CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- A pesar de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) vive el peor momento político y económico de su historia en Tamaulipas, cuatro aspirantes quieren alcanzar la presidencia del comité estatal.
Dos de esos prospectos son considerados ‘pesos pesados’ de la clase política priÍsta tamaulipeca: Enrique Cárdenas del Avellano, ex Alcalde de Ciudad Victoria, dos veces diputado federal e hijo del ex gobernador del estado Enrique Cárdenas González; y Edgar Mehlem Salinas, legislador en dos ocasiones, oriundo de Río Bravo.
Los otros dos aspirantes forman parte de una ‘nueva’ generación tricolor: Arturo Núñez Ruiz, dirigente estatal del Frente Juvenil Revolucionario (FJR) a principios de la década pasada; y Tomás Gloria Requena. ex diputado federal y ex Alcalde de San Fernando en tiempos complejos.
En espera del lanzamiento de la convocatoria que establecerá las bases y los tiempos, además del método de selección del nuevo presidente del PRI en Tamaulipas, los cuatro aspirantes despliegan desde hace días una serie de reuniones a fin de exponer su visión y propuesta a los liderazgos y grupos que aun militan en el partido en las diferentes regiones del estado.
Los cuatro afirman que, en caso de que no alcance un acuerdo para un candidato de unidad, están dispuestos a registrarse como candidatos en un proceso abierto a la militancia.
Contra lo que pudiera esperarse, debido a que se quedó a décimas de convertirse en un partido de un solo dígito tras los resultados del proceso electoral del 2 de junio, cuando se renovó el Congreso del Estado, la dirigencia estatal priísta despierta pasiones y es buscada y anhelada por personajes, algunos con peso y trayectoria propia o familiar, y otro por representar el interés de un influyente sector del partido.
ENRIQUE CÁRDENAS: ‘EL PESO PESADO’
Enrique Cárdenas del Avellano es integrante del grupo de ‘Los Cárdenas’, una familia cuya influencia política es notoria en la historia de las últimas cinco décadas en Tamaulipas.
Hijo de Enrique Cárdenas González, ex alcalde de Ciudad Victoria a finales de los sesentas y gobernador del estado en el sexenio 1975-1981, Enrique Cárdenas del Avellano es priísta desde que era un jovencito, cuando pintaba bardas y repartía folletos en las campañas de su padre.
Tras ganar una disputada consulta a la base, Enrique Cárdenas del Avellano llegó, al igual que su papá, a la presidencia municipal victorense, cargo al que solicitó licencia para ocupar la presidencia del comité estatal del PRI.
En la alcaldía dejó a su suplente, su amigo Egidio Torre Cantú, quien años después sería gobernador de Tamaulipas. Por tanto, tiene fuertes vínculos con el ex mandatario que ahora reside tranquilamente en San Pedro Garza, en Nuevo León.
Enrique Cárdenas Avellano sobrevivió a los tsunamis electorales que arrollaron al priísmo tamaulipeco en las elecciones de 2006 y 2012: las dos veces fue candidato a diputado federal y en ambas ganó de manera apretada.
Con la historia del apellido Cárdenas y la experiencia política acumulada, para la mayoría el nombre del ex alcalde de Ciudad Victoria representa el aspirante con mayor capacidad para presidir el partido tricolor en tiempos de tormenta.
EDGAR MELHEM: FIRME EN SU ASPIRACIÓN
Hace un año, el nombre de Edgar Melhem Salinas se perfilaba para ser el presidente del PRI en Tamaulipas. Sin embargo, el dos veces diputado federal prefirió hacerse a un lado y dejar que Yahleel Abdala llegara al cargo con el empujón de Miguel Osorio Chong y Egidio Torre Cantú.
La decisión de Melhem fue ‘la correcta’: el Revolucionario Institucional sufrió el 2 de junio de 2019 la más dura de sus debacles electorales en la entidad, todavía peor que las registradas en las elecciones de 2016 y 2018. La caída fue estrepitosa.
Ahora, Edgar Melhem tiene la intención de participar en el proceso interno para seleccionar al nuevo presidente estatal del tricolor, sea cual sea el método que establezca el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI.
