Desde que el mundo es mundo y se instalaron las primeras sociedades patriarcales, a la mujer le fueron asignados varios roles para emplearse a sí misma, luego en el sector productivo, ya que hubo chance de inmiscuirse en los trabajos públicos, el capitalismo delineó las cargas de poca paga a las del sexo “débil” y así se sometió a muchas en trabajos de lavandería, limpieza, alimentos y cuidados de niños y enfermos.
Y no por azares del destino y sí por la brecha laboral de género que persiste, serán las mujeres las más afectadas por la crisis económica que nos impactará duramente a consecuencia de la crisis sanitaria, las proyecciones desalentadoras indican que el 41 por ciento de las féminas corren más riesgo de perder su trabajo o de que se les reduzca su jornada laboral y a la vez sus ingresos, son también ellas, las que corren doble riesgo pues la mayoría están en el sector informal.
La pandemia les ha aumentado la carga laboral, pero es el trabajo no remunerado el que están llevando a cuestas. En el más reciente análisis de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) nos hacen ver que el panorama para las mujeres en el sector laboral empeora.
“Muchas mujeres que trabajan en la economía informal han seguido trabajando y arriesgando su salud pese al COVID-19, al tiempo que otras están empleadas en sectores en el que corren un riesgo elevado de perder su trabajo…Lograr la igualdad de género, es primordial para garantizar el retorno a una situación normal más justa” señala la OIT.
La semana pasada, en México, la Secretaría del Trabajo reconoció que en promedio 12.5 millones de empleos se perdieron en lo que va de la pandemia, pero sus datos no refieren cuantas de estas personas son mujeres, pues no tienen el buen habito de checar la afectación por género, por esto, tampoco pueden proyectar políticas públicas con equidad de género.
Sin embargo es una realidad que en nuestro país ha bajado la tasa de ocupación femenil en el sector productivo, y esta curva seguirá bajando por los efectos económicos derivadas de la pandemia. Los datos de la OIT indican que las actividades donde el 40 por ciento de la fuerza laboral es de mujeres serán las más afectadas, como son los servicios de alimentación y hotelería, y donde sobre pasa por encima del 50 por ciento su participación como son actividades de cultura, entretenimiento y recreación también tendrán grandes pérdidas. Además del sector público y social, como son los servicios educativos y de sanidad.
Para las jóvenes el futuro inmediato también es desalentador, las colectivas feministas vienen pisando fuerte para cambiar esta triste realidad, pero sin la voluntad política, sin leyes y buenas prácticas que reduzcan la desigualdad laboral por género, poco se alcanzará hacer por ellas.
A nivel internacional la OIT documenta que el 60 por ciento de las mujeres jóvenes viven con incertidumbre pues su futuro profesional no les pinta nada bien, piden a las naciones aplicar con urgencia medidas de respuesta a la pandemia, con planteamientos específicos para el empleo, pero acá andan entretenidos en el futuro electoral. En fin, la hipocresía institucional.