En el ambiente judicial
mexicano existe un
principio no formal del
derecho: problema que no te
molesta, no lo molestes. Las
quejas de organizaciones de
mujeres contra feminicidios
o asesinatos de mujeres por
sus condiciones de género
aumentaron desde 2017, sin que
el gobierno priísta de Peña Nieto
ni el de López Obrador aprobaran
nuevos enfoques ni mejores
decisiones.
El tema escaló la atención social
y la movilización de género: de
mediados de octubre de 2019 a la
fecha, las protestas de mujeres en
las calles han derivado en violencia
sin control. Y la convocatoria a hacer
el 9 de marzo, en el escenario de
una protesta femenina mundial,
“un día sin mujeres” provocó un
choque político creciente entre las
organizaciones feministas y sus
aliados masculinos y el presidente
de la república centralizando la
respuesta gubernamental.
La crisis mujeres-gobierno ha
sido un error estratégico de los
gobernantes, porque permitieron
que los feminicidios como tema
judicial de seguridad –el asesinato
de mujeres con condición de
género– derivaran en un asunto
político de feminismo o activismo
de género.
Más que de cifras, el tema
feminicidio-feminismo es de
impacto social. En 2019 los
feminicidios (976) fueron el 0.05%
del total de los 2 millones 15 mil 641
delitos. A nivel de delitos generales
contra las mujeres, el porcentaje
aumenta: el 33.3% del total de los
delitos fueron contra mujeres.
Y tiene hilos políticos de mayoría
femenina: las mujeres en México
representan el 50.8% del total de la
población, el 51.5% del padrón de
votantes y el 52.7% de la población
en edad de trabajar. Pero hasta
hace diez años tenían sólo un tercio
de las posiciones de poder. Eso sí,
las mujeres fueron la cámara de
descomprensión de la crisis social:
desde la crisis de 1995, las mujeres
han aumentado su posición como
jefas de familia y como mano de
obra, aunque sometidas a la doble
jornada de trabajadoras y amas de
casa… por el mismo ingreso.
La demanda original de esta
ocasión fue la exigencia al gobierno
federal a tener mayor atención sobre
el problema de los feminicidios.
De 211 a 2019 los asesinatos de
mujeres por condiciones de género
aumentaron 137%, sin que la
autoridad pusiera atención.
El problema se ha complicado
por dos variables: la jefa de gobierno
de la Ciudad de México, su fiscal,
la secretaria de Gobernación
(ministra del Interior) y la dirigente
del partido Morena en el poder
son mujeres, pero han participado
del distanciamiento de la crisis
de seguridad para las mujeres. Y
resulta que en México se promulgó
en febrero de 2007 la Ley General
de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Virulencia, donde
se incorporaron atenciones
especiales y soluciones rápidas a los
feminicidios.
La aplicación de la ley le
corresponde a la secretaria de
Gobernación, una mujer destacada
con múltiples atributos: mujer,
ministra jubilada de la Suprema
Corte, abogada, profesora
universitaria, madre y abuela
y senadora con permiso Olga
Sánchez Cordero. Y su frase más
llamativa fue auto incriminatoria;
“llegamos tarde al problema de
los feminicidios”; pero, en efecto,
llegaron tarde, pero sin voluntad
para aplicar a ley.
El problema de las agresiones
violentas contra las mujeres –no
sólo los asesinatos de género–
radica en el pasado machista del
mexicano que ha sido central en
la sociología del hombre. Más de
treinta años ha estado en lucha el
reconocimiento a derechos de la
mujer sobre su cuerpo y derechos de
las minorías sexuales, con oposición
de todos los partidos políticos.
Aquí quede el registro del poema
de sor Juana Inés de la Cruz:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
La transformación de un asunto
judicial de feminicidios en un tema
de movilización política plural
por el feminismo ha cercado al
gobierno federal. La respuesta
del presidente López Obrador ha
sido de culpar de las protestas “a
la derecha conservadora”, pero
en circunstancias que el paro
femenino del 9 de marzo –un día
sin mujeres– están agrupándose
corrientes de todo tipo, incluyendo
a militantes, dirigentes y hasta
funcionarios del gobierno
lopezobradorista.