Diputado federal electo en dos ocasiones, en 2009 y 2015, logró en la última elección una votación récord en el Tercer Distrito, con cabecera en Río Bravo: casi 90 mil votos.
El tamaulipeco apoyó a Alejandro Moreno Cárdenas en su proyecto de llegar a la presidencia nacional del PRI como coordinador regional de la campaña en los estados de Oaxaca y Guerrero, por lo que se encuentra ‘en el radar’ de ‘Alito’.
Arturo Nuñez: la nueva generación
Cuando Arturo Núñez Ruiz fue dirigente del Frente Juvenil Revolucionario (FJR) de Tamaulipas conoció a su líder nacional: Alejandro Moreno Cárdenas.
Eso sucedió hace 16 años, cuando los dos jóvenes querían hacer ‘carrera’ en el escenario político. ‘Alito’ sería senador, gobernador -con licencia- de Campeche y en la actualidad presidente nacional del PRI.
Arturo Núñez forma parte de la nueva generación priista, deseosa de reconstruir el partido político que prácticamente se encuentra en ruinas, con el financiamiento público más reducido de su historia debido a los malos resultados obtenidos en las urnas.
Un proyecto de la nueva generación tricolor que es respaldado por un grupo de experimentados ex dirigentes estatales del priismo, entre ellos Eliseo Castillo, Lucino Cervantes y Homero Díaz, que coinciden en que es tiempo de que una nueva cara asuma las riendas del partido a fin de volver a conectar con las propuestas de la sociedad civil.
Tomás Gloria: poder de CNC
Algunos dicen que es el candidato del ex gobernador Egidio Torre Cantú. Otros señalan que es ‘el caballo de Troya’ de la Secretaría General de Gobierno. Un hecho es que Tomás Gloria Requena es el aspirante propuesto por la Confederación Nacional Campesina (CNC), uno de los sectores que todavía le da vida al PRI a nivel nacional.
Tomás Gloria Requena no es cualquier cenecista: es el secretario de organización del CEN de la CNC. es decir, es un personaje de toda la confianza del dirigente nacional cenecista, Ismael Hernández Deras, quien fue gobernador de Durango y senador.
Con la virtual desaparición del sector obrero como parte del viejo corporativismo priísta y la endeble participación de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), el sector campesino se afianza en el Revolucionario Institucional como una de las estructuras territoriales que todavía se mueven.
De manera abierta, el ex alcalde de San Fernando afirma que quiere ganar la presidencia del PRI en Tamaulipas a través de un proceso abierto a la militancia, con el voto directo en las urnas.
También asegura que lo único que le interesa es ser dirigente estatal del priísmo y que, en caso de alcanzar el cargo, no lo dejará para ser candidato a algún puesto puesto de elección popular en los procesos electorales de 2021 y 2022. Es decir, no quiere ser candidato a alcalde, diputado local, diputado federal o gobernador.
Esta propuesta parece un mensaje para Enrique Cárdenas y Edgar Melhem, cuyos nombres suenan para ser candidatos priístas a la gobernatura del estado en la elección 2022.
Descarta, además, que sea una imposición de la CNC y, por ello, insiste en que el método de selección del nuevo dirigente priista sea por medio de una votación abierta a la militancia.
Tricolor sumido en una Crisis
Cuando el PRI de Tamaulipas ganó, con un inesperado ‘carro completo’, las 8 diputaciones federales en el proceso electoral de 2015, nadie se imaginó que cuatro años después, en la elección de 2019, el priísmo se quedaría a unas cuantas décimas de convertirse en un partido de un sólo dígito.
Durante la pasada contienda electoral del 2 de junio, en la que se renovó el Congreso del Estado, cuya Legislatura solo durará dos años como ajuste para emparejar los procesos locales con los federales, el tricolor apenas sumaron 88 mil 599 sufragios, es decir, el 10.02 por ciento de la votación total.
De las 22 diputaciones locales en juego, los priístas no ganaron ninguna. En todos los distritos fueron vapuleados y se quedaron en un distante tercer lugar, muy distante del PAN, que barrió en las urnas al triunfar en 21 distritos, mientras que Morena obtuvo únicamente una diputación local, la correspondiente al Distrito 11, con cabecera en Matamoros.
