“Las Mañaneras” fueron un saludable ejercicio de comunicación que por once meses marcó la agenda del país y fortaleció incluso la imagen presidencial, aún cuando polarizaron a las camarillas de la élite del poder y hasta a la sociedad mexicana.
Pero de unas semanas para acá devinieron en una nociva praxis que amerita un replanteamiento drástico o su interrupción por un tiempo razonable.
Consideraciones aparte, el estilo personal de gobernar y el temperamento de Andrés Manuel López Obrador son un indicador de que no habrá cambios y que esto que fue bautizado por el explosivo tabasqueño como un “diálogo circular” termina convertido en un intercambio de reproches, ácidas criticas y hasta insultos, lo mismo para los preguntones incómodos que para los medios críticos o la vieja clase política a a la que se le recuerda cotidianamente su corrupción e ineficiencia.
El episodio violento y desafortunado de Culiacán y la discusión sobre la decisión oficial de liberar al junior de “El Chapo”, aceleró el encono y subió de tono la discusión encrespada entre el Presidente y sus adversarios.
Tal vez sea tiempo de cambiar esa errática política de comunicación que ha fracasado rotundamente, aunque no se divisa el momento en que se impongan la prudencia y la sensatez.
Mientras tanto, la escasez de agua potable, un añejo problema que en Victoria ha arruinado más de una carrera política, tuvo como desenlace la salida de Humberto Calderón de la gerencia de la COMAPA. Por el resumidero de famas públicas que es este organismo descentralizado, se va también buena parte del proyecto ambicioso del diputado local Arturo Soto.
A Soto lo siguen perdiendo sus afanes protagónicos. En sus primeras apariciones en el recinto legislativo se hizo acompañar de frenéticos porristas que lo vitorearon para hacerlo parecer la figura estelar, lo cual no ha pasado desapercibido para quienes desde lo alto observan y toman las decisiones políticas más importantes.
A Calderón lo sustituye un personaje cercano a Miguel Manzur.