“Según el punto de vista eclesiástico vivimos en pecado los que no estamos casados por la iglesia, las madres solteras, los padres no, pecan los no bautizados, los que no hacen primera comunión y confirmación”
A partir de hoy, suman 40 y seis días que marca el almanaque católico para la resurrección, agenda que da la pauta para la tradición de expiar culpas y pedir perdón, según estos cánones, el ayuno o dejar de comer carne o prójimo u ofrecer una manda e incrementar oraciones les ayuda para purificarse el alma.
Pero es también desde los simbolismos de esta iglesia que se ha arraigado el sistema patriarcal y machista que prevalece en la comunidad mexicana.
Según el punto de vista eclesiástico vivimos en pecado los que no estamos casados por la iglesia, las madres solteras, los padres no, pecan los no bautizados, los que no hacen primera comunión y confirmación, las que abortan, no los que las embarazaron y quienes se relacionan con personas del mismo sexo.
La iglesia católica en sus liturgias presenta una marcada discriminación a los derechos de las mujeres, sin embargo, son ellas el sustento de sus costumbres, a ellas corresponde llevar a los hijos a cumplir los ritos, son las madres las apuradas por los bautizos, comuniones, confirmaciones, misas de cuerpo presente, de bodas y quinceañeras. Son las mujeres, las más dadivosas a la hora de entregar el diezmo, las que apoyan muchas actividades voluntarias para recabar fondos pro construcción de más iglesias y de apoyo a la formación de más sacerdotes.
Aunque desde el mismísimo vaticano, el patrono de todos los mensajeros de dios, el Papa Francisco ha dicho que es momento de abrir las grandes puertas de la iglesia para una participación femenina más incisiva en las decisiones, “porque tiene una estructura diferente al varón” esto aún no ocurre.
En la memorabilia litúrgica también hemos escuchado decir que “las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar” “la mujer es imprescindible para la iglesia” “la mujer, en la iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes” solo que en los hechos no lo han sustentado.
Quizás sea este momento coincidente, de la cuaresma, la máxima celebración católica con el mes de marzo, que aviva los gritos desesperados de los colectivos feministas por la lucha de los derechos de las mujeres, cuando esta grey, importante para más de la mitad del planeta, deba entrarle al tema, pero no de palabra, sino de acción, para no seguir pecando de omisión.
Ya decía un evangelio de fecha el 24 de noviembre de 2013 que “las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de que hombre y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la iglesia profundas preguntas que la desafía y que no se pueden eludir”.