Dos informaciones difundidas esta semana pusieron sobre la mesa de discusión el rol que estamos desempeñando los periodistas ante nuestras comunidades en este tema inagotable del Coronavirus.
La primera tiene que ver con la publicación el martes pasado en el periódico Diario de Juárez de una gran fotografía en primera plana mostrando bolsas negras amontonadas con presuntos muertos a causa del Covid-19.
El asunto fue que dicha imagen (aunque parece auténtica) fue atribuída a un hospital del IMSS con la acusación de que ahí escondían dichos cuerpos, una “noticia” que luego resultó falsa y así fue reconocida por el mismo medio chihuahuense al día siguiente.
Fue el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, quien se encargó, a través de un video bien documentado de refutar la información divulgada. Corral ofreció contexto al respecto, diciendo que se trataba de una imagen que ya había tenido un largo recorrido en las redes sociales y que diversas personas la habían también distorsionado.
El Diario de Juárez presentó el miércoles una disculpa a través una pequeña columna en primera página bajo el título “Nota Aclaratoria” (que en realidad debió decir “Fe de Erratas”).
“De buena fe una reportera de El Diario recibió la información e hizo eco de la denuncia sin someter a la necesaria comprobación la autenticidad de las fotos.
Esta imagen pasó engañosamente por otras instancias en el proceso de edición y correspondiente publicación”, dice la nota.
Otro incidente tuvo lugar a través de la cadena norteamericana de noticias Fox, la cual divulgó el miércoles que el Coronavirus se originó en un laboratorio experimental de Wuhan, China, lugar en donde comenzó la epidemia mundial, dando a entender que sería un virus creado ahí.
Sin embargo, el jueves aclaró que el virus “se fugó” luego de que científicos chinos experimentaban con un murciélago que había sido llevado al laboratorio, es decir, no fue creado artificialmente.
Ambos casos responden, sin duda, al poco cuidado que tuvieron ambos medios de verificar informaciones con segundas fuentes, una práctica común en periodismo conocida como “cruce de fuentes”. En el caso de El Diario de Juárez no se trata de que los periodistas hayan actuado de mala fe, sino su proceder se entiende como una acción de negligencia.
Y en el caso de Fox la falla se debe a una evidente falta de precisión en los detalles, específicamente en el tratamiento que tenía el virus en el laboratorio (mucha diferencia entre el término “se originó” al término de “se fugó”). La cerrazón informativa típica en China no es excusa para esto que pasó.
Hoy vivimos un periodismo de alta velocidad alimentado por las prisas para difundir primero las noticias. Más allá de ser un asunto de Ética, la publicación de información falsa, manipulada o tergiversada responde a una falta de responsabilidad de parte de los medios para verificar bien la autenticidad y origen de fotografías e informaciones, así como la falta de un interés legítimo por combatir las noticias falsas o “fake news”.
Quedan estas experiencias como una lección y precedente de valor a observar por el resto de los medios en todo el mundo. Lo que necesitan los ciudadanos hoy en día son periodistas en quienes confiar, más ahora entre tanta desinformación que también, como epidemia, corre veloz por las redes sociales y las plataformas de mensajería.