Culiacán, Sinaloa.- Familiares de pacientes del hospital general Bernardo J. Gastélum, de la ciudad de Culiacán, compran medicamento en el mercado negro sin medir riesgos, el cual se mueve en los alrededores y dentro del propio nosocomio, como lo denunciaron algunos ciudadanos que fueron entrevistados por EL DEBATE.
Ante la falta de abasto en la farmacia del hospital para derechohabientes del Seguro Popular, y cuando el dinero escasea en los bolsillos de los familiares de los hospitalizados, a estos no les queda más opción que recurrir a este negocio ilegal, en donde, a diferencia de farmacias establecidas de manera formal, tienen un ahorro de un 50 por ciento o más. Las personas prefieren darle este medicamento a sus seres queridos porque para ellas es peor verlos sufrir por el dolor, de acuerdo con algunos entrevistados.
Por medio de una denuncia anónima hecha a EL DEBATE, este medio se dio a la tarea de realizar una investigación de campo, hasta detectar y conocer la forma en que opera uno de los distribuidores que se ubica afuera del hospital.
El mercado negro de medicinas se mueve a través de vehículos que fungen como farmacias ambulantes, donde el medicamento es almacenado a altas temperaturas, lo que puede alterar sus fórmulas. Uno de los vehículos que fue detectado es un Jeep Liberty de color blanco con placas del tomate (expedidas en el sexenio 2005-2010).
Evidencias
Los distribuidores detectados fueron un hombre y una mujer. Ellos guardan el medicamento en una camioneta cerrada de color blanco que estacionan desde las 10:00 horas por la avenida Río Tabalá, y que dejan en el mismo lugar durante todo el día cerca del área de Urgencias del hospital.
Según se observó, hay personas que les están cuidando el lugar para que siempre se estacionen en el mismo sitio. Se sienten tan cómodos en el sitio, que cubren la camioneta con una carpa, y por esta razón la unidad sobresale de las demás. También saludan con gran familiaridad a muchos trabajadores del nosocomio y de los alrededores.
El hombre está poco tiempo en el sitio; quien permanece por largas horas fuera del hospital es la mujer, de aproximadamente 40 años de edad, quien el jueves 23 de mayo vestía con un rebozo de color verde. Ella espera a los clientes, ya sea dentro de la camioneta o sentada en una carreta donde vende fruta; no obstante, si no llegan, entonces va a buscarlos al nosocomio.
Los vidrios de la camioneta en todo momento permanecen cubiertos por la parte de adentro, pero al acercarse se puede apreciar que hay cientos de cajas con medicamento.
La mujer recorre la parte de afuera del área de Urgencias y con amabilidad se acerca a las personas que tienen recetas en sus manos. No se dirige a todas las personas. Por la forma de actuar, todo indica que prefiere a las que escucha desesperadas por no tener dinero para abastecerse en farmacias o bien a quienes portan vestimenta más humilde.
Tras observar los movimientos de esta pareja, EL DEBATE pudo captar las ventas que se realizaron. Una de ellas se hizo a pleno mediodía. La mujer se encontraba dentro de la camioneta, cuando un hombre se acercó a la unidad. Ella abrió la puerta, y el hombre le enseñó la receta y le pagó.
CON INFORMACION DE EL DEBATE.