, Plutarco Elías Calles, lo concibió como la ala partidista del poder.
Cuando tuvo su primer gran derrota que lo llevó a perder la presidencia en el 2000, se pensó que no volvería jamás a ser un partido atractivo para el votante, pero los errores de sus adversarios, le permitió tener una segunda oportunidad, y doce años después con Peña Nieto, se recuperó, pero fue una quimera: solo regresó para asentuar su fama de corrupto. Su fama publica y su reputación, lo colocan en una posición lastimosa, que algunos, incluso, aseguran, va camino a la desaparición.
Se necesita una generación que venga y lo reinvente; sus cuadros están viejos y desprestigiados, sin posibilidades reales de ganar nada. En el contexto electoral actual, si bien le va, puede ganar algunas alcaldías o diputaciones rural.
En Tamaulipas, de acuerdo a las Encuestas, en ningún municipio aparece ganador. los pronósticos dicen que solo ganaría 2 diputaciones de mayoría.
En este aniversario, no hay nada que festejar. El PRI necesita un exorcismo para que los demonios se vayan y lleguen las nuevas generaciones. Los grandes sepultureros del tricolor, los traidores siguen ahí, chupando con saña hasta la última gota de sangre.
Para volver a ser una alternativa política y electoral, el PRI, requiere inventarse con nuevos rostros y un nuevo discurso, y que los que están al frente se vayan para siempre.