Eureka, ayer al ponerme a escribir la columna que tienen en sus manos principió a llover en el pueblo de mis mayores, envío celestial que trajo alegría a la gente, pues hacía tiempo que no disfrutábamos de esta caída de agua, lo que me recuerda que hace dos que tres días algunas personas del campo nos hacían saber que la tierra estaba seca y hacía falta el agua, desafortunadamente sólo alcanzó a remojar el suelo y nada más; aun así es buena señal, pues las lluvias hacen falta y andan muy cerca.
Tambien ayer al visitar uno de los comercios del centro me encontré con la agradable sorpresa de que el mandado me lo entregaron en bolsas degradables, o sea que se auto destruyen solas, por lo que guardé una de éstas a fin de comprobar su autodestrucción; por lo tanto ya tendremos oportunidad de informarles qué pasó después o si sólo se trata de una pequeña broma de sus fabricantes, aunque debo decirles que cualquier comprador o compradora puede hacerlo y comprobar hasta dónde es verdad el anuncio difundido por el fabricante.
Regresando con el tema de las lluvias quiero informarles que nos dimos una vuelta por el río Guayalejo, concretamente por La Peñita, y no es por nada pero observamos su nivel algo bajo, aunque todavía muy disfrutable para quienes lo visitan y procuran bañarse dentro de sus frescas y cristalinas aguas, por lo tanto una vez más invitamos al turismo local, estatal y nacional a que nos visiten y disfruten las bellezas naturales que adornan su entorno.
También observamos que a nuestra plaza municipal le hacen mucha falta dos que tres refresquerías que le den alegría y vida a ese pintoresco lugar cuya existencia viene desde que mi compadre José de Escandón y Helguera lo construyera.
En fin, ojalá la autoridad civil a través de su Dirección de Turismo tenga la oportunidad de que nos den una muy grata sorpresa en uno días de estos, digo si no es mucha molestia.
Para darle el punto final a la tribuna de este día vaya el siguiente cuento que alguien me mandó por Internet y dice así:
“Están tres niños en la escuela y la maestra le pregunta a Luis: ¿Tú qué haces cuando llegas de la escuela a tu casa?
– Abro la puerta, le doy un beso a mi mamá, hago la tarea y me pongo a jugar cartas sobre mi cama.
¿Y cómo te dicen?
El “as de las cartas”.
Y ¿tú que haces Jaimito?
Hago lo mismo que Luis pero me pongo a jugar canicas.
¿Y cómo te dicen?
El as de las canicas.
¿Y tú Pepito?
Tiro la puerta, cacheteo a mi mamá, no hago la tarea, le escupo la cara, me subo a mi cuarto y me dicen el “as de bajar, hijo de tu chingada madre”.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.