CIUDAD VICTORIA, TAMAUIPAS.-Una ‘doñita’ batallaba para pegar un cartel en la fachada de su casa: era un cartoncillo de color ‘fosfo’ que avisaba que en ese lugar se venderían ‘mangonadas’, ‘platanadas’, ‘Tampicos preparados’ y bollos de varios sabores.
El Caminante detuvo su breve marcha hacia la tortillería y decidió echarle la mano a la señora que aún con su vejez se atrevió a subir a una silla de plástico color verde.
– ¿Le ayudo señito? – preguntó el vago reportero.
– ¡Ay si muchas gracias joven! es que la cinta como que no quiere pegar bien en la pared… – respondió la dama – Déjeme ver si con cinta canela se puede mejor
La doñita bajó de la silla y entró rápidamente a su casa y regresó incándole el diente al grueso rollo.
Le bastó con cuatro pedazos de cinta para dejar bien puesto el letrero.
– Gracias joven, déjeme le regalo un bollo de mango, se acaban de congelar en la mañana
– No es necesario señito – le dijo él – solo iba de pasada
– Apenas voy a empezar a ofrecerlos, es que mi hija ya no pudo trabajar, antes se ponía en los tianguis a vender ropa de segunda y pues como ya no dejan nos pusimos a hacer bollos y mangonadas – contó la anciana – a ver si ya pronto pasa todo esto para que ya “agarren agua las nubes”.
Doña Carmen, su hija y sus dos nietos han visto como la despensa se ha ido agotando pues la chamba que hacían hasta hace poco simplemente se desvaneció. Algunas de sus prendas las han logrado vender en Facebook, pero su ingreso disminuyó casi un 80%.
Así como ella cientos de hogares victorenses han sido impactados en la economía familiar por la contingencia sanitaria del Covid-19.
Popo tiene seis hijos, y se ganaba la vida como eléctrico automotriz, pero el taller donde trabajaba fue cerrado “hasta nuevo aviso”… le dieron las gracias y lo mandaron a ‘quedarse en casa’ pero sin goce de sueldo. El hombre de 42 años ha hecho una que otra chambita entre vecinos y conocidos. Pero en el último mes solo pudo ‘arrancar’ dos coches.
Fue entonces cuando se asoció con su cuñado y de manera clandestina y sigilosa decidieron ir a la costa mas cercana y traer mojarras y langostinos que venden ‘por debajo del agua’ de puerta en puerta. Con esto han podido hacerse de un poco mas de dinero para solventar los gastos en casa. Aunque a veces la venta disminuye siempre tendrán la opción de comer el producto que quede rezagado.
“Nos dijeron ‘quédense en casa’… pero ps uno si no trabaja no come ese día ‘mai’ y ni modo, el otro dia nos agarró la ley y tuvimos que darles mochada y pescados para que nos dejaran llegar a Victoria, asi es esto y pos ni modo ¿usted cree?”
Alejandro trabajaba en una maquiladora. Las actividades se suspendieron y mandaron al personal a casa con la mitad del sueldo. Él dice que se considera afortunado pues aún tiene con que salir adelante la quincena aunque sea solo para comer huevitos y sopas. Jano aprendió en su juventud a soldar y armar estructuras metálicas, así que para poder arrimar un centavo mas a la casa, decidió ir con su compadre que trabaja en una chatarrería y conseguir algunos tanques de gas y rines de carro para ponerse a fabricar asadores.
“Gracias a Dios he podido vender dos asadores, porque mucha gente esta en casa y se puede dar el lujo de hacer una que otra carnita asada y se los di baratones… todo sea por sacar para la papa” confiesa al Caminante.
Marilú labora en una zapatería. Un dia llegó a su trabajo y encontró en el mostrador diversa mercancía como harina, atún, café, azúcar y latas de chile entre otras cosas. Su primer pensamiento fue que alguien acababa de hacer la despensa y la había puesto ahi. Su sorpresa fue muy grande cuando el encargado del negocio les ordenó colocarlos en los aparadores junto al calzado para dama. Fue una medida que se tomó para que las autoridades no les ordenaran cerrar debido a la contingencia pues estaban ofreciendo a la venta esos abarrotes los cuales los hacen calificar como una empresa ‘esencial’.
Lo curioso fue que hace dias una señora que entró al negocio compró un kilo de azúcar y otro de harina.
Esta contingencia ha hecho cambiar de ocupación a cientos o tal vez miles de personas e incluso a los negocios mismos, que ya no hallan la puerta para sobrevivir y no terminar quebrando. Ojalá que todos ellos lo consigan. Demasiada pata dde perro por esta semana.