“Este presidente siempre nos deja estupefactos y aturdidos”
A mí me sobrepasa la nueva realidad. Cuando creo que ya nada me puede sorprender, me asombro. El mundo sigue contando los contagiados y muertos por el coronavirus, pero es un conteo que ya normalizamos, fríos números que ya no nos dicen nada, que son parte de las proyecciones estadísticas, acertadas o no, pero que asimilamos como normales, por la letalidad del bicho.
El pánico sigue presente en las noticias, la gente continua compartiendo alertas de todo el mundo; aun no salimos de ésta y ya nos anuncian que se descubrió otro contagio de animal a humano, que las naciones que abrieron sus espacios, están cerrado de nuevo, nos informan de contagios en niños o en personas que se pensaban inmunes, nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que nos está pasando, pero el mundo entero está en alerta.
Sin embargo, al mismo tiempo veo individuos que retoman su actividad productiva, la que redunda en la económica, se abren algunas tiendas, no esenciales y la convivencia social sigue. Como una especie de escape al centenario encierro, y al ocio, así que para no sentirse aburrido se busca el contacto social físico, aunque sea con un cajero del súper. Otros más están absortos en las redes sociales, como para sentirse acompañados. En confinamiento pero con las ventanas abiertas al espacio virtual.
Lo íntimo, ya es público, ya conocemos la casa de todos los artistas e intelectuales, sus plantas, mascotas, libreros y cocinas. Igual y sin ser personajes relevantes o políticos, abrimos nuestros lugares al ojo público. Es una forma de hacernos presentes, que la sociedad no nos olvide. Aquí seguimos.
Y en política, el cuento se pone peor. Todos jugando al teléfono descompuesto o semáforo, el alto mando nos dice “salgan, no tengan miedo”, el doctor nos advierte “seguimos en pandemia”, las cifras, que no son las totales, asustan, pero hay que recrearnos en la vida espiritual, ser buenos para no contagiarnos y usar tapabocas, aunque sea por civilidad.
Para algunos el problema de no usar tapabocas, es que dicen cada cosa, que nos siguen sorprendiendo. Ayer comente que muy seguramente el presidente saldría a defender a su esposa del maltrato viral provocado por CONAPRED, pero mi asombro es mayúsculo al enterarme que López Obrador no sabe ni quien es, ni donde queda, menos para que sirve ese organismo de ayuda a los discriminados.
Este presidente siempre nos deja estupefactos y aturdidos.
Patidifusos, unos dicen que al fin y al cabo tal Consejo ni funciona, otros que se mantiene con nuestros impuestos y los más listos le mandaron la foto junto a la directora, y es que siempre hay un tuit que te regresa al pasado.
Queda claro que el presidente, su señora, Chumel y los de la CONAPRED no se están poniendo el tapabocas, cuantas angustias nos hubiéramos ahorrado si aprenden a taparse la boca, para no salpicar.
Atinadas, las Brujas del Mar, dijeron “Mmmmta, ya se enteró que existe, a ver si no le mete tijeretazo al presupuesto ahí también”, en franca referencia a los apoyos recortados al sistema nacional de refugios para mujeres violentadas.
En Tamaulipas registramos el momento más crítico de la pandemia, la doctora Gloria Molina reitera el llamado a la población para hacer conciencia del riesgo de contagio, pide que no relajemos las medidas de prevención, aquí el uso de tapabocas es obligatorio y nos recuerda que debemos seguir en casa. Atendamos esta receta, seamos socialmente responsables.