El colmo para el PRI vino con la repartición de las diputaciones locales de representación proporcional: Los priístas creían que podían llevarse hasta cinco posiciones plurinominales del Congreso del Estado.
Por supuesto, estaban equivocados. Las ‘cuentas alegres’ del comité estatal no tenían sustento al conseguir sólo el 10 por ciento de la votación total.
La justicia electoral se aplicó y los ubicó en su oscura realidad: el PRI solo obtuvo 3 diputaciones locales… una de ellas para la presidenta estatal del partido, Yahleel Abdala Carmona, criticada con dureza por los distintos liderazgos y grupos del tricolor por acomodarse en el primer lugar de la lista plurinominal.
De una Legislatura a otra, el Revolucionario Institucional perdió ocho diputaciones locales, al pasar de 11 a solamente 3 congresistas, producto de una derrota estrepitosa. Fue el colapso.
Reducido a una minúscula representación legislativa, apenas suficiente para conformar un mini-grupo parlmanetario, el PRI de Tamaulipas ahora se codea con ‘La Chiquillada’, integrada por los partidos pequeños.
En cambio, pese a su fracaso en las urnas, Morena, al sumar 244 mil votos y captar el 27.6 por ciento de los sufragios totales, alcanzó 9 diputaciones locales ‘pluris’, a las cuales se suma la diputación local de mayoría relativa ganada en Matamoros.
Por tanto, la fracción parlamentaria morenista contará con 10 diputados locales en el Congreso de Tamaulipas y será la segunda fuerza de la próxima Legislatura.
Un partido empobrecido
De ser un partido millonario, que tomaba dinero a manos llenas del presupuesto público, ahora el tricolor es un partido pobre, plagado de deudas.
El PRI fue un partido de Estado, un partido que operaba como una Secretaría Política Electoral del gobierno federal en turno bajo el sistema postrevolucionario.
Creado para atender la agenda de las elecciones, el PRI recibía instrucciones del presidente de la república, del gobernador del estado o, en el último de los caos, del alcalde. Ellos ponían y disponían.
Los comités, nacional, estatal o local, eran financiados por el nivel de gobierno correspondiente. Los dirigentes partidistas obedecían, aunque proponían las estrategias para ganar el voto.
Una vez que el priismo perdió la gubernatura de Tamaulipas en 2016, el Revolucionario Institucional perdió algo más que el poder político: el millonario recurso económico.
A partir de ahí, sobrevino la debacle priista en el estado. La capacidad de financiar al partido pasó a los alcaldes que habían logrado ganar en esa elección, como fue el caso de Magda Peraza en Tampico, Oscar Almaraz en Ciudad Victoria y Díaz del Guante en Matamoros.
Sin embargo, frente a ellos se encontraba la maquinaria del gobierno estatal panista. La fiscalización a sus cuentas, como se esperaba, fue estricta, rigurosa. Financiar al priÍsmo como área electoral se convirtió en un tema complejo y de alto riesgo.
Eso no fue todo: Las dirigencias de Sergio Guajardo y Yahleel Abdala tuvieron que pagar una multa impuesta por las autoridades electorales por un monto total de 15 millones de pesos.
La sanción económica, desglosada en 10 mensualidades, cada una de ellas de un millón y medio de pesos, comenzó a ser pagada en marzo de 2018, durante la gestión de Sergio Guajardo. A Yahleel le correspondieron los pagos del último bimestre del año.
Además, el comité estatal perdió un juicio laboral por 4 millones de pesos, litigio interpuesto por un ex empleado del área jurídica.
La estocada final a las maltrechas finanzas priistas del estado llegaron con la estrepitosa derrota electoral del 2 de junio de este año. El pésimo resultado electoral derivó en una drástica reducción de las prerrogativas, es decir, del financiamiento público: de 4.5 millones de pesos que recibía el PRI en Tamaulipas, ahora solo recibirá un millón y medio de pesos aproximadamente. El golpe es durísimo.